Un nuevo capítulo en las paritarias 2018/2019 de los trabajadores de Aerolíneas Argentinas terminó en conciliación obligatoria. Los salarios están prácticamente congelados hace 7 meses y no hay ninguna respuesta. Un debate necesario con los gremios aeronáuticos frente al ajuste.
Luciano Corradi Delegado tercerizados Aerolíneas Argentinas (GPS) | Lista Bordo Agrupación El Despegue
Sábado 30 de marzo de 2019 17:28
A tono con la exigencia del FMI de más y más ajuste, los directivos de Aerolíneas Argentinas en la reunión del martes pasado le transmitieron a los gremios que no hay plata para paritarias. Atrás quedó aquel 8% en cuotas a cuenta de futuros aumentos que habían negociado en enero.
De conjunto, lo que hace rato se ve es que la estrategia de los sindicatos es más bien ligar todo lo que respecta a la lucha en los aeropuertos al entramado electoral del PJ y el Kirchnerismo. Hugo Yasky fue claro a principio de año y en declaraciones dijo que no era conveniente hacer paros este año.
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Ya el año pasado habían puesto todas sus energías en la consigna “Hay 2019”, intentando volcar toda la bronca de los trabajadores a “votar bien” en las elecciones presidenciales. Pero el cuco del macrismo no es tal, es un gobierno que está débil.
Los gremios aeronáuticos que alimentan esta estrategia de seguidismo al mal menor (CFK o Lavagna) no quieren revuelo ni gente en las calles ni muchos conflictos, y en última instancia comparten la idea de que el ajuste alguien lo tenía que hacer. Por eso, su programa es de congelamiento de las tarifas (CFK) y no retrotraer a los valores al 2015 por ejemplo o bancar el pago de la deuda al FMI. De hecho todos los candidatos se juntaron con estos para asegurarles el pago, menos la izquierda.
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Buscan así que la bronca se canalice en las urnas y no en las calles que es lo que todos los gobiernos de turno temen. El inmovilismo es su programa y en esto están de acuerdo con los candidatos que proponen, hasta el papa Francisco cuyo rol pacificador es clave entre las organizaciones de desocupados y por la unidad de los peronistas, y con el que los secretarios generales se encontraron esta semana para recibir su "bendición". En última instancia para que todo se resuelva en el Congreso (donde no se resuelve nada) dándole gobernabilidad al macrismo. Las batallas del 14 y 18 de diciembre de 2017 habían demostrado lo contrario, frenando la reforma laboral que ni se animaron a tratar como tenían pautado. Este es el camino.
Aerolíneas Argentinas no es ajeno al ajuste que está intentando aplicar este gobierno a pedido del FMI. Por eso la ubicación de los gremios aeronáuticos que en su mayoría están nucleados en la CTA yasky es un error garrafal. El año pasado, Aerolíneas fue foco de ataque del macrismo a todos los trabajadores, demonizándolos, sacándole rutas a favor de las "low cost" y negando los acuerdos de la paritaria anterior. Están preparando el terreno para privatizarla a futuro o achicarla, que es el plan histórico del macrismo.
Producto de estas posiciones los gremios no dieron muchas batallas que digamos. Las "low cost" entraron como quisieron y las paritarias de los trabajadores están vencidas hace 7 meses y no hubo prácticamente una medida de fuerza a la espera de una reunión en marzo que fracasó. En ese marco, y con el FMI digitando la economía y el ajuste en Argentina, era y es una posibilidad desde donde los trabajadores puedan dar una batalla enorme, que sea hegemónica con el resto de los sectores populares afectados con el ajuste, llamando a la coordinación en defensa de la línea aérea estatal pero también coordinando con los demás sindicatos e imponer un freno a todos los planes de ajustes a nivel nacional.
El método de los sindicatos, al contrario, fue definir burocráticamente medidas aisladas sin continuidad, no realizar asambleas en todos los sectores para apelar a la decisión y la fuerza y bronca de las bases. Sin embargo el gobierno está débil y ya tuvo que retroceder en dos puntos claves: las licencias a pilotos extranjeros y el 6,5% correspondiente a la paritaria anterior, que marcaba la inflación de septiembre como cláusula gatillo y que, a pesar de la resistencia a pagarlo terminaron haciéndolo.
Así no vamos a frenar los planes del FMI y el macrismo. Es necesario asambleas en todos los sectores para discutir la paritaria, un plan de lucha y el ajuste en curso organizado por el FMI. Que los trabajadores aeronáuticos sean una vidriera para todos los sectores populares de cómo enfrentar al gobierno, pero tomando demandas que son de todos, contra los aumentos de tarifas, medios de transporte y en el costo de vida.
Ante los despidos que crecen y crecen hay que plantear el reparto de las horas de trabajo entre los desocupados y aumento de salarios urgente, con cláusula gatillo por el descalabro de la inflación.
Ante el ataque a Aerolíneas hay que decir bien fuerte que queremos una línea aérea estatal con un rol social, con pasajes a precios populares, no para que viaje el 8% de la sociedad sino para que vuelen todos. Por eso Aerolíneas Argentinas no tiene que competir ni dar ganancia, si esto fuese una política de Estado que nunca lo fue, ni antes ni ahora.
Nada es ajeno a los trabajadores de Aerolíneas Argentinas y para esto implica una coordinación con todos los sindicatos y organizaciones que estén dispuestos a dar esta pelea. La única respuesta no puede ser “votá bien”. Los gremios dejaron pasar gran parte de este ajuste y ahora plantean hacer seguidismo a alguna oferta electoral de las que le votaron todas las leyes al macrismo. Los sindicatos y los peronistas que garantizaron la gobernabilidad. No hay discurso petardista que pueda tapar lo que uno hace, las acciones o la falta de ellas. Este no es el camino para los trabajadores. Dar vuelta todo no es un eslogan, es una necesidad y el momento es ahora.