Después del éxito de Chavs, Owen Jones vuelve a apuntar su crítica hacia la clasista sociedad británica en su último libro, El Establishment. Esta vez indaga en el mundo de las elites, el reino del 1% y los que gobiernan a su servicio.
Josefina L. Martínez @josefinamar14
Miércoles 2 de diciembre de 2015
“¿Cómo llamas a doce banqueros en el fondo del océano? Un buen principio.” El chiste circuló con fuerza después del 2008, cuando el gigante Lehman Brothers caía estrepitosamente y con ese acto daba comienzo la crisis económica más importante de las últimas décadas. La broma le permite a Owen Jones señalar que la crisis dejó al desnudo al establishment, frente a la mirada de la mayoría de la población. Aunque los poderosos rápidamente se cubrieron con otro velo, para salir de escena y seguir moviendo los hilos desde las sombras.
¿Qué es el establishment? Para Jones está formado por los políticos que crean las leyes, los barones de los medios de comunicación, las empresas y financieros que dirigen la economía y las fuerzas policiales que hacen cumplir esas normas a favor de los poderosos.
“El establishment es el lugar donde todos esos intereses y esos mundos confluyen. (…) Lo unifica una mentalidad común, que mantiene que quienes están en lo más alto se merecen su poder y sus fortunas cada vez mayores, y que se puede resumir con el eslogan publicitario del gigante de los cosméticos LOreal: ´Porque yo lo valgo
.”
Además de esa mentalidad común, el establishment posee vínculos económicos y una práctica de “puertas giratorias”, los grandes empresarios colocan a sus hombres en puestos de gobierno, mientras que muchos políticos fichan en el ámbito privado al terminar sus mandatos, como asesores de grandes corporaciones.
Los grandes medios de comunicación están controlados por un puñado de ricos y los think tank son canteras ideológicas al servicio de mantener y perpetuar los privilegios del establishment, denostando todo lo que pueda amenazarlo.
La gran paradoja del establishment, sostiene Jones, es que se consolidó en base a una ideología de rechazo al Estado, el dogma neoliberal que propone achicar y recortar al Estado. Pero, en realidad, el establishment depende extraordinariamente de ese Estado, del que recibe generosos subsidios, legislación favorable y protección policial.
Es lo que algunos llamaron un “socialismo para ricos”: bancos rescatados con dinero público, grandes obras de infraestructura financiadas por el Estado y aprovechadas para las ganancias privadas, protección legal y policial a la propiedad privada, inversión en investigación y desarrollo apropiada por las corporaciones, ataque generalizado a las conquistas laborales, etc.
“El tronco del capitalismo moderno”, dice Jones, es que “el riesgo y la deuda se han nacionalizado y recaen en la población, mientras que los elementos de beneficio están privatizados.”
OJ rastrea la genealogía del establishment británico actual en los años 70, cuando un grupo de neoliberales ortodoxos comenzó una “cruzada” ideológica y política por el poder del Estado. El ascenso de Thatcher al gobierno y la envergadura de la derrota del movimiento sindical inglés, abrieron paso a lo que más tarde sería el dominio sin límites de los chicos de la City de Londres.
Los “escuderos” del establishment, como define a los think tanks neoliberales y los medios de comunicación, convirtieron en “sentido común” los dogmas de la clase capitalista: privatización, denigración de los sectores populares, codicia e individualismo.
En el capítulo sobre “El cártel de Westminster”, Jones apunta a la casta de políticos profesionales que votan recortes al gasto público, privatizan la salud y defienden los subsidios a las empresas, mientras que con la otra mano se aumentan sus propios salarios. Un cártel de políticos que incluye a los conservadores, liberales y también a los representantes del “nuevo laborismo”. La participación activa del nuevo laborismo de Tony Blair en la guerra de Irak junto a Estados Unidos, es uno de los momentos de apogeo del Establishment.
Otro capítulo está dedicado a “Los amos del universo”, la City de Londres, el verdadero corazón del establishment. El sector financiero que comandó el barco que navegó directo al abismo de la crisis, pero que salió premiado por los rescates estatales.
El libro de Jones combina la investigación de datos y entrevistas con integrantes del establishment en su propio territorio (clubs privados y oficinas lujosas), con el testimonio de aquellos marginados y denigrados por la elite. Familiares de jóvenes negros hostigados por la policía británica, una mujer con discapacidad a la que han privado de las ayudas sociales, activistas contra las ganancias de las corporaciones, periodistas críticos y la familia de un joven deportado a Estados Unidos después del 11S.
La crítica es aguda y hace una disección profunda del mundo de los poderosos. La debilidad de su punto de vista, sin embargo, aparece en la propuesta que corona el libro, una “revolución democrática” para terminar con el dominio del establishment. Jones considera que es posible aplicar de forma evolutiva y pacífica una serie de medidas para “recuperar la democracia” y liberarla del dominio del capital financiero. Defiende la idea de un pacto social entre un sector de la burguesía británica con los movimientos sociales y sindicales, para revertir los procesos de privatización y controlar la voracidad de los más ricos, recuperando una “soberanía popular” sobre el Estado. Como si hubiera una fracción de la burguesía británica industrial progresiva, frente a la dominada por el capital financiero, depredador.
Esta postura lo acerca a movimientos como Podemos en el Estado español y otras formaciones reformistas, a las que considera un modelo para la izquierda europea. Su posición se basa en una concepción equivocada de la democracia liberal y del Estado capitalista, como si hubiera un “estado neutro” al que llenar con medidas sociales y soberanía popular.
En realidad, el Estado siempre ha sido la “junta de negocios de la burguesía”, como dijeron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. El dominio del establishment ha significado el despliegue descarnado, cínico y brutal, de una dinámica social inherente al capitalismo.
Las experiencias reformistas europeas han tenido una primera prueba de fuego en Grecia, donde el gobierno de Syriza se transformó en el aplicador directo de los planes de la Troika. La estrategia de “recuperar la democracia” en los estrechos márgenes del capitalismo actual, moderando el programa para llegar al gobierno por la vía institucional, mostró su fracaso.
Más allá de estos límites, el libro de Owen Jones aporta un retrato profundo de la sociedad actual, después del avance sin precedentes del capitalismo neoliberal. Desde el comienzo de la crisis capitalista, el establishment se encuentra en el blanco de las críticas, y su “sentido común” pierde sentido frente a los ojos de millones.
Owen Jones, El Establishment, 2014; Seix Barral 2015.
Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.