A horas de una nueva marcha por el Boleto Educativo Gratuito, La Izquierda Diario publica un breve repaso por la historia de lucha del movimiento estudiantil por el boleto en Argentina.
Jueves 21 de abril de 2016
Los primeros antecedentes del boleto estudiantil
El boleto estudiantil en Argentina tiene su primer antecedente en los primeros gobiernos de Perón. En 1952 se aprueba el Boleto Estudiantil Primario. Esta promulgación estuvo vinculada con el proceso de urbanización y semi industrialización que termina de consolidarse durante dicho período. Con la afluente migración interna, la población se concentra ahora en las ciudades. De esta forma, los problemas vinculados al acceso a la educación, sobre todo las clases populares, exigían respuesta inmediata.
El Boleto Estudiantil Primario luego tendrá extensión hacia secundarios y universitarios mediante un decreto controversial promulgado por Onganía, donde se les reduce el 20 % de la tarifa pero se autoriza a las empresas de transporte a contrapesar ese aspecto mediante el aumento de las tarifas al resto de los usuarios. En la Provincia de Buenos Aires, sin embargo, no se llega a aplicar esta tarifa.
La lucha por el “BES” en 1975
Corría agosto del 75 y el gobierno de Isabel Perón ya estaba sumamente debilitado. La irrupción de miles de trabajadores protagonistas de las jornadas de huelga general de junio y julio depusieron a “ministros estrella” de Isabel Perón como López Rega y Celestino Rodrigo. En ese contexto, también renuncia Omar Ivannissevich, el Ministro de Educación e impulsor de la intervención y persecución a estudiantes en colegios y universidades, prohibiendo la política (a la que denominó “proselitismo”) en las instituciones educativas. Esta persecución, generó una ofensiva de las bandas paramilitares de la AAA sobre estudiantes y docentes, lo que dejó como saldo 417 muertos y desaparecidos entre estudiantes y docentes antes del 24 de marzo de 1976.
Con su renuncia, es designado Pedro Arrighi, quien había sido interventor en la UNLP y estaba ligado a sectores de las fuerzas armadas, como varios de los ministros que comenzarán a asumir en esos momentos previos al golpe del 76.
En La Plata, los estudiantes que ya conocían su prontuario a partir de la intervención del gremio docente ATULP y la elaboración de archivos secretos acerca de los “agitadores profesionales” (los militantes estudiantiles), salieron a exigir su renuncia y la derogación de la ley universitaria, que prohibía la actividad política en los lugares de estudio.
En este marco, desde la Coordinadora de estudiantes secundarios, donde tenía una abrumadora preeminencia la UES (Juventud Peronista), lanzan la pelea por el Boleto Educativo Secundario.
“Luchar, luchar, por el boleto popular”
El 5 de Septiembre, luego de una asamblea de más de 300 delegados de colegios platenses más de 3000 estudiantes nucleados alrededor de la CES (Coordinadora de Estudiantes Secundarios) realizan una marcha hacia la casa de gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Esta manifestación termina cuando la infantería lanza bombas de gas lacrimógeno a los estudiantes (todos adolescentes secundarios) que marchaban decididos al canto de "Luchar, luchar, por el boleto popular".
Pocos días después, el 13 de septiembre de 1975, el decreto 4193 acerca del boleto estudiantil secundario, será aprobado en el Concejo Deliberante de La Plata. El mismo se transforma en una conquista para los estudiantes platenses, que de esta manera le hacían frente a un ministro amigo de las fuerzas armadas como lo era Arrighi.
La Noche de los Lápices
Desde marzo de 1976, luego del golpe de estado, los estudiantes de la CES intentarán desarrollar resistencia hasta el último momento, como lo marca este informe de la UNLP: “En marzo de 1976, bajo el gobierno militar, la Coordinadora de Estudiantes Secundarios (CES) convocó a la resistencia contra el golpe. Hacían reuniones clandestinas y planificaron varias estrategias para seguir en contacto entre todos los estudiantes. Pero el reagrupamiento era difícil en esas condiciones.
El panorama educativo cambió radicalmente: se habían instalado policías en los techos de "La Legión", del Normal N° 3 y del Liceo Víctor Mercante. El Colegio Nacional estaba rodeado de patrulleros y pedían documento a todos los que ingresaban, al igual que el Colegio Bellas Artes. Los centros de estudiantes funcionaban clandestinamente y las reuniones se hacían en los bares, parques y plazas o en las casas de los militantes”.
En agosto de 1976 se suspende el decreto del BES. Un mes luego, el 16 de septiembre será la trágica noche conocida como la Noche de los Lápices, en la que el gobierno genocida secuestró y envió a distintos campos de concentración a los estudiantes Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler.
Sólo los últimos 4 lograrán sobrevivir y Pablo Díaz dará testimonio en el Juicio a las Juntas. Tanto su relato, como el de la mayoría de ex detenidos que sobrevivieron, dan cuenta de que su secuestro y en la mayoría de los casos su desaparición, no fue exclusivamente por aquella pelea por el boleto educativo. Se trató de una generación que peleó por una transformación emancipadora de la sociedad a la que el régimen genocida, al servicio de los empresarios y el imperialismo, se propuso quebrar hasta con el exterminio, para frenar el ensayo revolucionario abierto por el Cordobazo.
Hoy: la lucha por el Boleto Educativo Gratuito
Hoy en día, la lucha por el boleto educativo puede encender la primer llama de resistencia desde el movimiento estudiantil al tarifazo y el ajuste de Cambiemos.
Esto no empieza desde cero: la defensa de la educación pública mostró que es importante que estas peleas se den de conjunto entre estudiantes, docentes y no docentes.
El ataque del macrismo mediante el tarifazo es una ofensiva inicial también sobre la educación pública, ya que pone en evidencia su carácter no gratuito, generando un costo que puede promediar el 10 % de un sueldo básico. Esto recae sobre los estudiantes y todos los que trabajan en las escuelas, terciarios y universidades.
Hacerle frente, siendo miles de estudiantes, docentes y no docentes en las movilizaciones como la que se realizará hoy en CABA, es una tarea concreta para resistir el ajuste de Macri y defender la educación pública.