La empresa Escal UGS SL y dos de sus exdirectivos han sido absueltos de un delito contra el medio ambiente derivado del impacto de la plataforma Castor de extracción de gas, en otro ejemplo de insuficiencia del orden jurídico en cuestiones ambientales.

Irene Olano Madrid
Miércoles 1ro de diciembre de 2021
Los exdirectivos de Escal UGS SL Recaredo del Potro Gómez y José Luis Martínez Dalmau estaban acusados de un delito contra el medio ambiente y los recursos naturales con riesgo para la vida e integridad física de las personas, con ocultación de información y con un grave riesgo de deterioro irreversible o catastrófico. En 2013, la plataforma Castor de extracción ambiental provocó más de 500 seísmos que se sintieron en Castellón y Tarragona. Tras los seísmos, la empresa Escal aumentó su actividad, en lugar de paralizarla.
Son 123 afectados por los seísmos los que reclamaban a la empresa 1 845 000 euros en concepto de daños morales después de que en la zona se produjese una ola de pánico generalizada, consecuencia de los seísmos. Se pedían siete años de prisión para los dos acusados por los presuntos delitos, pero han sido absueltos de todos los cargos, debido a que no se han encontrado evidencias de que se produjese una ocultación de información por parte de la empresa.
Este es otro ejemplo de cómo la legislación en materia de medio ambiente es insuficiente y sólo sirve para facilitar que las empresas se hagan un lavado de cara verde; siendo incapaz de sancionarlas ni siquiera cuando cometen crímenes contra el ambiente.
Particularmente indignante es el caso de la impunidad que existe hacia empresas como Iberdrola, que está detrás del vaciamiento de embalses para producir electricidad. El Ministerio de Transición Ecológica, creado por el gobierno "más ecologista" y supuestamente progresista de la historia, ha demostrado ser totalmente impotente para tomar medidas efectivas contra los intereses de las grandes corporaciones, principales responsables de la contaminación.
Nada sorprendente tratándose de un gobierno con el PSOE, conocido por sus puertas giratorias con grandes empresas eléctricas.
Pero la formación morada no ha demostrado ser mucho más dura con las empresas, como se ha visto con el caso del ministerio de consumo de Alberto Garzón y las casas de apuestas. El partido comunista no ha mostrado siquiera valer para tocar los beneficios de las empresas responsables del aumento de la ludopatía en menores en nuestro país.
Tampoco a nivel autonómico se ha logrado una legislación suficiente, siendo el norte del Estado español una zona particularmente devastada por la deforestación y la destrucción por la búsqueda de beneficio económico. Lejos de impedirlo, las leyes no hacen más que favorecer estas dinámicas.
Por eso, el gobierno "progresista" no puede suponer una amenaza real hacia la derecha negacionista. Una izquierda verdaderamente anticapitalista debe llevar en su programa la inmediata expropiación de las empresas que contaminen o cierren, bajo control de sus trabajadores y de las poblaciones locales a quienes afecte su actividad. Sólo así puede empezar a hablarse de una transición ecológica que no sea mero bla bla bla, como decía la activista sueca Greta Thumberg sobre la COP26.
La COP26 se ha tratado de otro gran fracaso político que muestra que las cumbres del clima sólo son un lavado verde de los gobiernos y que no pueden ofrecer soluciones a la mayoría trabajadora del planeta. La crisis climática se debe a las dinámicas ecodestructivas del capital y sólo pasando por encima de sus intereses puede ser resuelta.
Por eso, debemos pelear por un programa impuesto desde la movilización social, y no desde los gobiernos ni las empresas. Si aspiramos a que la solución venga por parte de los responsables del problema, la crisis no se acabará nunca.
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Aprendamos del ejemplo de los obreros de fábricas como Zanon o Total, la refinería de Grandpuits donde los trabajadores están en lucha contra el greenwashing de la empresa que implicaba el despido de la plantilla.
Estos ejemplos pueden mostrarnos cómo la clase trabajadora en alianza con otros sectores como el movimiento ecologista sí pueden apuntar hacia verdaderas soluciones de la crisis ambiental.