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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Pandemia, crisis y discriminación estructural

Las personas con discapacidad (PCD), representamos a un importante sector de la población, que según los datos aportados por el censo de 2010, está compuesto por más de 5 millones de personas, representando un 12% de la totalidad de los habitantes. La crisis social producto de la pandemia no hizo más que profundizar los padecimientos que arrastramos desde hace décadas.

Lunes 6 de julio de 2020

Foto: Lucas Benevolo

En nuestro país, millones de trabajadores ocupados y desocupados se esfuerzan por subsistir con ingresos que condenan a la pobreza estructural mientras el gobierno "invierte" más de la mitad de los recursos destinados a combatir la pandemia en garantizar las ganancias empresariales. Las Personas con Discapacidad no escapamos a esta realidad, que refleja la brutal e histórica indiferencia por parte de un Estado siempre "presente" a la hora de garantizar por diversas vías las ganancias de la clase capitalista.

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Según los propios datos oficiales, el 70% de las PCD (unos 3,5 millones de seres humanos) sobrevivimos con ingresos por debajo del nivel de la indigencia. Mientras, desde las usinas ideológicas y mediáticas, el modelo capitalista internacional baja doctrinas como el neo-liberalismo y el discurso meritocrático para sostener una base estructural de opresión y explotación.

¿Pero cómo sostener un discurso sobre igualdad de oportunidades cuando el 88% de las PCD no finalizó sus estudios secundarios, condición imprescindible para la inclusión laboral? El 70% de las PCD están desocupadas, sólo el 15% de la población con discapacidad tiene ingresos por encima de la línea de pobreza (es decir que el 85% de las PCD somos pobres o indigentes), situación que se agrava por la falta de transporte público de uso Universal, condiciones de vivienda inadecuadas y un marco sanitario precario.
Estos datos pretenden mostrar el escenario de pobreza e inequidad en el que un sector históricamente oprimido por el Estado desarrolla su vida, ante la indiferencia de la gran mayoría de la sociedad, partidos políticos y organizaciones sindicales, sectores que justifican su exclusión con algunos actos esporádicos de caridad que solo pretenden congraciarse con sus almas piadosas. Las PCD no necesitamos caridad ni que un amplio sector de la sociedad lave sus culpas en nosotros, exigimos la oportunidad de un desarrollo inclusivo real en un marco sociocultural de libertad e igualdad y por sobre toda acción de asistencia exigimos de manera terminante el respeto de nuestros derechos como personas.

Retomemos nuestra tradición de lucha y organización

Es imprescindible resaltar que no siempre la población con discapacidad estuvo desorganizada. Hay una importante tradición en la lucha y la organización colectiva por nuestros derechos. Durante los años 70 se desarrollaron una serie de actos que fueron conocidos como La Revolución de los Rengos, que tras un proceso de organización que incluyó movilizaciones y otras acciones de protesta, desencadenó una crisis social que aportó de forma concluyente la Primer Declaración de Derechos de Personas con Discapacidad con normas aplicables en la Argentina, transformándose en un importante antecedente para las PCD en toda la Región Latinoamericana. Las PCD tampoco fueron ajenas a los atroces crímenes de lesa humanidad acaecidos durante la última dictadura Civil-militar-eclesiástica que asoló a la sociedad en esos momentos y muchos de los y las protagonistas de esas emblemáticas movilizaciones sociales fueron secuestradas, torturadas, asesinadas y desaparecidas en el marco del proceso genocida, como fue probado en el Informe publicado bajo el título “Nunca Más”. Es importante rescatar la historia de lucha de las generaciones que nos precedieron, ya que cada derecho obtenido fue una conquista que se arrancó, no sin tensiones y enfrentamientos, a los capitalistas y su Estado.

¿Qué pasa en la Provincia de Buenos Aires?

Más del 50% de la población con Discapacidad, unos 2,7 millones de personas, habitamos en la provincia más poblada del país. Desde la vuelta de la democracia, se ha consolidado un régimen de explotación y sometimiento que se aplica sistemáticamente desde el Estado, desoyendo las leyes vigentes, otorgando Pensiones por Discapacidad con montos vergonzantes, incumpliendo los Tratados Internacionales a los que adhiere, congelando las partidas destinadas a la materia y desarrollando políticas públicas que solo tienden a vulnerar los Derechos adquiridos y sumir en el olvido a millones de PCD. Si para los capitalistas somos ciudadanos de segunda, que al no poder ser utilizados de la misma manera que al resto de la fuerza de trabajo para producir ganancias, merecemos un trato despectivo o el olvido, el Estado (gobernado en esta provincia por el peronismo en prácticamente todo el período) se encarga de dejarlo en claro.

