Un nervioso y tambaleante presidente se dirigió al país. Su discurso estuvo marcado fuertemente por la agenda represiva del Gobierno, con fortalecimiento de la cuestionada institución de Carabineros, pasando a las reiteradas promesas hacia la “clase media” y sectores más empobrecidos, buscando dialogar con expectativas, con el objetivo de recomponer el centro político debilitado. A esto se sumó el anuncio de reformas políticas. Hizo oídos sordos a las demandas sociales estructurales que exige la gran mayoría de la población.
Lunes 3 de junio de 2019
“Segunda transición” y “acuerdos nacionales”: la búsqueda de aliados para imponer reformas neoliberales
Por más de dos horas Piñera intervino en la segunda Cuenta Pública del Gobierno. Nervioso, tuvo que dirigirse al país en un momento de notorio debilitamiento, cuestionamientos y con flancos abiertos. Manifestaciones y protestas antecedieron al discurso: marcha fuertemente reprimida en Valparaíso, concentraciones el día 30, movilizaciones de profesores y estudiantes contra el anuncio del Mineduc de dejar como optativos las asignaturas de Historia y Educación Física, y una lucha abierta que vienen dando los jóvenes del Instituto Nacional contra la brutal represión y medidas reaccionarias como el Control de Identidad a menores de edad y Aula Segura.
Piñera volvió a instalar en su discurso la cuña de la “nueva transición”, aludiendo a la transición pactada post dictadura, al mandato de Aylwin y los gobiernos concertacionistas, que no hicieron más que profundizar el modelo neoliberal y las herencias dictatoriales, partiendo por la privatización de todos los derechos básicos de las personas. “A nuestro Gobierno, a este Congreso y a todos los chilenos y chilenas, nos corresponde liderar una Nueva Transición, una transición que nos permita, antes de que termine la próxima década, conquistar el desarrollo, derrotar la pobreza y hacer de Chile un país con valores y principios sólidos, en que todos tengamos verdaderas oportunidades para desplegar los talentos que Dios nos dio”, manifestó el mandatario. Esto, en un claro gesto de un nostálgico “noventismo” para recomponer un centro político que se viene erosionando. El discurso de “segunda transición” dialoga con todo el legado concertacionista de las últimas tres décadas, y sobre todo hacia la Democracia Cristiana.
El empresario aseguró que “a partir de la recuperación de nuestra democracia, Chile ha vivido las 3 décadas probablemente más exitosas de nuestra historia: recuperamos nuestra democracia, libertad y respeto a los Derechos Humanos, multiplicamos por 5 nuestro ingreso per cápita, 7.4 MM de compatriotas superaron la pobreza, emergió una pujante clase media, nos integramos al mundo y pasamos a liderar América Latina en ingreso per cápita y Desarrollo Humano”. A Piñera se le olvida que desde el ‘78 al ‘89, las masas trabajadoras vivieron una década de penuria, crisis y degradación de sus condiciones. El “shock” catastrófico fue el papel sucio que jugó la dictadura para sentar las bases del crecimiento noventista. Entre 1990-97, el crecimiento anual promedio fue de 7,7%, un PIB promedio inédito de crecimiento en el país. Pero no llegó de “milagro”, sino de una “catástrofe”. Ya entrando en 1998, no terminaban de recuperarse las condiciones pre-crisis y ya llegaban los golpes de la crisis asiática. El “milagro” para las masas trabajadoras, significaba más una “recuperación” que un nuevo salto, como buscan “pintarlo” desde el Gobierno.
