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Pascual: la huelga de los refrescos en triángulo

Óscar Fernández

Pascual: la huelga de los refrescos en triángulo

Óscar Fernández

Ideas de Izquierda

En mayo de 1982, los trabajadores de la refresquera Pascual entraron en huelga. Gracias a ella se conformaron en cooperativa y llevan varias décadas produciendo refrescos. El 27 de mayo de 1985, salieron los primeros camiones de sus instalaciones de Aguascalientes, seguidas de las fábricas en CDMX y otras ciudades, ya sin la vieja administración patronal, a surtir refrescos a las distintas tiendas de abarrotes en el país.

La crisis del petróleo y su impacto en México

En 1982, México entró en crisis económica. Se volvía inviable el modelo de desarrollismo por industrialización y sustitución de importaciones, modelo que había generado el "milagro mexicano" de 1940 a 1970, pero que, como no podía ser de otra manera, mantenía el núcleo del sistema capitalista: la acumulación de ganancias a través de la generación de plusvalía, misma que provoca una tendencia decreciente de la tasa de ganancia.Y gran parte de esa decreciente tasa de ganancia era apropiada por el capital transnacional, lo que hundió económicamente al país.

Hacia la década de los 70, el modelo económico de posguerra en Europa y EE UU entraba en crisis teniendo como catalizador la brusca subida de los precios del petróleo en 1973. [1] El resultado impactó las economías dependientes de América Latina, en particular en México, causando una devaluación del viejo peso mexicano (MXP). Paralelamente, el FMI y el Banco Mundial utilizaron en provecho del dominio del capital imperialista el dinero que la OPEP invirtió en los bancos internacionales, los cuales, si bien garantizaron distintos préstamos a Latinoamérica, éstos fueron con altas tasas de interés con las cuales se apretó brutalmente el yugo de la deuda externa, que se volvió impagable en el entorno del patio trasero latinoamericano garantizando la dependencia total de estos países a los nuevos préstamos y la inversión extranjera directa, lo cual sentaría bases de un nuevo ciclo de acumulación imperialista en la década de los 80 y 90: el neoliberalismo.

Ante esta situación de deuda mediante los préstamos, la administración entrante de López Portillo, aprovechando el boom de hidrocarburos gracias al pacto entre Israel, Estados Unidos y la OPEP, volcó la economía a la extracción del "oro negro" hacia yacimientos descubiertos en Tabasco y Campeche. Sin embargo, para ello el Estado mexicano recurrió a los ya mencionados préstamos, incrementando la deuda a 84 mil millones de dólares.

Es así que la caída de los precios y la contracción de la demanda de materias primas en 1981 llevó a México, a través de su secretario de Hacienda, Jesús Silva-Herzog, a decretar la suspensión del pago de la deuda y pidió una moratoria de 90 días. Esto se expandió a toda la región a una crisis en la cual la devaluación de las monedas nacionales se quintuplicó.

La carestía de la vida y la inflación impactaron la economía mexicana. Incluso eso se reflejó materialmente: desde el principio del sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) hasta el final del sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988), el tipo de cambio pasó de $12.50 MXP a $2,290.00 MXP. La crisis devastadora de entonces empujó a López Portillo a aumentar el salario en un 10, 20 y 30% para hacer frente a la inflación. Gran parte de las empresas cumplieron la medida... excepto Refrescos Pascual.

La huelga de la refresquera Pascual

Refrescos Pascual había iniciado operaciones a fines de los años 30 como un negocio que inicialmente vendía paletas, después agua embotellada en garrafones y posteriormente refrescos, con los que armó una amplia gama de productos entre los cuales estaban las marcas Pascual, de refresco hecho a base de fruta pero gasificado y la bebida a base de jarabes con sabores artificiales, Lulú. También diseñaron una alternativa a los refrescos de cola yanquis, la Mexicola, cuya fabricación se suspendió debido a la compra de las instalaciones en México de su proveedor de los concentrados para Lulú, la Canada Dry Co., con la que acordó seguir con el envasado y distribución de sus productos, añadiendo así a su cartera las marcas: Spur, de cola, el Ginger Ale Canada Dry y Wink, refresco gasificado de varios sabores.

Al mismo tiempo dicha empresa se orientaba al mercado infantil con el “Boing tetrapak”, cuyo envase tenía forma triangular y era así más accesible a las manos de los niños y que se distribuía al interior de las escuelas primarias y secundarias como una “bebida saludable”. además desarrolló un concepto innovador de refresco sin gas y con pulpa concentrada de frutas, también con la marca Boing, orientada al mercado de las fondas y taquerías. El mercado de las bebidas con sabor a frutas fue tan redituable que en esos años se tenían instalaciones en Tijuana para incursionar en el mercado estadounidense e inclusive en Japón.

