Prontos a concluir el tercer mes del segundo semestre, todavía no llegan las buenas noticias para el gobierno de Macri en el plano económico.
Esteban Mercatante @EMercatante
Viernes 30 de septiembre de 2016
Fotografía: pixabay
Prontos a concluir el tercer mes del segundo semestre, todavía no llegan las buenas noticias para el gobierno de Macri en el plano económico. Aunque no faltan los consultores que anuncian que el rebote ya está en marcha, todos admiten que no hay por ahora evidencia de que ello esté ocurriendo. Ayer el Indec difundió nuevas caídas para la industria y la construcción en agosto, de 5,7 y 3,7 por ciento, respectivamente. Los acumulados en los primeros ocho meses del año fueron de 4,3 y 12,8 por ciento. Estas novedades se conocieron un día después de que la consultora CCR informara que agosto fue además el peor mes en el terreno del consumo, que cayó 7,4 por ciento.
De esta forma, aunque ya hace varios meses que Cambiemos evidencia la intención de realizar algunas medidas de “control de daños” para reanimar la economía que entró en severa caída por las medidas adoptadas desde su llegada al gobierno, no puede decirse que lo esté logrando. Siendo que el motor principal con el que se había ilusionado el gobierno, la lluvia de inversiones, está brillando por su ausencia (y seguramente lo seguirá haciendo el año próximo), ¿por dónde podría llegar la esquiva recuperación?
Salarios vs inflación: después de perder… ¿la hora de ganar?
Una de las apuestas del gobierno pasaba por la recuperación del consumo durante la segunda mitad del año, empujado por la recuperación de los salarios como resultado de las negociaciones paritarias, sumado a una disminución del ritmo inflacionario. En las últimas semanas el ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay remarcó el concepto de que, desde agosto, los salarios le vienen ganando a la inflación. La intención de este anuncio, demás está decir, fue desestimar la posibilidad de reapertura de paritarias, que los gremios volvieron a pedir ayer en la reunión que tuvieron los dirigentes de la CGT con Prat-Gay, y los titulares de las carteras de Trabajo, Jorge Triaca; de Producción, Francisco Cabrera; de Interior, Rogelio Frigerio y el vicejefe del Gabinete de ministros, Mario Quintana. Pero esta supuesta “ganancia”, que habrá que ver en qué medida se sostiene cuando se conozca la evolución de precios de los meses que faltan, se da [sobre la base de una pérdida de más de 10 puntos porcentuales de poder adquisitivo durante los primeros 7 meses del año. De cumplirse los objetivos expresados por el gobierno el presupuesto de 2017, las subas salariales tendrán como límite máximo el previsto para la inflación durante el año próximo, es decir 17 por ciento. Esto significará que a un año de pérdida neta para los salarios le seguiría otro de empate. Esto significa que los salarios reales seguirán arrastrando la pérdida con la que terminen este año (que difícilmente será menor a 7 puntos porcentuales). Con este panorama por delante, y un deterioro del empleo notorio en el sector privado según informó esta semana el ministerio de Trabajo, no sorprende que el consumo no esté respondiendo como aspira el gobierno.
El comercio exterior, una (módica) cuota de optimismo
Donde esta semana el gobierno tuvo buenas noticias es en lo que respecta al comercio exterior. El superávit comercial de agosto fue de 705 millones de dólares, como resultado de un incremento del 12% en las exportaciones y una baja del 7,1% en las importaciones. La disminución de las compras del exterior se debe en gran medida a una caída de los precios de los productos ingresados. En el crecimiento de las ventas al exterior, pesaron los mayores envíos de cereales (+107%). Los productos primarios, que ascendieron más del 50% y sumaron u$s1.912 millones. Se trata, sin embargo, de una mejora en el saldo externo que podría ser efímera, ya que según la consultora Abeceb hubo un “corrimiento” en el maíz, que en general para esta altura del año ya está liquidado, pero se atrasó por las inundaciones que demoraron la cosecha. A pesar de la obsequiosa política del gobierno con el sector agrario, que transferirá este año no menos de 120 mil millones de pesos entre la mejora en los márgenes que le significó al sector la devaluación y la eliminación de retenciones (excepto para la soja), la actividad tuvo durante el segundo trimestre del año una caída de 7,9 por ciento.
Apostando a la obra pública
Uno de los grandes caballitos de batalla para la reactivación del segundo semestre sería, en los papeles, la obra pública. Pero llegando al final del noveno mes del año, los datos de ejecución presupuestaria muestran que este motor tampoco se termina de poner en marcha. Según informa Hacienda, en lo que va del año se devengó en Inversión Real Directa el 41 % de lo presupuestado: 23.568 millones de pesos, de los 57.193 millones asignados. Frigerio señaló que “hoy estamos en un nivel de ejecución como el que necesitamos”, pero suena a un exceso de optimismo. El año próximo, la intención anunciada por el presupuesto es incrementar en 47% los fondos.
Deuda, blanqueo, e incógnitas
Aunque hasta el momento no muestre resultados, hay un giró “táctico” en la política económica del gobierno, que ante la demora en las inversiones aspira a que la economía se mueva al ritmo de los proyectos públicos y una moderada recomposición de ingresos salariales y de los jubilados como resultado de una moderación del ajuste. Moderación que no revierte el shock del primer semestre pero promete una pausa hasta las elecciones (con la salvedad de que la hoja de ruta de los tarifazos prevé un nuevo golpe al bolsillo en abril en el caso del gas). La conformidad que dio ayer el gobierno al pedido que hizo la CGT de una suma fija a fin de año para los trabajadores del sector público y privado y la eximición de Ganancias para el aguinaldo, van en ese sentido.
Se trata de un plan que, ayudado por alguna entrada de capitales que pueda lograr el blanqueo (cada vez mirado con más escepticismo por los bancos y analistas) y el lubricante de la deuda externa, podría dar algún reanimamiento a la economía en el año electoral. El costo para el gobierno, es que la lluvia de inversiones quedará para después de octubre de 2017, cuando Macri vuelva a apretar el torniquete para achicar el déficit –tema que ayer volvió a motivar reclamos en la convención de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) y en la reunión del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas– y profundice el “sinceramiento”, que para los “dueños” este año todavía tuvo gusto a poco.