×
×
Red Internacional
lid bot

UNA LUCHA EMBLEMÁTICA. PepsiCo: quiénes son Camilo Mones y Catalina Balaguer, dos de los referentes de la lucha

El conflicto tiene hoy una gran repercusión y la voz de sus protagonistas está en muchos medios. Vale conocer un poco a dos de sus referentes, desde hace muchos años referentes del sindicalismo combativo y militantes de izquierda.

Viernes 14 de julio de 2017 12:24

“El maltrato, la bronca y el dolor nos enseñaron a pelear, a organizarnos” dice la carta que difundieron las obreras de PepsiCo cuando transcurrían dos semanas de su conflicto. Y todo el mundo lo fue comprendiendo a medida que se transformó en un conflicto testigo, desde los periodistas a cualquier trabajador: la multinacional norteamericana los despedía no porque tuviera alguna crisis, sino para atacar sus derechos y la organización que los había hecho posible.

En esa organización tuvieron mucho que ver el dolor y la bronca, pero también militantes que fueron parte junto a sus compañeros de un proceso de muchos años. Años en los que se fue gestando, un sindicalismo combativo y de izquierda que al calor de la lucha por los derechos obreros, desafió al sindicalismo peronista de Rodolfo Daer, el amigo de las patronales.

Es el caso, entre otros, de Camilo Mones y Catalina Balaguer.

Camilo tiene 3 hijas. Katy dos, pero ya es abuela. Trabajaban, y quieren seguir haciéndolo, fabricando snacks, y cobran el mismo salario que cualquier trabajador. Qué distinto al sindicalista millonario peronista Rodolfo Daer, que hace 33 años que no trabaja y cobra más de 200 mil pesos por mes.

Llegaron a la Zona Norte del Gran Buenos Aires, él desde la capital ella desde Rosario, a mediados de los 90.

Y allí se fueron haciendo parte de las peleas de la clase trabajadora por sus derechos. El principio fue difícil. Argentina vivía una de sus crisis económicas más duras a fines de la década del noventa, con 20% de desocupación y el activismo obrero en muchos lugares devastado. El trabajo de organización en las fábricas era muy difícil. Las multinacionales mandaban casi sin resistencia.

Mientras Leonardo Norniella y “Katy” Balaguer organizaban a la comisión interna de PepsiCo, Camilo pasaba por distintos trabajos hasta llegar al frigorífico Quickfood, el de las famosas hamburguesas Paty. En 2004, empezaban a darse algunos conflictos por salario, después de la brutal devaluación. Como parte de uno de ellos, Camilo era votado en una asamblea de trabajadores de la carne como organizador de la Comisión de Prensa. La empresa lo despedía, los trabajadores intentaban defenderlo con actos y asambleas y se ponía en pie una comisión de solidaridad.

Ese mismo año, ingresaba junto a Oscar Coria y otros militantes, a trabajar a la planta alimenticia más grande del país: Terrabusi, antes de convertirse en Kraft-Mondelez. Tratando de evitar la mirada de la empresa y el sindicato, comenzaban a organizar la Agrupación Desde Abajo. Sería un trabajo gris pero de a poco iría dando sus frutos. La agrupación puso muchos esfuerzos en organizar a los trabajadores contratados, los más explotados de la planta. El trabajo tendría sus frutos. En 2007, después de una década, se hacía una asamblea multitudinaria en la puerta de la fábrica, por paritarias y efectivización de los contratados. A los cinco días la empresa despide a decenas de contratados, que saltan los molinetes, hacen paro por su reincorporación, y la empresa debe aceptar su efectivización, algo que no hacía en 20 años.

La agrupación se hacía fuerte en el turno noche, pero Camilo jugaría un importante rol en uno de los conflictos más importante de esos años. Junto a sus compañeras, indignadas por la negligencia de la empresa ante la epidemia de Gripe A, en el turno tarde de PepsiCo comienza una rebelión que terminaría en uno de los conflictos emblemáticos en el invierno de 2009. Terminaría interviniendo la Embajada de EEUU y un diario titularía “Yanquis sí, marxistas no”. La empresa despediría a cientos de trabajadores y muchos serían reincorporados. Algunos quedarían afuera, por la firma de un acta entre la comisión interna de entonces, el ministerio y la empresa. El único delegado que no la firmó, Javier Hermosilla, era militante de la Agrupación Desde Abajo y encabezaría semanas más tarde la lista que ganaba la comisión interna de la fábrica en noviembre de 2009. Junto a Stella Cabral, Lorena Gentile, Pamela Bulacio y Julio Tevez, y más tarde con otros referentes como “Luby” Gauna, abrían una nueva etapa en la organización de los trabajadores de esa fábrica.

Camilo no sería reincorporado a la empresa, pero buscaría entrar a PepsiCo para colaborar con el trabajo que venían haciendo allí Leonardo Norniella, Catalina Balaguer y otros militantes de la agrupación y el PTS.

PepsiCo: el otro modelo

La historia de Leo merece un capítulo aparte, pero es una parte esencial para entender lo que vendría después. Como joven trabajador y militante de la Juventud del PTS, había entrado a distintas fábricas hasta llegar a PepsiCo, que hasta el año 1997 no había tenido delegados. Eran años durísimos para la clase obrera. Leo logra entrar a la interna dos años después. Allí empiezan a organizar, junto a otros trabajadores, la pelea por descansos más prolongados, categorías, guardería para los hijos de las obreras y bajar los brutales ritmos de producción. El despido de 100 contratados, en 2002, sería un punto bisagra. La interna se dividiría entre los delegados combativos y de izquierda, y los que se vendían a la lista Verde de Rodolfo Daer.