Te puede interesar: Los mitos del capitalismo chileno
Abordó una serie de medidas anunciadas hace meses, como el proyecto de Isapres y el perfeccionamiento del endeudamiento de miles de estudiantes a través del CAE, y otras que son directamente falsedades como afirmar que habría una “nueva jornada laboral” de 180 horas mensuales, como si actualmente no se trabajase esa cantidad de horas todos los meses. La política de los acuerdos nacionales es importante, pues siendo minoría parlamentaria y requiriendo necesariamente “acuerdos” para que aprueben sus reformas, busca una base social prestada y acuerdos con la DC y el radicalismo. Las “reformas” son la principal agenda del gobierno, y no puede esta pasar si no es con algunos “acuerdos”, donde no puede imponer unilateralmente sus medidas, salvo que gobierne por “decreto”, algo aún no planteado. Desde acá anunció medidas que su gobierno ha realizado y profundizó en las reformas estructurales que pretende aprobar con la venia del Congreso. Piñera se centró, especialmente, en su agenda represiva, en anuncios para la “clase media”, y en las reformas, donde destaca la jugada que hizo con la propuesta de reformas políticas, como la reducción de diputados y senadores en el Congreso. Y es que el Gobierno derechista sabe que para imponer una vuelta "a la política noventista", binominal, de los consensos entre los partidos tradicionales de este régimen, es imprescindible hacerlo de la mano con políticas represivas que apunten, principalmente, a aplastar y desarticular cualquier "oposición en las calles"- hoy expresada por un sector de estudiantes secundarios-, y medidas antidemocráticas como es limitar la representación política para evitar que alternativas nuevas entren en la escena política nacional, volviendo así a la lógica del binominal.
Represión y Seguridad, caballito de batalla de la derecha y política para golpear a la juventud
Uno de los puntos que más tiempo abarcó en su discurso fue la agenda represiva enfocada, principalmente, en estudiantes y juventud. “Por eso impulsamos un Acuerdo Nacional por la Seguridad Ciudadana, junto a una serie de Proyectos de Ley para modernizar Carabineros y la PDI, combatir los portonazos, las conductas antisociales y el uso de menores por parte de adultos en la comisión de delitos violentos, recuperar las armas ilegales o hechizas, fortalecer la responsabilidad penal adolescente y el Control Preventivo de Identidad”, afirmó el mandatario.
“También incrementamos en más de 3.000 los Carabineros en las calles protegiendo a nuestras familias. Hemos realizado 14 rondas preventivas masivas de seguridad, movilizando a decenas de miles de Carabineros en todo Chile, las que han permitido detener más de 61 mil personas, cometiendo delitos infraganti o con órdenes de detención pendientes y que estaban eludiendo la acción de la justicia (…) anuncio hoy el envío de un Proyecto de Ley para modernizar la carrera policial de Carabineros y la PDI, mejorar su probidad y eficacia, especializar a Carabineros en sus labores preventivas y de protección y a la PDI en sus labores investigativas. Asimismo, hemos desarrollado una Comisaría Virtual ”, continuó sobre este punto Piñera.
Piñera le dedicó una parte importante de su discurso a medidas que buscan fortalecer las policías, en especial Carabineros, para hablarle a su base derechista más dura y cohesionar sus filas tras políticas reaccionarias, en un contexto de amplia deslegitimidad de la institución policial y de una fuerte ofensiva represiva contra estudiantes de Santiago, como del Instituto Nacional, quienes vienen dando una fuerte lucha contra estas medidas reaccionarias, sustentadas en políticas como el Control Preventivo de Identidad y Aula Segura. Estas dos últimas semanas se han desarrollado diversas manifestaciones en dicho colegio, detenciones, golpizas y el reiterado ingreso de FFEE al establecimiento educacional. Esto ha sido encabezado por el alcalde Alessandri y, desde el gobierno, por la pinochetista ministra de Educación Marcela Cubillos.
Te puede interesar: Piñera ratifica su plan contra la juventud: modernización policial y mayor penalización adolescente
Con este tema, represión y seguridad, logra, primero, rearfirmar su cruzada contra la juventud y sectores organizados del movimiento estudiantil- con Aula Segura y Control de Identidad ya han detenidos a estudiantes, allanado hogares como en Concepción, expulsado a estudiantes como en el IN, y en el caso del ex Pedagógico un estudiante de primer año se enfrenta a un montaje policial-; y, segundo, pone a la defensiva a la “oposición”. Este domingo, por ejemplo, Boric (Convergencia Social- Frente Amplio), en el programa Estado Nacional, manifestó que la izquierda “tiene una deuda profunda” con el tema de la delincuencia y seguridad, que se necesita pensar en medidas de “corto plazo”, adaptándose al clima reaccionario que instala el Gobierno, y sin cuestionar aspectos como es el fortalecimiento de la prisión preventiva en casos como una propuesta de “imprescriptibilidad” de los abusos a menores- que el FA avala-, ni tampoco denunció que el centro de la política de Piñera es el reforzamiento de carabineros y las policías. Es más, puso el ejemplo de Jorge Sharp en Valparaíso y ciertas medidas de seguridad ciudadana que han impulsado, pero para enfatizar que, “lamentablemente”, el alcalde no tiene facultades para “aumentar las penas en los delitos”.
