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Red Internacional
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Proceso Constituyente. Pasos de una derecha en ruinas

A más de una semana del resultado final de las "mega elecciones" que dejaron en el suelo no sólo a la derecha, si no a todos los partidos de la transición, queda definir si esta derrota al régimen de los 30 años se transformará en un camino que tenga como fin liquidar definitivamente la herencia de la dictadura.

Lunes 24 de mayo de 2021

Una vez iniciada la rebelión del 18 de octubre, la derecha chilena agrupada en Chile Vamos y el reciente Partido Republicano de Kast ha sufrido derrota tras derrota. Esto no se reduce sólo a los resultados del plebiscito o las últimas elecciones del 15 y 16 de mayo, hablamos de una derrota político-programática y una completa pérdida del "relato" que dio vida a la UDI, RN, Evópoli, etc.

Cuando se habla del "relato" de un sector político, se entiende como su proyecto social, su perspectiva del país en general, más allá de medidas administrativas coyunturales. Esto es, según los críticos de la misma derecha en diversos análisis de los resultados electorales, lo que está derrumbado y lo que llaman a reconstruir.

Nadie habla de que el "éxito económico" post transición se debió a un proceso particular de alza de precios en materias primas, proceso que hoy se instrumentaliza de forma desesperada por la derecha para justificar que son sus ideas las que sacan a la gente de la pobreza, brindan estabilidad y permiten gobernabilidad.

Por otro lado, mientras se engrandecía la imagen del "jaguar de Latinoamérica", se masificaba en Chile una clase trabajadora precarizada, se desmantelaba la salud y educación públicas, se privatizaba hasta el último río y pedazo de tierra en nombre de la inversión extranjera. He ahí la contradicción del relato derechista, cuya estabilidad comenzó a tambalearse hace ya más de una década, cuando explotó la crisis del 2008. Desde ahí que se vienen acumulando demandas no atendidas, rabia contra los abusos y las miradas comenzaron a apuntar hacia "el modelo".

Y es que el modelo de El Ladrillo es la causa principal de la rabia que se desató el 18 de octubre. Esto la derecha no quiere admitirlo, se maniobran para intentar convencer a la gente de que hay que rescatar "lo bueno", algo que para la mayoría de la población, evidentemente es un imaginario.

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Ahora, al tema central. Han surgido varios análisis del por qué fueron derrotados los partidos de los 30 años, desde el sector de la derecha se pueden extraer 3 diagnósticos distintos que de una forma u otra buscan explicar estos resultados.

El primero apunta a que fue un error atrincherarse con el Partido Republicano, indicando que para la gente es más atractiva una "derecha social" que "empatice con las demandas de la ciudadanía". Mario Desbordes es el principal rostro de este diagnóstico.

El segundo, encarnado en una derecha más dura como Kast, Teresa Marinovic, Marcela Cubillos, entre otros, indica que el resultado se debe a que gran parte de la derecha ha perdido el valor para defender sus ideas, adoptando "banderas que no son del sector". Algo que resulta irónico siendo que fue el mismo Kast quien solicitó a Chile Vamos ir a las elecciones en una lista única.

El tercero, y quizás el más acertado, es que el objetivo de la derecha carecía de contenido, pues desde que se pactó el cambio constitucional bajo la tutela de las instituciones del régimen, el único proyecto legible era, primero que todo, rechazar la nueva constitución, para luego depositar las esperanzas en tener el tercio que le permita vetar cualquier cambio sustancial, así el tema de "la hoja en blanco" sería reemplazado por la base de mantener las "cosas buenas" de la constitución de Jaime Guzmán. Fernando Villegas y otros analistas acuerdan más con esto último.

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Ahora, también se apunta a otros factores, por ejemplo Francisco Orrego (fundador de Centro Derecha Universitaria), apunta a que los partidos de la derecha deben renovar sus cuadros y sus liderazgos para dar paso a la "juventud más chora", más capaz de defender sus ideas.

El único punto en común de estos diagnósticos es que "Chile cambió". Si se piensa en frío, claro que cambió, pero ¿Qué cambió realmente?

Lo evidente es el rechazo a los partidos de los 30 años y el odio profundo a un modelo que ha privatizado cada uno de los aspectos de la vida social y cultural del país. Pero la rebelión de octubre también demostró que se vive un proceso de politización de masas, debilitado por el desvío constituyente pero expresado en la irrupción de los independientes. Hay apertura a nuevas ideas, las grandes mayorías buscan su forma de auto-representación.

Frente a esto, la derecha hoy desesperadamente está pensando en como fortalecerse hacia las elecciones de noviembre, parlamentarias y presidenciales. Parte de eso, en palabras de algunas de sus figuras, parte por "volver a las calles y barrios populares".

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Otra cuestión preocupante para los defensores del legado de los Chicago Boys, es que un reciente análisis publicado en el pasquín ultraderechista El Líbero, se explica que si bien hubo un sector importante de abstención, al menos 500 mil votos se habrían pasado hacia listas de otros sectores políticos, demostrando así la pérdida de base social del oficialismo.

Derrota definitiva o debilitamiento transitorio

La lista Apruebo Dignidad junto a la Lista del Pueblo posan hoy como los grandes ganadores del 15 y 16 de mayo, sus triunfos electorales conformaron un nuevo mapa político que, para muchos, dejó más preguntas abiertas que respuestas. El nuevo consenso que se busca instalar es que la Convención Constitucional tiene toda la legitimidad necesaria para dar inicio al proceso de "transformaciones sociales".

Tomás Mosciatti, director de Radio Bio Bio, habla de una "institucionalización de la revuelta social de octubre de 2019", análisis que también se hace a partir de los triunfos municipales y regionales de Apruebo Dignidad y los independientes.

Sin embargo, las limitaciones frente a la operación de los poderes reales puede abrir paso a una derecha más radicalizada, militante y agresiva. Sin un programa que proponga salidas concretas a los problemas que aquejan a las mayorías, el proceso constituyente no será otra cosa que un fraude histórico y la fuente de nuevas frustraciones.

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La incertidumbre de los mercados será la carta de la derecha para exigir "moderación" y acuerdos amplios dentro de la Convención Constitucional y fuera de ella. Las amenazas de que caerá la inversión extranjera y aumentará el desempleo están a la orden del día.

Por eso, fortalecer los lugares de coordinación por la libertad de los presos políticos, levantar un gran movimiento por el fin de la impunidad, juicio y castigo a los responsables políticos y materiales de las violaciones a los DDHH, son tareas urgentes para la izquierda.

Al mismo tiempo, la apertura a ideas de choque contra el régimen abren una nueva pata en el escenario político que ningún analista se atreve a mencionar. Los resultados electorales del Partido de Trabajadores Revolucionarios, junto al Movimiento Socialista de las y los Trabajadores, hablan de una oportunidad histórica para levantar una izquierda revolucionaria, anticapitalista y socialista.

En ese sentido, el nuevo escenario político abre ilusiones de cambio, sin embargo, es difícil pensar en cambios reales cuando los programas de la "izquierda dura" sólo apuntan a profundizar aspectos democráticos. Como Estado plurinacional, iniciativa popular de ley, plebiscitos ciudadanos, cabildos vinculantes, etc. Todas estas medidas son necesarias, pero insuficientes para derrotar al Chile de los 30 años. Para enfrentar a la derecha, se requiere de una perspectiva que se proponga echar abajo las instituciones heredadas del pinochetismo y conquistar un gobierno de las y los trabajadores.

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Javier Ilabaca

Estudiante de Periodismo, Universidad Central de Chile