El nuevo protocolo que impide las manifestaciones es una legitimación a las represiones acometidas contra la lucha de los trabajadores y la juventud. No es casual que la juventud sea con frecuencia el rostro de los asesinados por la represión. Pero también puede forjar una unidad junto a los trabajadores, en las calles, para enfrentarla.
Jueves 3 de marzo de 2016 00:38
Desde que asumió Cambiemos las fuerzas de seguridad y policía de todo el país se envalentonaron porque ésta fue la línea política e ideológica impuesta desde el gobierno nacional. Los primeros ejemplos empezamos a verlos en Jujuy y Neuquén -con la criminalización de la protesta-, Catamarca acosando al periodismo, la Gendarmería tirando a mansalva contra chicos de la murga en Flores, el desalojo brutal de tierras en Merlo y el asesinato de Oscarcito, así como las bandas fascistas en Mar del Plata. La habilitación judicial para que la policía pueda pedir DNI a cualquier persona, sin justificación necesaria, está aumentando el hostigamiento a laburantes y jóvenes en los barrios por “portación de cara”.
Patricia Bullrich, con el nuevo protocolo para desalojar cualquier manifestación, busca avanzar contra el derecho a la protesta, encabezando las represiones a los cortes y manifestaciones. Algunos ya lo hacían de hecho, como vimos en la Panamericana de Berni contra los trabajadores de Lear.
Para tener éxito en esta empresa, el gobierno nacional junto a los provinciales -también el FpV como pudimos ver en Santa Cruz- necesitan avanzar sobre una relación de fuerzas. El accionar represivo fue tan brutal en nuestro país que sigue siendo repudiado por grandes sectores de la población, como vimos en diciembre el caso de Cresta Roja. Este conflicto ilustró la política de precarización laboral que profundizó el kirchnerismo durante 12 años. Las condiciones de tercerización laboral, como ser contratados permanentes, son las que ahora facilitan el trabajo sucio del macrismo que ataca con despidos. En particular, la juventud ha sido, fue y será uno de los principales objetivos del avance represivo, junto a los trabajadores.
La “década ganada” no fue para la juventud
Aunque quisieron imponer que fue el “gobierno de los DDHH”, los muertos en represiones desmintieron este discurso. El maestro Carlos Fuentealba, asesinado en la ruta de Neuquén por las fuerzas de Sobisch que reprimieron a los docentes en lucha. Luciano Arruga, que se negó a robar para la policía bonaerense y por ello fue torturado y desaparecido durante años, para luego ser encontrado asesinado. La lucha por su aparición puso en la escena nacional la cantidad de pibes en los barrios víctimas de gatillo fácil (ver Claves abajo), y la impunidad que rodea a las malditas Policía Federal, Bonaerense y provinciales, sin excepción desde hace décadas.
Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero, asesinado por la burocracia sindical de Pedraza, con la complicidad de la policía y el Ministerio de Trabajo. Luchaba contra la tercerización laboral, uno de los pilares del “modelo kirchnerista”.
Era un joven militante universitario que se aliaba en la lucha a los trabajadores precarizados, abrazando la causa de la revolución comunista. Su crimen despertó una profunda indignación en decenas de miles de personas, especialmente jóvenes estudiantes y trabajadores, que llenaron las calles en repudio. Este hecho significó una crisis para el gobierno de Néstor. Muchos de aquellos jóvenes se sumaron a la militancia revolucionaria.
Esos rostros son algunos de los que marcaron a fuego dos generaciones de la juventud, muertes que sentimos de nuestra clase, de nuestros compañeros de lucha, que nos hicieron salir más convencidos a enfrentar a la clase dominante y sus perros guardianes. La semana pasada, en paralelo, la causa “Fuentealba II” fue cerrada y se le otorgó el beneficio de prisión domiciliaria a Pedraza, otro salto en la impunidad de estos asesinatos.
Tomar las calles junto a los trabajadores
Los rostros de los asesinados por la represión y el gatillo fácil a lo largo de la historia fueron en su mayoría los de la juventud: los pibes de las barriadas populares, los trabajadores que pelean por sus derechos, los estudiantes que unieron su militancia a la lucha de los trabajadores. Enfrentar este sistema en el que los que gobiernan lo hacen para la clase dominante, pone en la vereda de enfrente a los jóvenes que nos organizamos y militamos para enfrentarlos.
A 40 años del golpe genocida del ‘76 vamos a copar por miles las calles el próximo 24 de Marzo contra la impunidad de ayer y de hoy, por los 30.000 desaparecidos y contra la vuelta de la “teoría de los dos demonios”, contra la criminalización de la protesta, la represión a las manifestaciones y a la juventud, y para enfrentar el ajuste que estás descargando el macrismo.