La multinacional pretende que los trabajadores dejen de tomar mate, pero muy poco hace para evitar accidentes y mejorar las condiciones de trabajo.
Jueves 18 de agosto de 2016
El fin de toda empresa es obtener mayores ganancias a costa de lo que sea, incluso de la salud de los trabajadores, y las malas condiciones laborales a las que nos someten.
En la papelera Sanovo de Cipolletti, como en cualquier empresa, siempre hay que dar una pelea constante para mejorar las condiciones de trabajo: cosas que se rompen y no las arreglan, la velocidad de las maquinas que cuando andan mal no la quieren bajar, el frío en invierno y el calor en verano con hornos a 300 °C, y la lista sigue.
Sanovo es una multinacional que monopoliza la fabricación de bandejas de maple y estuches para huevos, y además, produce bandejas para fruta, que en su gran mayoría las fabrican en la planta de Neuquén, Molarsa.
Una de las grandes discusiones que hemos planteado en el interior de ambas papeleras, además de la cuestión salarial y del reclamo de igual trabajo, igual salario, ya que existen diferentes remuneraciones por el mismo trabajo, es la de la seguridad y condiciones de trabajo. Lamentablemente en el gremio papelero, por política de la conducción del sindicato, no existen asambleas en las cuales se puedan debatir estos problemas. Sin embargo, y a pesar de la negativa del sindicato, como el malestar se expresa por abajo, realizamos asambleas a la salida del turno, y con el conjunto de los compañeros planteamos los problemas y discutimos ideas para mejorar las condiciones de trabajo, o bien los avances patronales que el sindicato, por acción u omisión, deja correr.
Hace un mes se realizó una reunión con la empresa en la que le planteamos la gran mayoría de los problemas y advertimos de los peligros de accidentes en diferentes sectores, entre ellos las pérdidas de aceite y agua debajo de las maquinas donde realizamos las tareas quienes somos “punta de máquina”. Pero la empresa estaba más preocupada en notificarnos que quieren implementar nuevas normas para competir en el mercado. Es así que de estas medidas surgió la prohibición de tomar mate en los puestos de trabajo como también la de consumir alimentos. Rápidamente esto generó la bronca de la mayoría de los compañeros ya que mientras prohíben algo tan nuestro y de tradición de los que habitamos en el sur de América, no se preocupan por arreglar nada de lo que planteamos, para que los trabajadores dejemos de correr en las máquinas por su velocidad y mal funcionamiento, tampoco por eliminar los peligros latentes de accidentes, ni por resolver los problemas de fondo, ya que ponen parches que duran menos que el chamuyo de la “pobreza cero” de Macri y que luego hace que tengamos que trabajar el doble. Los trabajadores tanto de las puntas de máquina, como los prensistas, como de impresora, de los pulper y de las máquinas, terminamos haciendo arreglos artesanales, el famoso “atalo con alambre”, que en este caso sería con cintex y cartón.
La gerencia se queja que hay muchos accidentados pero nada hace para cambiar profundamente las condiciones de trabajo, y si lo hace es porque le conviene a la patronal multinacional. La gran mayoría de los compañeros que rondan en los 25 a 30 años de antigüedad tienen enfermedades crónicas que van desde respiratorias, cardíacas, auditivas hasta hernias en diferentes partes de la columna. En la mochila de muchos siempre hay una farmacia, ya que los dolores de brazos, espaldas y piernas son constantes. Pero no, la empresa está preocupada en llenar planillas sobre el trabajo para que los compañeros se manden al frente unos con otros, en disfrazar todo y en una carrera contra reloj para imponer las nuevas normas. Y también, en que no tomes mates, eso que tanto nos une, que abre conversaciones y confraterniza. ¿Será por eso?
En el medio de todo esto, sucedió lo que denunciábamos. Un compañero se resbaló debajo de la máquina que produce maples, debido al agua y el aceite que están en el piso cuando iba a destrabar justamente bandejas que se habían atascado en las caídas (otra de las que no han arreglado). El compañero cayó de espaldas y por esas cosas de la suerte, afortunadamente, no golpeó su cabeza en la caída. La indignación no se hizo esperar. Luego de una discusión con el gerente de recursos humanos, empezaron a moverse para solucionarlo. Tuvo que accidentarse un compañero para que la “solución” de esa demanda impostergable aparezca en horas.
Esto nos demuestra el poco interés por parte de las patronales, que en su sed de ganancias, no priorizan la salud de cada uno de nosotros, los trabajadores. Siquiera tienen en cuenta que, cada empleado, tiene una familia que lo está esperando para almorzar, cenar o compartir las pocas horas de descanso y ocio que nos quedan. Ningún trabajador quiere que a la familia la llamen por teléfono que su esposo, hermano, hijo, padre, etc, está en la clínica porque tuvo un accidente que no debió ocurrir y es negligencia y desidia de la empresa.
En medio de la crisis que se vive, las empresas, no sólo quieren ajustar sobre los salarios, también van a querer ajustar no invirtiendo en seguridad. La forma de impedirlo debe ser poniendo una comisión de seguridad e higiene en la que tengamos representación los trabajadores con plenos poderes para llevar adelante los planteos y el control de cada peligro y necesidad que surja.