La falta de revisión de derechos de autor en la época llevó a que la empresa usara con libertad y ligereza personajes de caricaturas para atraer clientes: refrescos Lulú usaba la imagen de Betty Boop, la bailarina de cabaret creada por Max Fleischer, así como la imagen del Pato Pascual (como se solía conocer en el mundo hispanohablante al Pato Donald) en los refrescos homónimos, lo que llevó a una larga demanda entablada por Walt Disney.

La empresa estaba encabezada por Rafael Jiménez Zamudio, quien era amigo personal de Luis Echeverría y de López Portillo y gracias a cuyas administraciones pudo tener su auge empresarial en la década de los 70. Jiménez Zamudio además establecía contratos personales, por lo que la contratación colectiva era inexistente, a lo que se sumaba la "existencia" de un sindicato blanco supuestamente encabezado por Edmundo Estrada.

Pero la negativa del patrón a acatar el aumento salarial decretado por el presidente orilló a los trabajadores a buscar ayuda externa. Dicha ayuda vino por parte del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT).

El PMT había surgido en los años posteriores al movimiento del 68 y sus integrantes eran conocidos activistas y personalidades de la centro-izquierda mexicana, como su líder y fundador, Heberto Castillo. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los partidos socialistas que reivindican un internacionalismo obrero, el PMT levantaba una perspectiva de lo que consideraba un "socialismo mexicanista" y se reivindicaba nacionalista. Contando con legalidad, asesoró a los trabajadores y recomendó entrar en paro de labores, el cual inició el 18 de mayo de 1982. El accionar del PMT estaba inserto en un contexto en el cual, desde mediados de la década de los 70, el movimiento obrero atravesaba cierto auge de las luchas por la insurgencia sindical, exacerbada por la ya mencionada crisis económica de aquel entonces y por la depreciación de los salarios.

La respuesta no se hizo esperar y Jiménez Zamudio recurrió al matonaje comunmente solapado por el régimen priista: envió golpeadores para romper la huelga y, provocando una balacera, asesinaron al obrero Álvaro Hernández (de 38 años) primero atropellándolo y luego rematándolo, así como a Jacobo García (de 35 años). Estas acciones envalentonaron al resto de trabajadores de Pascual, quienes intentaron linchar a los matones y a Jiménez, pero fueron impedidos al ingresar granaderos mandados por el temible y corrupto jefe de la policía del DF, el infame "Negro" Durazo, quien envió a la policía a rescatar al patrón y sus gángsteres.

Agotadas las instancias legales, los trabajadores fueron con el líder vitalicio de la CTM, Fidel Velázquez, quien paradójicamente desconoció la existencia de un sindicato en Pascual e instó a los obreros a organizarse. Es así que surgió el Sindicato Nacional de la Industria Embotelladora, encabezado por Armando Neyra, quien a la postre terminaría como diputado del PRI.

La condición, empero, de la CTM para reconocer el sindicato era que los obreros dejaran de ser asesorados por el PMT. Las pláticas entre los obreros de Pascual y el PMT se hacían con la participación de Demetrio Vallejo, el viejo dirigente veterano de las huelgas ferrocarrileras de 1958 y 1959 y cuya libertad había exigido el movimiento del 68.

Pero como no podía ser de otra forma, la CTM imponía sus métodos charros en complicidad con las autoridades laborales al servicio de los patrones, por lo que al día siguiente de reconocer la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo, Armando Neyra firmó un convenio a espaldas de los trabajadores y en contubernio con Olivia Jiménez, hija de Rafael Jiménez Zamudio, quien se encontraba aún prófugo.

El reacomodo de zonas que siguió, de acuerdo al CCT firmado por Armando Neyra —que pretendía aislar a los dirigentes huelguísticos del grueso de los trabajadores—, fue visto como un golpe por los trabajadores de Pascual, quienes desconocieron a Neyra y suspendieron labores por dos días. La respuesta de la patronal fue despedir a 96 trabajadores, la mayoría de ellos participantes activos del conflicto del área de ventas; posteriormente despidieron a otros mil obreros y cerraron las dos plantas.

