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Red Internacional
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Ridículo. Para Milei la Policía no es socia del narcotráfico, pero “la izquierda internacional” sí

El diputado liberfacho no deja de inventar relatos que justifiquen su programa represivo. Según su “doctrina” la Policía (comprobada socia del crimen organizado) es “buena” y los piqueteros son “malos”, acusando a las organizaciones de izquierda de estar vinculadas a las bandas narco. De los grandes capitalistas que lucran con el consumo y la muerte, ni una palabra.

Daniel Satur

Daniel Satur @saturnetroc

Miércoles 8 de marzo de 2023 16:15

Foto Gaceta Mercantil

Foto Gaceta Mercantil

En medio de las repercusiones sobre la violencia en Rosario (vinculada especialmente a la exportación de drogas a través de los puertos), el Gobierno nacional finalmente recogió el guante de la agenda de la oposición de derecha y aceptó enviar batallones de fuerzas federales y del Ejército a la región. En este último caso, el Frente de Todos aclaró que los militares irán sin armas y sólo ayudarán en la “urbanización” de los barrios populares.

La medida se basa en políticas que ya fracasaron en diversas partes del mundo y en la misma Rosario. Por eso recibió el rechazo de organismos de derechos humanos. Pero además, al haberse dado por presión de la derecha, le dio aire a esos exponentes de las posiciones más reaccionarias para que avancen en sus diatribas represivas. Y quien no podía quedar afuera, es Javier Milei.

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Poco antes del anuncio de Alberto Fernández de este martes, el diputado liberfacho empezó a agitar que el problema del narcotráfico radica en la falta de represión y hasta se animó a afirmar, sin ruborizarse, que la existencia de ese hipermillonario negocio es prácticamente culpa de “la izquierda internacional”. Lo hizo desde la pantalla de A24, en diálogo con el periodista Esteban Trebucq.

“Convirtieron al país en un baño de sangre. Está todo podrido el sistema. En nuestro equipo de ‘seguridad’ estamos planeando una reforma de la Ley de Defensa Nacional, una reforma de la Ley de Seguridad Interior, una reforma del sistema de inteligencia, una reforma de la Justicia, donde el que la hace la paga”, fueron parte de las palabras de Milei. Fiel a su estilo, no explicó el contenido de esas reformas y cómo se implementarían.

Hasta ahí, nada que se diferencia de un político tradicional en campaña (aunque él intente despegarse de “la casta”). El punto es cuando intentó dar alguna explicación al problema de fondo. Y ahí, claro, aparecen sus bravuconadas insostenibles con las que busca hacer encajar la realidad en sus propios (y básicos) esquemas discursivos y justificar su “programa” de defensa de los capitalistas y su Estado.

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“Todo el tema de la droga está vinculado a la izquierda internacional, que se te mete adentro de tu país para dinamitarte el país y avances hacia soluciones de izquierda”, le dijo Milei al periodista de A24, que lo miraba con cierta incredulidad. Y siguió: “El narcotráfico va a minar las bases de la sociedad y con la gente de izquierda no tiene problemas. Agarrá cualquier país de izquierda de la región, cuando están los de izquierda no tienen problema. Será porque, además, le habilitan que entre para socavar las bases de la sociedad”.

Y enseguida planteó parte de su “programa” en el caso de llegar a ser gobierno: “Nosotros trabajamos por una nueva doctrina de seguridad que barra con las ideas zaffaronianas. Que la gente entienda que los señores de verde, de azul y de blanco están para cuidar al país. Que los señores de gorra azul son los buenos y que los que se tapan la cara y llevan palos son los malos. Que la víctima es la víctima y el victimario es el victimario”.

Con “ideas zaffaronianas” Milei intenta atacar al ala kirchnerista del Frente de Todos, identificadas con el exjuez de la Corte Suprema. Pero ya hemos visto cómo los “progres” del Gobierno han adoptado las propuestas de militarización de la derecha. Vale recordar, además, que el envío de Fuerzas Armadas a las barriadas populares no es una idea sólo de Patricia Bullrich y los liberfachos, sino también de Sergio Massa.

Ante todo, hay que tener en claro que Milei intenta decir en serio todo lo que dice. Que semejante palabrerío lleno de inconsistencias son parte de un discurso político que busca, por un lado, atraer al electorado de la ultraderecha rancia y, por el otro, “seducir” a sectores de la sociedad profundamente desencantados con los gobiernos que se van sucediendo.