Esta subordinación por parte de la oposición permite que la derecha aúne filas y reafirme su política contra la juventud, incluso considerando el amplio repudio que generó la golpiza de una funcionaria policial a una joven fotógrafa, en el contexto de las manifestaciones de los estudiantes del IN. Este conflicto, al parecer, está lejos de cerrarse, más aún considerando que este 03 de junio inicia el paro nacional docente, y que vienen dándose otras luchas, aisladas aún, como los más de 3.000 mineros de Chuquicamata que votaron la huelga, o el anuncio de “estado de alerta” en Aysén producto de la movilización que llevan meses mineros de El Toqui y sus familias contra el cierre de empresas y la cesantía, quienes también han sido brutalmente reprimidos por FFEE de Carabineros.
Anuncios para la clase media para hablarle a una base social frustrada y la necesidad de “reformas”
Se sabía que un segundo eje central serían los anuncios hacia la clase media y sectores de trabajadores. Sobre esto, el discurso de Piñera apeló bastante a la retórica, afirmando que la clase media “siente temores” como “la pérdida del empleo, una enfermedad catastrófica o de alto costo, la imposibilidad de acceder a una vivienda, un acto de delincuencia, el costo de la educación superior de los hijos o una vejez vulnerable, las haga retroceder a una situación de pobreza, que habían logrado superar y a la cual ciertamente no quieren volver”, para luego rearfirmar su plan Clase media Protegida presentado hace días y que no responde a ningún cuestionamiento estructural: en Chile más del 50% de la fuerza laboral percibe sueldos inferiores a los $350.000, mientras la canasta familiar es de $450.000 como mínimo; las pensiones seguirán siendo de miseria con la propuesta del Gobierno, inferiores a los $200.000; el desempleo volvió a aumentar, mucho más cuando hablamos de las mujeres trabajadoras; la informalidad del trabajo ha aumentado a cifras preocupantes (trabajo cuenta propista, vendedores ambulantes, etc); derechos como vivienda, educación y salud siguen siendo un negocio y un privilegio al cual no tienen acceso las grandes mayorías.
El discurso hacia la clase media es un diálogo hacia una base social que no es derechista, que durante muchos años se volcó a votar a la ex Concertación y es el sector que, mediante expectativas de crecimiento, le entregó el 54% de la segunda vuelta de 2017. Aunque son promesas y anuncios que luego no llegan, es un intento también de recomponer una base social que se ha ido alejando y que erosiona su apoyo social ante la frustración frente a expectativas defraudadas. Se corresponde en parte con un intento de “acuerdos” con la DC que ha sido uno de los históricos partidos representantes de “clases medias moderadas” a la cual Piñera busca dirigirse con este discurso.
Piñera golpeó al gobierno anterior por el bajo crecimiento económico, en un intento de hablarle a la base social concertacionista, a la clase media y amplios sectores de la clase trabajadora en Chile, y enfatizando en el aumento del crecimiento durante su mandato: “El crecimiento es muy importante porque genera empleos, mejora los salarios, crea nuevas oportunidades y aporta recursos para financiar el gasto público”, sin embargo, lo que la población se está preguntando es a quiénes beneficia ese “crecimiento económico”. No por nada el falso slogan de los “tiempos mejores” que instaló con fuerza la derecha para hablarle a estos sectores que no son su base social de derecha dura, ha sido tan cuestionado, porque ese crecimiento del que hablan no se traduce en ninguna mejoría de las condiciones de vida y de trabajo de la población.
