Tempestades se viven en la oposición patronal de derecha luego del destape del nuevo escándalo de corrupción. El "Gobierno interino" de Guaidó tambalea en medio de las fuertes peleas entre Voluntad Popular y Primero Justicia. Como hemos venido diciendo #NoHayHuesoSano tanto en el Gobierno de Maduro como en la oposición derechista. En este artículo explicamos el entramado y lo que estaría en juego en las disputas de poder.
Miércoles 4 de diciembre de 2019
Al autodenominado “Gobierno paralelo” de Juan Guaidó le han explotado más escandalosos casos de corrupción en tan solo diez meses de “mandato” que a cualquier otro gobierno realmente electo. Todo un récord en la materia, pues por lo general las ollas se comienzan a destapar pasado bastante tiempo. Para quienes nunca han tenido las riendas del Estado, pero si el manejo se cuantiosas cantidades de dinero llegadas en carácter de “ayuda”, se trata de una marca que no había sido superada.
“Parlamentarios de varios partidos de oposición se vienen prestando desde hace algunos meses para hacer por encargo gestiones informales ante organismos como la Fiscalía de Colombia o el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Emiten cartas de buena conducta a favor de los responsables de los negociados en torno a las importaciones para los combos CLAP, con el objetivo que esos organismos absuelvan o dejen investigar a empresarios como Carlos Lizcano, subalterno del ya internacionalmente sancionado Alex Saab y Álvaro Pulido”. Así comienza un extenso informe publicado en Armando.info este primero de diciembre, destapando otro escandaloso caso de corrupción en las filas opositoras.
Como siempre hemos escrito, no son gobierno, pero rápidamente mostraron sus garras de lo que son capaces de hacer, en este caso, primero, metiendo la mano en fondos supuestamente destinados para Venezuela en cuestión de “ayuda humanitaria” y otros objetivos, tal como se puso en evidencia en el caso de Cúcuta, y segundo, emitiendo cartas de buena conducta a consignados e inescrupulosos personajes que hacen negocios con el Estado, incluso sancionados por el propio Gobierno de Trump, a cambio de recibir cuantiosas sumas de dinero en medio de la trama.
Recordemos que Guaidó se autodeclaró, con todo el apoyo de Trump y la derecha internacional, como “presidente encargado” de Venezuela el pasado 23 de enero, y desde entonces ha sido reconocido por más de cincuenta países, incluyendo últimamente, a la golpista y asesina Jeanine Áñez de Bolivia, y al flamante presidente electo de Uruguay, el derechista Lacalle Pou.
Es decir, para todos esos gobiernos, es el Gobierno “legítimo” de Venezuela, pero que en tan poco tiempo ha estado más que salpicado en el manejo oscuro de fondos con una corrupción galopante, y que ha llevado incluso a una guerra intestinal en su interior como explicamos más adelante. Si bien no administran el Estado venezolano, reciben, controlan y manejan ingentes cantidades de dinero entregados directamente por el Gobierno de Estados Unidos y otros organismos internacionales para mantener sus operaciones, infraestructura, todo lo referente a lo comunicacional, logística, viajes, etc., además de la administración que les concede Washington de la empresa Citgo aunque la palabra final la tenga el Departamento del Tesoro. Con estos escándalos han demostrado cómo a la primera oportunidad que se les ha presentado han sabido meter la mano y estar envueltos en casos de corrupción en la primera ocasión, como se rebeló en el escándalo de Cúcuta. No pierden el tiempo.
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Lo destapado estos días por Armando.info, se trataría de una trama que ya venía ocurriendo desde comienzos de 2018. “El esquema incluye a varios diputados de la oposición, alguno de ellos integrantes de la Comisión de Contraloría del parlamento nacional, en la práctica, la única instancia anticorrupción que opera en Venezuela con autonomía respecto al chavismo gobernante”, destaca el informe antes citado.