Ahora bien, es lógico que Milei hable de “reformas” necesarias de un sistema (leyes, instituciones y políticas) que, como está a la vista de todas y todos, fracasó para frenar el narcotráfico y sus trágicas consecuencias. No hacerlo sería lo mismo que no decir nada. Pero lejos de expresar realmente lo que piensa sobre el tema, se va en generalidades que suenan bien pero no explican nada.

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En todo su discurso, Milei no menciona a quienes se benefician con el enorme negocio del comercio ilegal de estupefacientes. No habla de los capitalistas clandestinos que organizan la producción y la venta, esos que viven en lujosos barrios privados o zonas exclusivas. Tampoco de las fuerzas policiales que protegen a los “peces gordos”, controlan a los “soldaditos” (si no hacen caso los matan) y garantizan que el negocio funcione. Menos aún de los sectores políticos que encubren a las bandas a cambio de aportes de campaña o quioscos personales. Y ni hablar de los jueces y fiscales que dan impunidad a los culpables y le arman causas a inocentes para poblar las cárceles y mostrar “resultados”.

No. Para Milei es al revés. Para él el núcleo del problema está en los barrios populares, no en los puertos privados desde donde sale la mayor parte de la producción ilegal con destino europeo y facturación en euros o dólares. Para él no es necesario eliminar ese negocio clandestino a través de la legalización y regulación de la producción y consumo, sino hacer leyes más duras contra el narcomenudeo y reprimir a sangre y fuego a los consumidores de los sectores populares. Y además, lejos de proponer quitarles poder a quienes tienen una alianza estratégica con los narcos, se esfuerza por hacernos creer que las gorras azules, los uniformes y las balas son “buenas” y están de nuestro lado.

Milei no puede decir que no lee los diarios. ¿Entonces por qué niega la sociedad de hecho de los jerarcas y las secciones “antinarco” de las fuerzas de “seguridad” con los propios traficantes y sus bandas? El año pasado la entonces jefa de la Policía de Santa Fe, Emilce Chimenti, fue desplazada luego de que saliera a la luz que su hermano y otros treinta miembros de la fuerza eran investigados por la reventa de armas incautadas en operativos. ¿No sabe eso Milei? Tampoco recuerda, parece, el escándalo de la “narcopolicía” protagonizado por Hugo Tognoli, ex jefe de la fuerza santafesina, y otros jerarcas durante los gobiernos “progresistas” de Binner y Bonfatti. Para nombrar sólo los casos más resonantes que trascendieron a la opinión pública.

Por si fuera poco, sin ningún rigor empírico, sin mostrar una sola prueba y sin temor al ridículo, Milei da una voltereta en el aire y termina acusando a la “izquierda internacional” de ser la mayor responsable del desarrollo del narcotráfico en Argentina. No sólo no menciona nombres u organizaciones de esa “izquierda internacional” sino que oculta que los países donde el narcotráfico ha hecho estragos están gobernados por partidos capitalistas con ideas muy parecidas a las suyas. Estados Unidos, México y Colombia son, tal vez, los ejemplos más conocidos.

Pero el liberfacho va más allá y, en medio de una respuesta relacionada al narcotráfico, contrapone a los “buenos” policías la existencia de los “malos” piqueteros, a quienes habría que hacerles “pagar” por sus “delitos”. Claro, como algunas organizaciones sociales y de trabajadores desocupados están impulsadas por partidos de izquierda, él cree que el relato cierra sin fisuras. En lugar de narcopolicías (cuya existencia es indudable y la sufre día a día el pueblo trabajador) para Milei lo que hay es un “narcocomunismo” que sólo cobra cuerpo en su imaginación.

El problema es que Milei ocupa minutos de pantalla con sus fabulaciones (escondiendo lo que realmente haría si fuera gobierno) mientras desde el Gobierno que, supuestamente, está en la vereda de enfrente toman parte de sus demandas y decretan una mayor militarización de los barrios populares de Rosario. Lo que dice Milei, además de bizarro, es temerario y peligroso.

Con sus expresiones lanzadas desde un cómodo sillón televisivo, Milei fomenta el odio de los sectores medios y parte de la clase trabajadora hacia las miles de personas que se organizan en comedores populares y salen a reclamarle al Estado lo indispensable para calmar las urgencias de quienes siempre pierden con todos los gobiernos. Por eso pide mano dura y justifica el gatillo fácil. Por eso quiere, como Espert, cárcel o bala para la izquierda y un mayor empoderamiento de la Policía. Porque sus ideas (y su hipotético gobierno) son las mismas de quienes se benefician con la explotación y opresión capitalista, sean éstas “legales” o no.


Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).

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