Esta semana diarios españoles anunciaron la “evaporación” de la inversión millonaria anunciada por Petróleos Mexicanos (Pemex) en el Puerto Exterior de A Coruña, en España. La paraestatal ahogada con altos impuestos y recortes al presupuesto, no pudo mantener proyectos que como este implican gran inversión. Mientras tanto en México, la reforma energética hace millonarias a las grandes trasnacionales del ramo.

Diana Valdez México D.F. / @yellikann
Miércoles 23 de septiembre de 2015
Pemex cerró el segundo trimestre del año con pérdidas que suman 84,572 millones de pesos y que doblan las obtenidas para 2014 en el mismo periodo. Con ingresos reducidos en un 24%, establecidos en pos de superar las turbulencias económicas internacionales provenientes de la tendencia la baja en los precios del petróleo y la especulación respecto de las tasas de interés en Estados Unidos, la empresa paraestatal ha tenido que reacomodar piezas en el tablero.
El ajuste en el gasto de la paraestatal, resultado del recorte al presupuesto de egresos anunciado a principios de este año, las malversaciones de fondos y la corrupción dentro del sindicato dejan a las y los trabajadores casi como únicos afectados.
En el marco de la aplicación de la reforma energética y ante las nuevas condiciones que ésta impone a la empresa paraestatal –laborales, de inversión, de gasto, etc.–, se hacen evidentes las dificultades que podrían llegar a ser muy peligrosas en términos de la permanencia de la empresa en el ramo petrolero mundial.
Ante la imposición de la reforma energética, la caída de los precios del petróleo y la alta volatilidad de la moneda, Petróleos Mexicanos (Pemex) se encuentra frente a un grave vaciamiento orquestado por el gobierno de Enrique Peña Nieto, y que podría llevar a la paraestatal a la quiebra. Cualquier parecido con algún otro caso de paraestatales seguramente será mera coincidencia.
Los platos rotos los pagan los trabajadores
La empresa que ha negociado ya con el sindicato petrolero dirigido por Carlos Romero Deschamps. Se ha dedicado a cancelar operaciones en algunos estados del país, a despedir trabajadoras y trabajadores, e incluso a asesinarlos si es que se atreven a defender sus derechos laborales.
Atacando de frente a la base que mantiene a flote a la empresa y dando privilegios a los capitales privados, la reforma energética avanza a costa de la precarización laboral de las y los trabajadores petroleros y de la expoliación de los hidrocarburos sin que esto represente beneficio alguno para la clase obrera y los sectores populares.
La caída de las exportaciones –en términos de divisas obtenidas y no de volumen– que suma ya un 44% anual para agosto de este año y la gran deuda que continua creciendo para hacer funcionar la empresa son sólo algunos de los nudos de esta soga que aprieta cada vez más fuerte al pueblo trabajador.
Por eso, defender hoy a las y los trabajadores de Pemex, será siempre defender los intereses de todas y todos los trabajadores y sus familias. ¡El petróleo no se vende, se defiende!