En el mismo se expone sobre cómo se dio la orquestación de todos los involucrados: “Las negociaciones entre Luis Parra [diputado Primero Justicia] y Carlos Lizcano [empresario] han sido constantes y dieron lugar a la conformación de un grupo informal de diputados de varios partidos de oposición, que se movilizó en favor de los empresarios colombianos y su vasta red con el chavismo, siempre en expansión desde 2013”. De tal manera, en todo ese “esquema” aparecen en la trama los diputados de la oposición Richard Arteaga y Guillermo Luces de Voluntad Popular; Luis Parra, Adolfo Superlano, José Brito, Emilio Fajardo y Conrado Pérez Linares de Primero Justicia (PJ); y completando el clan están Chaim Bucaram, Héctor Vargas y William Barrientos de Un Nuevo Tiempo (UNT).
Como era de preverse, Juan Guaidó buscó rápidamente desmarcarse reclamando “investigación” colocando en “suspensión” a algunos diputados, como si no estuviera al tanto de todos estos entramados, tal cual como hizo en el caso de Cúcuta. Pero rápidamente le salpica, pues mientras acusa, rápidamente le reclaman inmediatamente que ha hecho con todos los fondos de ayuda llegados desde el exterior. Recordemos que el sonado caso denunciado por Panam Post cayó directamente sobre Guaidó y parte de su “equipo de gobierno” tanto en Colombia como en Venezuela, con particular énfasis en los militantes de Voluntad Popular (VP). No hay paraguas que lo cubra del lodazal.
Todo el entramado es largo, pero con lo expuesto es más que suficiente para dar cuenta de toda la podredumbre que se teje en todos esos partidos. Por lo que vemos, en casos de corrupción y otros esquemas de igual calibre y misma envergadura, tanto los integrantes de los partidos de la oposición patronal de derecha son astillas del mismo palo que los del Gobierno. Por eso el Gobierno, que busca sacar partido, no tiene la más mínima moral para hablar de la corrupción de los de la acera de enfrente. Y dicho de paso, en el presente caso lo involucra de todas maneras, pues se trata de inescrupulosos empresarios con los cuales ellos vienen haciendo grandes negocios y enriqueciéndose vía múltiples testaferros.
El "Gobierno interino" entre las cuerdas
Pero esta vez, el escándalo de corrupción en la oposición ha traído tempestades entre sus partidos. Es que toda esta situación ha destapado una pelea a cuchillos en la oposición, que ha escalado hasta lo más alto del entramado del supuesto “Gobierno interino”. Guaidó sustituye a “su embajador” en Colombia, Calderón Berti, y éste ofrece una conferencia de prensa en Bogotá denunciando la corrupción de los enviados de Guaidó en Colombia y, más aún, cuestionando a Leopoldo López, el mentor de Guaidó. Calderón Berti que siempre se manifestó en contra de los diálogos con el gobierno de Maduro, señala abiertamente: "Yo lo que creo es que los grandes errores de la oposición han sido todos responsabilidad del accionar de Leopoldo López, que ha llevado inexplicablemente a todos los partidos de la oposición nariceados. Que el cuarto partido de la Asamblea Nacional naricee a los tres primeros, no lo entiendo", y remata: "¿Quién inventó los diálogos a espalda de todos sus compañeros de la oposición y la comunidad internacional? Él, Leopoldo López. ¡Que dé la cara, que responda!”.
Berti estaría en alianza con Julio Borges, principal referente de Primero Justicia, el otro partido con protagonismo principal en la trama, más dramático en cuanto Borges es el designado por Guaidó para las relaciones internacionales, algo así como su "canciller". De hecho, Leopoldo López Gil, padre de Leopoldo López y, a la fecha, eurodiputado, dispara contra Borges: "¿Y qué dice el canciller Borges? Ya Pilatos se murió". Se rumorea que Borges estaría moviendo piezas para impedir la reelección de Guaidó a la presidencia de la AN en enero próximo.
