Las enormes manifestaciones de descontento que recorrieron la ciudad empuja una confrontación entre trabajadores de Uber y conductores de taxis, pero el problema no es entre ellos
Martes 4 de junio de 2019 00:06
En lo que significó una enorme demostración de fuerza del gremio, los conductores de taxis se manifestaron en las principales vialidades y entradas a la Ciudad de México para protestar contra de las aplicaciones de transporte privado como Uber, Didi y Cabify.
Los taxistas se han organizado en el Movimiento Nacional Taxista y han señalado que las condiciones de competencia con las aplicaciones electrónicas son muy desiguales, por lo que los deja en peores condiciones para poder brindar su servicio.
Los conductores de taxi, demandan que a los conductores de Uber y otras aplicaciones se les exija para poder brindar su servicio lo que a ellos mismos les impone el gobierno, como lo son el pago de licencia y curso especializado de tarjetón, la aplicación cromática, el pago de revista, el pago por concesión y la licencia anual de conductor de transporte.
Si bien las manifestaciones y exigencias no son nuevas, pues ha habido manifestaciones y señalamientos similares en momentos anteriores, en esta ocasión la magnitud de las medidas de lucha colapsó parcialmente el transporte en distintos puntos de la ciudad, lo que llevó a que el tema se discutiera en las redes y en los medios durante todo el día.
Los conductores de Uber no tienen la culpa
Un taxista depende de su auto y su trabajo como conductor para poder sostenerse y sostener a su familia, muchos de los conductores de taxis (al igual que los de Uber), son profesionistas que por distintas circunstancias y ante la falta de empleo en su profesión, se vieron forzados a dedicarse a trabajar como conductores y trabajan largas jornadas para lograr un ingreso suficiente, que muchas veces apenas alcanza. Si bien existen dueños de flotillas de taxis, la gran mayoría de los taxistas no se enriquece con su trabajo diario, intenta salir adelante en medio del encarecimiento de la vida.
Por su parte, los trabajadores de Uber realizan su trabajo en condiciones de precarización total, sin relación formal con la empresa, sin prestaciones de ningún tipo y teniendo que cumplir largas jornadas en la madrugada y durante todo el día para alcanzas a tener un ingreso que les permita sostenerse. Es por ello que en distintos países ha habido manifestaciones de trabajadores de Uber denunciando esta realidad y llamando a formar sindicatos que defiendan sus derechos.
Es cierto que la tecnología aplicada al transporte facilita la movilidad, lo que impacta en las formas “tradicionales” de transporte como los taxis. No obstante, lo que también es cierto es que tanto los conductores de Uber como los taxistas viven condiciones de trabajo de explotación, llegan agotados muchas veces a sus casas, tienen que hacerse cargo de las refacciones o percances que tenga su unidad y son afectados por medidas económicas como el aumento del costo de las gasolinas.
Los trabajadores de ambos gremios comparten el tráfico en la ciudad, que es producto de la mala organización del transporte urbano, saben lo que significa estar cansado durante horas al volante, vivir la violencia e inseguridad que reina en la ciudad y enfrentan la pérdida de derechos sociales como la salud pública o el deterioro de la educación para ellos y sus hijos.
El reclamo de igualar las condiciones de competencia de los taxistas, es un reclamo no contra los conductores de Uber, sino contra las empresas que precarizan a sus trabajadores para obtener más y más ganancias y contra un gobierno más preocupado en garantizar condiciones de rentabilidad a las empresas que en velar por mejores condiciones de vida para los trabajadores del transporte. El reclamo y la confrontación debe enfocarse en quienes son los responsables de precarizar la vida y de que los ingresos no alcancen, no en confrontar entre trabajadores.
Es necesario avanzar en una planificación racional del transporte urbano, que incluya invertir y mejorar el transporte público, mejorar las condiciones de vida de los conductores y transportistas y desincentivar el automóvil particular para disminuir el tráfico y la contaminación. Medidas que prioricen el interés de quienes mueven la ciudad que son los trabajadores y no la ganancia empresarial.