Golpeando al “obstruccionismo” de la oposición, Piñera en su discurso repuso su política de los “acuerdos nacionales” en pos de la aprobación de sus reformas estruturales; reformas que no tienen el apoyo mayoritario de la población y que, en el caso de pensiones, ha generado llamados a manifestaciones en contra de las AFP y el fortalecimiento del negocio privado, tal como plantea su propuesta. “Es tiempo de dejar atrás el obstruccionismo y es tiempo de recuperar una cultura de diálogo y acuerdos. El rol del gobierno y la oposición no es intentar destruirse mutuamente. Es dialogar y colaborar, con unidad y buena voluntad, cada uno desde sus propias posiciones, para que a Chile le vaya bien y para mejorar la calidad de vida de todos nuestros compatriotas”, manifestó el mandatario. Este aspecto es clave: al ser minoría requiere de acuerdos parlamentarios, y por más que haya presión a “gobernar por decretos” de parte de sectores derechistas, hoy no es este el centro de la política del ejecutivo.
Así, dio paso a los proyectos de reformas. En tributaria fue reafirmar su proyecto anterior que en nada toca las ganancias de los grandes grupos económicos del país y los más ricos, y que pretende recaudar dinero mediante las contribuciones de la clase trabajadora; muy distinto a lo que sería una propuesta de aumentar los impuestos a las grandes fortunas, como una base para poder recaudar dinero para el Estado y las necesidades sociales; en pensiones fue reafirmar la propuesta de “fortalecer” el pilar solidario y pilar contributivo, con un aporte del empleador de 4 puntos adicionales al ahorro previsional de los trabajadores, lo que significará “un incremento de 40% de todas las pensiones”. Pero, si consideramos que la mayoría de las pensiones son inferiores a los $190.000, el aumento propuesto por el Gobierno no cambia la miseria de jubilaciones que se reciben y continúa estando muy lejos de pensiones mínimas de $450.000, por eso también esta reforma no es apoyada por la población. A esto se suma la “incógnita” respecto a la administración de ese 4%, pues, si bien, Piñera le aseguró este domingo a la DC que se mantiene el acuerdo de que sea un ente estatal, el presidente de RN, Mario Desbordes, afirmó que no darían el apoyo si no se garantiza “libertad plena”, es decir, si no pueden competir las AFP; en materia laboral, se limitó a cometer el error de anunciar “una nueva jornada laboral” de 180 horas mensuales, como si esa realidad no fuese la que existe actualmente, muy lejos de las aspiraciones de amplios sectores de trabajadores que abogan por una reducción real de la jornada laboral y aumento de los sueldos. En este sentido, desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios, planteamos la propuesta de una jornada de 30 horas semanales, seis horas diarias y cinco días a la semana, sin rebaja de sueldo- y con un salario mínimo de $450.000-, y repartiendo las horas entre ocupados y cesantes, para así poder combatir el desempleo. También manifestó la intención de “ modernizar la legislación que regula las negociaciones colectivas, los grupos negociadores y el rol de la Dirección del Trabajo”, con el objetivo de debilitar a los sindicatos y fortalecer instancias de negociación colectiva paralelas a los organismos sindicales clásicos.
Sobre salud fue anunciar nuevamente los cambios en las Isapres, como eliminar las preexistencias y declaraciones previas de salud, algo básico que no debiese existir; luego anunció la construcción de hospitales, que es algo que vienen diciendo desde hace meses, y diversas medidas tipo seguros y subsidios para apalear algo la profunda crisis de la salud pública. Obviamente, el negocio de las Isapres queda intacto, mientras enorbola medidas como el programa Elige Vivir Sano, al mismo tiempo que golpea la asignatura de Educación Física, proponiendo que esta sea un “optativo”. Respecto al ítem educación, reafirmó las políticas de Admisión Justa y Aula Segura, esta última con un fuerte discurso criminalizador: “impulsamos la Política de Sana Convivencia Escolar, para combatir el bullying y ciberacoso, y aprobamos la Ley Aula Segura. Porque no permitiremos que un puñado de delincuentes sigan atentando con violencia y bombas molotov contra sus propios profesores, sus propios compañeros y sus propios establecimientos, destruyendo así nuestra educación pública”. Con demagogia habló de “educación pública” y de “gratuidad” en la educación superior técnico profesional, al mismo tiempo que presenta un proyecto para perfeccionar el endeudamiento en cientos de miles de jóvenes, a través del CAE y créditos universitarios. Para este gobierno la educación siempre será un “bien de consumo”, totalmente alejado de las demandas históricas del movimiento estudiantil y de profesores como es la educación gratuita universal como un derecho, pública y sin subsidios a los privados, laica y democrática.
