Sin crecimiento económico, la agenda del empleo y el salario se instala en la campaña electoral. Mientras crece la desocupación, el ministerio de Trabajo estableció un salario mínimo de pobreza. La burocracia sindical de tregua y en campaña. Los proyectos del Frente de Izquierda para el empleo y el salario.
Fernando Scolnik @FernandoScolnik
Miércoles 28 de junio de 2017
A pocos días de haberse oficializado los candidatos para la campaña electoral, la discusión sobre el empleo y el salario se ha ubicado en el centro de la escena política.
El cierre fraudulento de la multinacional Pepsico, respondido por un plan de lucha por parte de los obreros y organizaciones solidarias, no es más que la punta del iceberg de una crítica situación laboral. Cierres y despidos masivos han tenido lugar en los últimos días también en empresas como Lanxness, Puma, Atucha, Wal Mart o ITEC, entre otras.
Según datos del Indec, el desempleo subió a 9,2 % en el primer trimestre del año, mientras que en lugares como el Gran Buenos Aires trepa hasta el 11,8 %. 1.700.000 están personas desocupadas en todo el país. Otro 9,9 %, por su parte, se encuentra subocupado.
El macrismo, luego de sus consecutivas y fracasadas promesas de “segundo semestre”, “brotes verdes” o “luz al final del túnel”, ahora ensaya una nueva variante discursiva para la campaña electoral. El ministro Nicolás Dujovne señaló ayer que “cuando los inversores, los tenedores de pesos, los que están pensando en poner una fábrica y generar empleo, ven la posibilidad de que la Argentina vuelva a esas políticas del pasado que tanto daño han hecho, dudan”.
Dicho de otro modo, el Gobierno nacional acusa al fantasma de un triunfo electoral del kirchnerismo para justificar por qué la economía no arranca, y busca aterrorizar para pedir el voto por las listas oficialistas. Se trata de un discurso débil, teniendo en cuenta que los senadores del Frente para la Victoria o gobernadoras como Alicia Kirchner vienen acompañando los planes de ajuste del macrismo, mientras que los dirigentes sindicales como Hugo Yasky, candidato de la hoy “Unidad Ciudadana”, no se han caracterizado precisamente por su “resistencia con aguante” a la política económica del oficialismo.
El diario Clarín, por su parte, eligió en la tarde de ayer decir que “la izquierda admitió que los cortes de calle se vinculan con la campaña electoral”. No fue solamente una burda forma de titular declaraciones, habitual del multimedio, sino también un intento de tapar el sol con la mano, ya que el descontento social es inocultable y no surge precisamente debido a una campaña de la izquierda sino de los tarifazos, los despidos, las paritarias a la baja.
Estas operaciones políticas se dieron este martes en el marco de que las calles porteñas dieron cuenta de otra arista de la situación social: un salario mínimo de pobreza y la realidad de quienes perciben planes sociales.
Al caer la tarde culminó en fracaso una reunión del Consejo del Salario en el ministerio de Trabajo. De la misma participaron dirigentes de la CGT y de ambas CTA, empresarios y funcionarios de la cartera laboral. Tampoco obtuvieron satisfacción a sus demandas las organizaciones sociales que se movilizaron ayer exigiendo ser incorporadas en el encuentro.
Según se comunicó oficialmente tras la reunión, "ante la ausencia de un acuerdo, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social resolvió elevar a través de un laudo la pauta del mínimo salarial que debe percibir un trabajador soltero en la Argentina por la jornada laboral acordada a $ 10000, lo que equivale a un aumento del 24%. Los montos serán actualizados en 3 tramos, $ 8860 a partir de julio, $ 9500 en enero y $ 10000 en julio".
Vale recordar que a fines de marzo los trabajadores organizados en ATE Indec estimaron que la “canasta de consumos mínimos” tuvo un costo de $ 22768 en el Gran Buenos Aires. Ese valor corresponde a lo que necesita un hogar constituido por una pareja con dos hijos menores y se compone de $ 7.191 de canasta alimentaria mínima y $ 15.577,80 destinados a otros bienes y consumos mínimos.
