La fundación del Partido Celeste y el agrupamiento de la derecha. Una política despolitizada, un partido apartidario: ¿oxímoron o autoritarismo de la ignorancia?
Miércoles 29 de agosto de 2018
Foto: Página12
Quizá fuimos muchos los jóvenes que después de ver las muertes por abortos clandestinos tras la votación negativa a la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en el Senado recordamos una escena de Los Simpsons y pensamos “Y los antiderechos, de los que nada se esperaba, nada están haciendo”.
En las últimas horas esa nada se convirtió en partido político; uno que, presidido por Raúl Magnasco, agrupa sectores conservadores y eclesiásticos cuya oposición a la IVE parte de la imposición de sus creencias, totalmente subjetivas, al colectivo de la sociedad argentina.
Uno de los daños que deja el triunfo de la negativa a la IVE, negativa acéfala de contenido y poder de acción, es el retroceso a un debate de hace al menos tres décadas atrás sobre la efectividad del preservativo como método anticonceptivo y de prevención de contagios de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), sumando además un caudal de duda sobre el HIV que la Fundación Huésped ha tenido que desmentir.
Las declaraciones más difundidas fueron las del doctor Abel Albino, que afirmó con vehemencia que “El virus del HIV atraviesa la porcelana”, en un anacronismo enorme que puso en duda su idoneidad por parte de la comunidad científica más ponderada del país. En el comunicado que emitió la Fundación Huésped, firmado por el biólogo Alberto Kornblihtt y por el director científico de dicha fundación Diego Cahn (https://www.huesped.org.ar/noticias/comunicado-abierto-abel-albino/), se exhorta a los congresistas a elegir entre la “ciencia y la pseudociencia, entre el rigor y la ignorancia”, y es justamente en esta última condición sobre la que hacen pie los integrantes de este nuevo partido.
Un partido que al día de su presentación carece de programa o postula que el mismo es la convicción de “defender el derecho primario y elemental, que es el derecho a la vida”, escapa a las discusiones que han tomado protagonismo con el movimiento #NiUnaMenos hace más de tres años y en los debates por la despenalización del aborto.
Estamos en una sociedad que empieza a escindir la genitalidad del género, que empieza a discutir sobre la maternidad como una elección de vida, y que se manifiesta por la soberanía de sus propios cuerpos exigiendo la información que por derecho les corresponde para auto conocerse y así poder elegir sobre sus decisiones.
Al mismo tiempo y en consonancia con todo lo anterior, las únicas propuestas con intención superadora que este partido reaccionario trae son contradichas por prácticas recientes de quienes al mismo adhieren: proponen la educación sexual en un país donde hace años la Iglesia Católica y los gobiernos provinciales frenan la aplicación plena de la ley 26.150 de Educación Sexual Integral. Un país donde la Iglesia se ha opuesto a que se hable de sexualidad con la prohibición explícita que hizo Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata, a fines del año pasado con respecto a hablar sobre matrimonio igualitario y diversidad sexual. Son cínicos e hipócritas, si ya de por sí no se había notado.
Proponer la facilitación de adopción con modificaciones al proceso legal y burocrático es una medida en la que todos estamos de acuerdo, pero aquí la historia vuelve a interpelar a este partido naciente y a quienes lo componen. ¿Cómo podemos pensar que un partido que tiene entre sus filas fieles a Bergoglio, que recientemente trató de insanos mentales a la comunidad LGTBIQ, va a apoyar un proyecto de esta índole teniendo en cuenta que juzga sistemáticamente asuntos de la vida privada de las personas y que estigmatiza por las decisiones en la vida pública? Es el mismo sector de la sociedad que ante la Ley de Matrimonio Igualitario y la del divorcio auguraron el fin de la familia como institución, y de una iglesia que se opuso hasta a la independencia en 1816...
Hemos asistido hoy como contemporáneos en la historia a la creación de un partido que quién sabrá cuánto tiempo durará, teniendo en cuenta que se atribuye un carácter apartidario, aunque también puede aparecer como una opción para agrupar a los sectores más reaccionarios y marginales de la derecha más rancia.
En declaraciones para un programa radial de FM La Patriada (textual extraído de la nota “Partido antiderechos” del portal de Página/12) Magnasco dice “a diferencia de otros éste es un partido que surge desde las bases, gente civil, común y corriente, de a pie, Doña Rosa, que cuando siente el interés de participar de un proyecto político se acerca a nosotros y nosotros integramos a todos”.
Invitamos a Doña Rosa a que escuche también la voz de las mujeres, también mujeres de a pie, civiles, trabajadoras, estudiantes, algunas de ellas madres, y que no pueden pagar por practicarse un aborto como sí pueden hacerlo muchas otras mujeres, ni tampoco adquirir las pastillas de Misoprostol y acceder al correcto seguimiento de un procedimiento de aborto medicamentoso.
Un partido que se dice sin perspectiva de clase es un partido que en realidad responde a la clase que domina, mantiene la dictadura del capital en la que vivimos, que no interpela el paradigma social y que posterga el desarrollo de la ciencia e investigación, como lo hace este gobierno desfinanciando al CONICET, a las universidades y a toda la educación pública y también a los hospitales, y en contrapartida perdonando de impuestos a universidades privadas y manteniendo a la iglesia.
A Doña Rosa y a quien lea esta nota, le extendemos la invitación de involucrarse con los problemas de los trabajadores, de las mujeres y de la juventud. El aborto es una problemática que en su desarrollo es cuestión de clase, que demuestra que la representatividad en la democracia burguesa es ficticia como se evidenció en las represiones de diciembre y en los ignominiosos argumentos de diputados y senadores en contra del proyecto de IVE. Que también demuestra que si no hay educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir, el Estado continuará siendo verdugo de más mujeres y hombres trans.