La pelea se desarrolla con ahínco entre Voluntad Popular (partido de Guaidó y Leopoldo López) y Primero Justicia (de Borges y Capriles Radonski), siendo dos de los principales partidos del llamado "G4" (más AD y Un Nuevo Tiempo) que hegemonizan a la oposición de derecha. Una pelea que corre aguas abajo, pues entre los diputados en Caracas se acusan mutuamente en cuestiones de corrupción: José Brito, diputado de PJ, "destituido" por Guaidó por las acusaciones, reta a Guaidó a no dejarlo entrar al recinto, lo acusa de "inmoral" y "corrupto", habla de una "rebelión" de diputados contra Guaidó y de una carta donde varias decenas de éstos estarían pidiéndole cuentas al "presidente interino" por los recursos recibidos del exterior. Una pelea intestina que puede tener, si ya no las tiene, grandes consecuencias sobre la unidad misma de la derecha de cara a la renovación de la directiva de la Asamblea, que corresponde en un mes, justo en su momento de mayor debilidad tras la ofensiva de enero de este año y siendo el 2020 año de elecciones parlamentarias.
Como siempre, devienen las preguntas. ¿Por qué justo en estos momentos es que se destapa la olla de estos nuevos escándalos? Si en el caso de Panam Post fue bastante claro que detrás de este medio estaba el grupo de María Corina Machado y Antonio Ledezma, quienes buscaba pasarle factura a Juan Guaidó por las disputas internas en las que habían quedado marginados; esta vez, una de las fuertes hipótesis es que un sector de la oposición podría estar destapando la suciedad para torpedear los acuerdos que en silencio vienen tejiendo entre los partidos mayoritarios y el Gobierno de Maduro, tal como ya se observó con la constitución del Comité de Postulaciones para un nuevo CNE.
Está también en el medio, la hipótesis, como anticipamos más arriba, de impedir que Juan Guaidó sea ratificado como Presidente de la Asamblea Nacional el 5 de enero para el próximo período legislativo y negociar todo de nuevo lo ya pactado. Es claro que si Guaidó pierde ese cargo perdería automáticamente el de “presidente encargado” de Venezuela. Entre ellos se suelen dar “golpes de Estado”.
Pero lo que ya es más que claro es que entre los partidos de la oposición patronal se viven tempestades en momentos de definiciones políticas, como la de quién será el nuevo “presidente encargado”, así como sus políticas en el inicio del nuevo año político entrando ya completamente debilitados. Y en este recorrer de sismos opositores, los viejos zorros de Acción Democrática observan desde una esquina como se desguazan sus aliados-adversarios en la Asamblea, lo que haría pensar que de alguna manera estarían “metidos” ya sea fogoneando por abajo o con otras artimañas, no se sabe, pero sí de que suelen sacar partido en situaciones similares. ¿Un nuevo adeco presidente de la Asamblea?, todo está por verse.
#NoHayHuesoSano: ninguno merece más que el repudio del pueblo venezolano
Una vez más vemos cómo la podredumbre de la corrupción reina por todos lados. Como escribimos en el artículo donde denunciamos lo de Panam Post, “#NoHayHuesoSano: ninguno merece más que el repudio del pueblo venezolano”. La verdad es que por donde se mire, tanto en el gobierno como en la oposición de derecha lo que hay son políticos profesionales para quienes la administración de los recursos públicos es fuente de enriquecimiento, de negocios y de desarrollo de sus respectivas corruptelas.
Si algo ha quedado marcado en el balance del chavismo es haber propiciado uno de los más grandes y voraces –quizás el más grande festín de corrupción de la historia nacional-. Corruptelas que han copado los más variados espacios del Estado y del manejo de los recursos, con unos volúmenes tan brutales, que están en el centro de muchas de las calamidades del país.
La derecha que enarboló la bandera de la corrupción ha mostrado su verdadero rostro, tal como lo hizo recientemente también con su otra bandera de la “democracia” con el apoyo descarado y abierto a la represión en Chile por parte de su aliado de Piñera y defendiendo su plan económico repudiado ampliamente por el pueblo chileno. Así como también su apoyo al golpe de Estado en Bolivia que para imponerse fue a base de una brutal represión y más de 30 personas asesinadas.
Hay que denunciar toda esta podredumbre mientras el pueblo sufre la mayor de las calamidades. Todo esto no hace sino reafirmar la necesidad de que la clase trabajadora y los sectores populares den la espalda a estos políticos patronales (y corruptos) que se disputan el control del país, y forjar una alternativa propia. Dotarse de una política propia, con independencia de clase, para hacer pesar sus demandas y sus intereses, en la perspectiva de aspirar un gobierno propio de los trabajadores y el pueblo pobre.