Es decir que el macrismo ha decretado un salario mínimo de pobreza.
La burocracia sindical: un rechazo de campaña electoral
Las cúpulas sindicales rechazaron todas las ofertas oficiales, denunciaron que es la primera vez desde la creación del organismo que no se llega a un acuerdo y, a la salida del encuentro, Pablo Micheli de la CTA aseguró que "es hora de evaluar una protesta nacional de todos los sindicatos".
Sin embargo, la falta de precisión de sus declaraciones deja entender que una vez más no habrá un plan de lucha serio, no solo por el salario mínimo sino tampoco por las paritarias pendientes o para frenar los cierres y despidos.
Ya en Pepsico Rodolfo Daer consumó la traición a la pelea por los puestos de trabajo (lucha que sostienen contra él los obreros que ingresaron a la planta), y el sábado por la noche compartió una cena con Mauricio Macri, Omar Maturano, Juan Carlos Schmid, Hugo Moyano, Mario Calegari, Armando Cavalieri y empresarios del transporte.
Las cúpulas sindicales no parecen entonces precisamente en pie de lucha, sino muy a gusto codeándose con funcionarios y patrones. En cambio, sí es posible, en la previa de las elecciones legislativas, que se vea a burócratas gremiales varios hacer pomposos pronunciamientos, e incluso marchas o medidas testimoniales que no estén a la altura de lo necesario para frenar los ataques en curso, pero sí para hacer demagogia antimacrista.
Vale recordar, en este sentido, que distintos miembros de las cúpulas sindicales son parte de diferentes listas electorales. El propio Micheli es candidato en Provincia de Buenos Aires junto a Pino Solanas, mientras que el moyanismo está alineado junto a Massa y Stolbizer, Oscar Romero del SMATA junto a Florencio Randazzo o Hugo Yasky en la Unidad Ciudadana de Cristina Kirchner, por mencionar solo algunos ejemplos. Por su parte, Mauricio Macri dijo ayer insólitamente (o no tanto) que el fallecido “Momo” Venegas fue “un defensor de los derechos de los trabajadores”. Sin palabras.
Es probable entonces que ninguno de ellos plantee un plan de lucha serio por las reivindicaciones de los trabajadores, pero sí que entremos en temporada alta de demagogia al servicio de usar el descontento de los trabajadores a favor distintos proyectos políticos patronales.
El planteo del Frente de Izquierda
Desde el PTS en el Frente de Izquierda, cuyas listas electorales están pobladas de trabajadores y trabajadoras que son verdaderos luchadores, se plantea una perspectiva diferente. Contra los planes patronales, es preciso apoyar sin restricciones luchas emblemáticas como la de Pepsico, plantearse recuperar los sindicatos para poner en juego la enorme fuerza social que mostraron el paro general del 6 de abril y las movilizaciones de marzo, así como construir una gran fuerza política de miles de militantes y peso político en la escena nacional, bajo un programa para que la crisis la paguen los capitalistas.
La gran campaña por una jornada laboral de 6 horas, 5 días a la semana, para que podamos trabajar todos y con un salario como mínimo igual a la canasta familiar, busca dar respuesta a los problemas del empleo y el salario que están en la agenda política nacional por la única vía realista para hacerlo, atacando las ganancias capitalistas.
Asimismo, Myriam Bregman, candidata a diputada porteña por el Frente de Izquierda, anunció que su primer proyecto de ley en la Legislatura será “la declaración de la emergencia laboral. Vamos a impulsar la prohibición de despidos y suspensiones, porque las cifras de desocupación y precariedad alcanzan números alarmantes e históricos, en especial entre las mujeres y los jóvenes en la Ciudad, llegando la desocupación total a un índice cercano al 10 %”.
En la campaña electoral, y en cada lucha, el PTS-Frente de Izquierda levanta estas perspectivas.
Fernando Scolnik
Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.