Tras las protestas de los últimos días, las festividades por el 14 de julio se están convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza para el gobierno de Emmanuel Macron, que teme una reanudación de las movilizaciones.
Lunes 10 de julio de 2023 19:52
El 14 de julio en Francia se celebra el Día Nacional de Francia, en conmemoración de la toma de la fortaleza de la Bastilla, en París, durante la Revolución francesa de 1789. Pero lejos de un ambiente festivo, el gobierno de Emmanuel Macron planea prohibir la pirotecnia, hay cancelación de festejos y un despliegue de fuerzas represivas.
Una respuesta autoritaria ante el temor de nuevos disturbios
A pocos días del 14 de julio, este año perfila como una cita extremadamente delicada para el presidente Emmanuel Macron. Para el Gobierno francés, ese día debe ser una celebración de la "grandeza de la nación francesa" con un tono imperial, lejos del espíritu revolucionario de 1789, pero los cinco meses de protestas contra la reforma jubilatoria y la revuelta en los suburbios impiden a Macron aprovechar los días festivos para celebrar sus "Cien días de apaciguamiento".
Tras seis días de revueltas en los barrios populares luego de que un policía asesinó a Nahel, un joven estudiante, el Gobierno está aterrorizado ante la posibilidad de que el 14 de julio vuelva a ser un catalizador de la bronca y de nuevos disturbios. La semana pasada, Macron ya mostraba su preocupación por el final de los disturbios, diciendo que había que ver "qué pasa los días 13 y 14 de julio" y que había que "permanecer en alerta máxima".
El Gobierno quiere evitar a toda costa que se repitan las protestas y ya ha anunciado una respuesta represiva. Mientras algunos municipios han decidido cancelar ellos mismos las fiestas, la primera ministra, Elisabeth Borne, declaró al diario Le Parisien en una entrevista que "se pondrán en marcha medios masivos para proteger a los franceses" durante "dos días sensibles". Hay que tener en cuenta que en el punto más álgido de las protestas se desplegaron cerca de 45000 policías y gendarmes, incluidas unidades especiales, que resulraton en más de 4000 personas detenidas, no cabe duda de que tal declaración promete un nuevo despliegue a gran escala de las fuerzas represivas para impedir cualquier expresión de ira contra el Ejecutivo.
Más concretamente Borne anunció el domingo que había firmado un decreto por el que se prohíbe la venta, porte y transporte de fuegos artificiales con el fin de "prevenir el riesgo de desórdenes públicos graves durante las fiestas". Este decreto le permitirá al Gobierno ampliar aún más el alcance de sus medidas represivas y está especialmente dirigido a los jóvenes de los suburbios.
Por último, en consonancia con las declaraciones del presidente Macron en las que responsabilizaba a las redes sociales de la difusión de la revuelta, Jean-Noël Barrot, ministro delegado para la Transición Digital, anunció en el sitio France Inter que había pedido a las principales plataformas "que velen por que los parámetros y las funciones de sus servicios no se utilicen indebidamente al servicio de las concentraciones antidisturbios". Más concretamente, la geolocalización está en su punto de mira porque "se ha detectado que se ha utilizado indebidamente para facilitar disturbios".
Un 14 de julio que pone de manifiesto la debilidad de Macron
Este 14 de julio estará marcado por el autoritarismo del Ejecutivo. Algo que choca especialmente con la intención de Emmanuel Macron, anunciada en el pasado mes de abril, de aprovechar los días de receso para hacer balance de los "Cien días de apaciguamiento", que supuestamente debían pasar página a los meses de protestas contra la reforma jubilatoria que impuso el Gobierno. Pero lejos de haber controlado la situación, las protestas de los jóvenes de los suburbios ha reforzado la crisis abierta en la que ya se encontraba el gobierno, dificultándole aún más encontrar una salida desde arriba.
Prueba de ello es la persistente confusión en torno a una remodelación del Gobierno, tanto por su contenido como por su anuncio, previsto inicialmente para un discurso el 14 de julio. Aunque el diario Libération afirmaba el lunes que Emmanuel Macron había tomado su decisión de llevar adelante cambios en el Ejecutivo, las evasivas y vacilaciones revelan el callejón sin salida en el que se encuentra el Gobierno. El hecho de que, a sólo tres días del 14 de julio no este claro si el presidente de la República pronunciará un discurso, habla de la debilidad del Gobierno, que teme el menor paso en falso que pueda reavivar las brasas aún calientes. "Es cierto que si el Presidente habla y luego las cosas vuelven a estallar, quedaremos como idiotas", declaró un diputado del oficialismo al canal BFM TV. Sea como fuere, el Presidente sólo puede seguir avanzando cueste lo que cueste, y sus anuncios serán examinados con lupa.
Con muy poco margen de maniobra, el presidente Macron juega con el tiempo. Mientras que un acuerdo con el derechista Los Republicanos sigue pareciendo imposible, y las contradicciones en el seno del bando presidencial inclinan la balanza hacia la permanencia de la primera ministra, Elisabeth Borne, en el cargo a falta de una alternativa, el 14 de julio servirá para revelar la incapacidad del Ejecutivo para renovarse. La victoria del movimiento antirracista que el pasado sábado logrando manifestarse a pesar del intento de prohibir la marcha mediante la represión, agrava la persistente crisis política. Una demostración, a su escala, del potencial que podría tener un frente unido del movimiento obrero y social contra las políticas antisociales y racistas de Macron, la derecha y la extrema derecha.