Como muestra, podemos mencionar que los Talleres Protegidos de Producción, que dependen de la órbita del Ministerio de Desarrollo de la Provincia, actualmente son sólo 172 los habilitados, encontrándose más de 150 en espera, funcionando en la clandestinidad por la irresponsabilidad y ausencia del Estado Solo en los habilitados cumplen su jornada laboral obligatoria más de 10000 trabajadores con discapacidad. El ingreso actual mensual de estos Trabajadores es de $3500 por una jornada de 8 horas, sin pago de aguinaldo, ART, Obra Social, etc., incumpliendo la legislación actual vigente en la Argentina y los Tratados Internacionales. Si, las PCD que trabajan en Talleres Protegidos de Producción, cumpliendo la misma jornada que establecen la mayoría de los convenios de la industria y los servicios, ganan el equivalente a sólo el %10 del Salario Mínimo, Vital y Móvil establecido por la Ley.

Debemos destacar que según los propios datos proporcionados por la Agencia Nacional de Discapacidad la PBA, se destaca como la de menor inequidad en materia de Discapacidad, lo que deja al desnudo la crisis de vulnerabilidad que se despliega por el resto de los territorios provinciales. Estos datos solo pretenden brindar una breve muestra de la inequidad y salvajismo con que se trata a las PCD bajo el capitalismo argentino, condenando a millones de personas a una existencia miserable y a ser los desechos de la sociedad de consumo. En conclusión queda demostrado que mientras los Gobiernos que se han alternado en el poder en las últimas décadas se esfuerzan por promulgar una copiosa legislación interna sobre la materia y a adherir a cuanto Tratado Internacional sobre Derechos de las PCD se concrete en el Planeta, los más de 5 millones de Personas con Discapacidad que habitamos en la Argentina permanecemos siendo atropellados por la maquinaria destructiva del modelo impuesto por los poderes económicos internacionales y a los cuales los diversos Gobiernos, ya sean “Nacionales y populares” o “republicanos”, se someten.

Una perspectiva para la igualdad

Por todo lo expuesto es imprescindible que las PCD asumamos la responsabilidad que nos toca y retomemos colectivamente el camino de la organización, sumándonos al conjunto de la clase trabajadora, la juventud, las mujeres, en el camino de subvertir el estado actual de pobreza estructural, explotación y falta de derechos en el que la clase capitalista y sus gobiernos nos han dejado, situación que esta pandemia no ha hecho más que profundizar, ya que las patronales intentan descargar la crisis sobre la clase trabajadora, con más de 100000 despidos en lo que va de cuarentena (pese al decreto presidencial que los prohíbe, pero que el propio gobierno parece no querer hacer que se cumpla), suspensiones con rebajas salariales pactadas con la burocracia sindical, militarización de los barrios populares, y beneficios impositivos para los grandes empresarios mientras a la población más vulnerable se le da un IFE de $10000 que no alcanza para nada.

Es necesario comprender que solo cuando exijamos nuestros Derechos colectivamente podremos lograr nuestro reconocimiento, exigir que los miles de millones de dólares que sistemáticamente se destinan a pagos de una deuda ilegal y fraudulenta, que los trabajadores no adquirimos, sea invertida en la histórica deuda que los poderosos mantienen con el movimiento obrero en general, y con las PCD en particular. Por último asumir nuestra pertenencia al movimiento obrero sin importar nuestra condición laboral en el presente, pero con la convicción de que ser parte nos asegura la capacidad y la fuerza para la lucha que como individuos aislados, o colectivo que se limite sólo a nuestras demandas sectoriales, estaremos en peores condiciones de encarar. El momento ayuda: en países como Estados Unidos, Brasil o Francia, por nombrar solo algunos, son millones quienes se movilizan contra el racismo, otra expresión estructural de las miserias que "ofrece" este sistema y que ya es cuestionada a nivel de masas. Nuestra perspectiva debe estar orientada hacia la construcción de esa fuerza social que sea capaz de dar vuelta todo, terminando con este sistema de explotación, opresión y discriminación, y poniendo en pie un gobierno de los trabajadores que siente las bases para lograr nuestras demandas históricas.