La respuesta de los trabajadores fue acordar una segunda huelga, misma que Neyra condicionó a que tendría el respaldo de la CTM si el sindicato renunciaba a la asesoría del PMT en el conflicto. Los trabajadores decidieron que la titularidad del CCT iría entonces a la también charra CROC.

La patronal para este punto daba recontrataciones selectivas y ya hacía uso de esquiroles; la duración del conflicto, que ya llevaba para este punto más de seis meses, generó la creación del Comité de Esposas y Familiares de Trabajadores de Pascual. Esta lucha impactó en varios sindicatos, estudiantes y centralmente en la población trabajadora.

Al mismo tiempo, era el último año de mandato de José López Portillo, quien había nombrado, por medio del famoso "dedazo" del PRI, a Miguel De la Madrid Hurtado como candidato presidencial y quien ya se encontraba en periodo de transición. El informe presidencial de ese 1ro de septiembre vio al todavía presidente López Portillo llorar en cadena pública y, dando golpes en la mesa, declarando que "defendió el peso como perro" y que "no nos volverían a saquear". Con ello decretó la nacionalización de la banca, una medida que fue vista por la izquierda como progresiva y nacionalista, y que fue apoyada por el PMT y el PSUM (proveniente del PCM) bajo su política reformista de democratización de la economía y de alianza con los sectores progresistas del régimen.

Sólo un sector del trotskismo (como el Partido Obrero Socialista) no se sumó a la gran manifestación que objetivamente significaba un respaldo al gobierno del priista López Portillo. [2]

Pascual se convierte en cooperativa

Con el cambio de administración presidencial vino también un cambio en el conflicto para los trabajadores de Pascual. En mayo de 1983 la titularidad del CCT fue otorgada al Sindicato Nacional Benito Juárez de la también central oficialista CROC. Finalmente, en agosto de 1984, luego de que Pascual decidiera cerrar sus puertas para no reconocer el convenio sindical, los trabajadores de Pascual, reunidos en asamblea, decidieron constituirse en cooperativa y recibieron una donación de $1,400,000 MXP por parte del STUNAM.

La huelga de Pascual demostró que la organización de los trabajadores podía torcerle el brazo a la patronal, y que la organización desde abajo con una política democrática, era capaz de frenar los acuerdos que los dirigentes traidores firmasen a sus espaldas, como fue el caso del desconocimiento de los trabajadores de Pascual a Armando Neyra como secretario general de su sindicato.

Que Pascual se haya constituido como cooperativa fue un elemento altamente progresivo en tanto que fue producto de una gran lucha contra el cierre patronal de la fuente de trabajo, y porque se organizó para trabajar y producir sin patrones. Esto va en contra de la idea de que los empresarios son necesarios para que funcionen las empresas, a pesar de que la constitución en cooperativa en medio de un sistema capitalista, enfrenta varios límites bajo la lógica del mercado y la producción capitalista.

Uno de ellos es que el hecho de ser cooperativa implica una situación riesgosa al tener que auto-explotarse los trabajadores para poder subsistir en el marco de la competencia del mercado capitalista, sujetos a las leyes del mercado.

Y es que desde el punto de vista estratégico, la política del cooperativismo no permite que se desarrollen tendencias a la lucha independiente (y mucho menos al clasismo) de los trabajadores, pues, bajo una lógica capitalista, prioriza sacar adelante la producción. Es decir, actúan con criterios productivistas para hacer avanzar “su empresa”.

Distinto sería que, a partir de la ocupación o toma de fábrica por las y los trabajadores movilizados se exija la estatización de la empresa bajo control y gestión de los trabajadores. Así, sin la presión de la productividad capitalista (en competencia con las grandes empresas del ramo —muchas veces transnacionales—) podrían terminar con las largas jornadas que imponen los empresarios.

El otro aspecto problemático es la conversión de los ex-trabajadores en socios de la nueva empresa, en particular al darse la contratación de trabajadores asalariados (es decir, que no eran cooperativistas o dueños de Pascual), los que pasaban a ser asalariados explotados.