Reforma constitucional y reducción de parlamentarios: la jugada del Gobierno para hablarle al centro y apalear cuestionamientos
“Convoco hoy a un Acuerdo Nacional y Transversal, que liderará el Ministro del Interior, para mejorar y fortalecer la calidad de nuestra política y de nuestras instituciones republicanas, con el propósito de fortalecer y renovar las confianzas de la ciudadanía en ellas, lo que es fundamental para la buena marcha de nuestra República”. Con esta intervención Piñera dio paso a la jugada que realizó el Gobierno en esta cuenta pública. La Moneda, intentando dialogar con el fuerte cuestionamiento que existe por parte de la población hacia el Congreso y la vida que tienen diputados y senadores, impulsó una serie de medidas que van desde “fortalecer la transparencia”, un proyecto de ley que aumenta las penas de delitos de soborno y cohecho, hasta la propuesta de reducir a 120 el número de diputados, 40 el de senadores, y prohibir la reelección de diputados, senadores y alcaldes.
Esta jugada del Gobierno fue fuertemente ovacionada por Chile Vamos y expresa un intento por parte de Piñera de hablarle a amplios sectores de la población que cuestionan al régimen político, y de dirigirse también al centro político, por ejemplo, a la Democracia Cristiana. No por casualidad una gran parte de la ex Concertación se paró a aplaudir a Piñera en esta alocución y ya varios personeros saludaron la propuesta. La propuesta del empresario sobre “reducir los miembros del Congreso” viene a reponer el cuestionado sistema binominal, que atenta contra las minorías, y que buscará golpear a los sectores opositores dentro del régimen político, volviendo al tipo de sistema anterior donde primaba un centro fuerte y la preponderancia de los partidos tradicionales del viejo “duopolio”, sin espacio para nuevas alternativas políticas.
Lo que quiere Piñera es fortalecer un espacio del “extremo centro” que está muy debilitado, y con una reforma, revertir un sistema político fragmentado que tiende a la polarización. Es para fortalecer una vieja “democracia de los acuerdos” que está cada vez más desgastada, y que le hace gestos a sectores del “centro” político. Es una propuesta antidemocrática, que se recubre de una “crítica” al régimen político, y que se afirma de la legítima desconfianza a las instituciones que tiene la población, pero desde la derecha y buscando fortalecer al centro que dominó la política desde la transición hasta ahora. Una "vuelta" al binominal para "acuerdos" que se van debilitando.
El discurso de Piñera se enmarcó en una coyuntura de debilidad y cuestionamientos, así trató de hablarle a la clase media, al centro y a sectores de trabajadores, con una fuerte agenda represiva y de seguridad que hoy golpea a sectores del movimiento estudiantil, principalmente. Trata de mediar entre responderle a su base social dura de derecha, y a aquellos sectores que votaron por él bajo la promesa de los “tiempos mejores”, pero no logra dar respuesta a profundos cuestionamientos en la población. ¿Logrará salir de este momento de debilidad mediante su propuesta de reforma política y la “jugada” que hizo en la cuenta pública? Es algo aún abierto, pero lo que sí está claro es que esta semana comenzará con el anuncio de paro nacional docente, con la lucha abierta de los secundarios del Instituto Nacional, con la huelga de más de 3.000 mineros de Chuquicamata, y con las movilizaciones que se profundizan en Aysén.