Al respecto, conviene recordar a la revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo que en “Reforma o Revolución” planteaba respecto a las cooperativas “constituyen un híbrido en el seno de la economía capitalista: una producción socializada pequeña dentro del intercambio capitalista. En el caso de la cooperativa productiva se deriva la necesidad contradictoria para los obreros de regirse con todo el absolutismo preciso en una empresa y de cumplir con respecto a sí mismos la función de empresarios capitalistas. Esta contradicción acabó hundiendo la cooperativa de producción porque o bien se convierte en una empresa capitalista normal o, si los intereses de los obreros son más fuertes, se deshace como cooperativa”. [3]

Lamentablemente, este fue el camino que escogió la dirección de lo que fue esa combativa huelga, pues cuando los trabajadores de base contratados por los ahora cooperativistas pretendieron organizarse para luchar por derechos, fueron reprimidos por esos mismos socios cooperativistas. Incluso, en la entonces Coordinadora Sindical Primero de Mayo (CSPM), cuando los asalariados fueron a pedir apoyo a sus demandas, las organizaciones de la Coordinadora se lo negaron debido a que la representación oficial de Cooperativa Pascual en ese organismo sindical la tenían los socios de la nueva empresa.

Al respecto de estas discusiones, conviene recordar lo que señalaba en su momento la Primera Internacional:

Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales [las cooperativas] que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase de las «manos» (obreros) [...] Al mismo tiempo, [...] por excelente que sea en principio, por útil que se muestre en la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias. [4]

Esta posición de estatización bajo gestión obrera es contraria a la estrategia que levantara el PMT (una dirección reformista y nacionalista), el cual no cuestionaba el rol de las centrales sindicales charras para expulsar a los dirigentes priistas como Fidel Velázquez ni denunciaba al régimen patronal que permitía las prácticas hamponas de las organizaciones del Congreso del Trabajo a cambio de tener estabilidad en los sindicatos. Años después, el PMT sería parte fundador del PMS (Partido Mexicano Socialista), que más tarde se transformaría en el PRD.

El PMT no consideraba la lucha de Pascual como una lucha transicional para plantear una gestión obrera de la producción y demostrar con hechos y no palabras que los trabajadores son quienes efectivamente hacen girar a la economía capitalista y donde el empresario en realidad no cumple ninguna función que no sea la extracción de plusvalía (que en Pascual se traducía en los salarios no pagados).

Así y todo, los triangulitos de jugo de guayaba que se dan en las taquerías, escuelas y mercados son una prueba cotidiana de que es posible organizarse en los centros de trabajo y poder subsistir sin la presencia de empresarios que se enriquezcan a expensas de la mayoría de los trabajadores, como en su momento hizo Jiménez Zamudio y cuya actitud le costó la empresa entera que antes manejaba él solo.

Fuentes:

De la acción colectiva al movimiento social. El caso de la Cooperativa Pascual. Revista Mexicana de Sociología, 59(3), 301.

Historia de la Sociedad Cooperativa Pascual (huelga de 1982): primer gran triunfo de la clase obrera en la década de los 80s. Recuperado de: https://okupaciondirecta.skyrock.com/1795483354-HISTORIA-DE-LA-SOCIEDAD-COOPERATIVA-PASCUAL-HUELGA-DE-1982-PRIMER-GRAN.html

La Guerra de los Patos, documental sobre la cooperativa Pascual. https://www.youtube.com/watch?v=MKtPWbenVFs


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NOTAS AL PIE

[1Esta crisis se inició cuando Egipto y Siria, apoyados por fuerzas iraquíes, jordanas, argelinas, saudíes, marroquíes, sudanesas, kuaitíes y libias, invadieron Israel en la festividad judía del Yom Kippur. Atacados por sorpresa, los israelíes respondieron enfrentándose a la coalición árabe durante 19 días. Como respuesta a la victoria militar israelí, los países de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP), de mayoría árabe, decretaron un cese de exportaciones a los países que habían apoyado a Israel, en particular Estados Unidos e Inglaterra. Esto provocó una crisis económica hasta que las negociaciones restituyeron el precio del petróleo al alza.

[2Finalmente, la reprivatización de la banca en 1999 por Carlos Salinas de Gortari —una vez saneada financieramente por el erario federal—, demostró que la nacionalización de la banca en manos de la burguesía nacional dependiente del imperialismo no fue ninguna medida progresiva ni nacionalista, pues perdía todo su potencial anticapitalista y hasta antiimperialista al no estar sustentada en el poder de un gobierno obrero y campesino; por el contrario, fortaleció a los barones de la banca que, además, adquirieron mayor margen de maniobra económica y financiera y más poder político.

[3Luxemburgo, R. (1900) Reforma o Revolución, cap. 7: "Cooperativas, sindicatos, democracia". Recuperado de: https://www.marxists.org/espanol/luxem/1900/reform-revol.htm

[4Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores, octubre de 1864. Recuperado de: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/1864fait.htm#topp
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Óscar Fernández

@OscarFdz94
Politólogo - Universidad Iberoamericana