En ese momento no solo es suspendido Leo, sino quién ese momento era su compañera y referente de las obreras de PepsiCo que peleaban por sus derechos. Katy lucharía contra el despido y su reincorporación se convertiría luego en un caso emblemático. No solo de la historia obrera. Primero un juez y más tarde, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, establecerían que PepsiCo Snaks debía reincorporar a la trabajadora Catalina porque había sido discriminada por realizar “actividad gremial”. Hoy en las facultades de Derecho su nombre se ha transformado en uno de los contenidos que los jóvenes estudiantes de abogacía deben conocer: “Balaguer Catalina c/ Pepsico de Argentina SRL”. Tras un reclamo impulsado por Myriam Bregman, Ruben Tripi y el CeProDH, la justicia reconocía la figura de “delegada de hecho” sentando jurisprudencia.

Años más tarde Alejandro Morelli también sufriría un despido discriminatorio, y rechazando todas las ofertas de la empresa se mantuvo hasta lograr su reincorporación.

El día que recibió el “aviso” de la empresa de que quedaba en la calle, Katy estaba haciendo una entrevista. Allí contaba que “a PepsiCo entré en 1997. En el 2001 conocí al PTS y con ellos, junto a otros compañeros, nos organizamos para poner en pie una comisión interna, independiente de la burocracia y los partidos patronales. Así comenzaba mi militancia en el PTS junto a Leo, que había iniciado su militancia en la juventud”. La pelea por los derechos de las mujeres, una de sus banderas, no solo la llevó a recorrer muchas fábricas del gremio, sino también a los encuentros nacionales de mujeres junto a Pan y Rosas.

En esos años, mucho antes del ataque que vivimos, la empresa y la Verde organizaron muchas maniobras para "sacarse de encima" a la agrupación y los trabajadores que la apoyaban. Fraudes garantizados con policías en la fábrica, patoteadas, nuevo intento de fraude en la elección de interna, lock out cuando las contratadas ingresaron a la planta rechazando el despido, vaciamiento; golpes que obligaban a reorganizarse, pero nunca a empezar desde cero.

Con palabras claras, como explicó ante millones estos días la brutalidad de la empresa y el gobierno para dejar en la calle a 600 familias, Katy resume esos años. “Mi caso significó un cambio sobre el derecho laboral. Desde ahí volví a trabajar y armamos la primera lista antiburocrática en la alimentación, fue la lista Celeste y Blanca, con Kraft, Stani, FelFort y compañeros de la Bagley (en ese momento estaban en Barracas, la fábrica cerró y la trasladaron a San Luis). En esa elección yo salí congresal de la oposición y fui parte, hasta hace cuatro años atrás, de la comisión interna de PepsiCo, luego continué organizada en la agrupación Bordó Clasista”.

Katy se convirtió en una referente en el gremio. Junto a Leonardo Norniella, Javier Hermosilla, Lorena Gentile y quienes en 2016 terminarían conquistando la comisión interna de Mondelez Victoria. Militantes obreros que habían entrado en la época que aún era Stani, que durante una década habían organizado un activismo opositor a la patronal y la burocracia. Juan Carlos Cabana, que en el 2007 cuando la patronal lo quiso despedir por activista, saltó el molinete y luego en la planta fue apoyado y defendido por sus compañeros frenando su despido. A partir de esto, junto a Maximiliano Montero, Tomás Suarez, Gabriel Fernández, Luis Andrada y Diego Ciani, entre otros, organizaron la Agrupación Desde Abajo. Luego dio origen a la Bordó junto a nuevos compañeros como Teresa Gorosito. La Bordó llegó a sacar el 38% de los votos en las elecciones del STIA en 2012. Eran, y son, la referencia indiscutida de todos los que querían organizarse contra las patronales y su empleado fiel: Rodolfo Daer.

Además de su programa combativo y la defensa de los sectores más explotados del gremio, las mujeres y los contratados, la Bordó “siempre buscaba que los trabajadores se involucren en los temas, que defiendan sus derechos, que funcionemos en asambleas. Fuimos generando un método de funcionamiento democrático”. Ese método incluía las "reuniones de interna abierta", donde participaban decenas de activistas que así eran parte de las decisiones y el aprendizaje.

Al contrario de la mentira que repite Daer - y algunas ministras - donde está la Bordó los despidos siempre se han enfrentado. Por eso no hubo despidos durante seis años en Kraft, por eso en Mondelez Victoria se rechazaron hace pocos meses, por eso la resistencia ahora en PepsiCo.

Es lo opuesto al modelo sindical peronista de Rodolfo Daer. Pero además siempre buscaron que los trabajadores, además de las peleas sindicales, sean protagonistas de la vida política. Por eso, Camilo, Katy y la Agrupación Bordó impulsaron que un centenar de trabajadores de la Alimentación fueran candidatos del Frente de Izquierda. “Es la única fuerza que pelea por los intereses de los trabajadores” era uno de sus lemas.

Esa experiencia es parte de un trabajo obrero extendido que en la zona industrial más importante del país, con dirigentes reconocidos en gráficos, neumático, docentes, metalúrgicos, Smata. Una trabajo de organización de la clase trabajadora que intentamos hacer en todo el país.

Construyendo una alternativa

En estos días, fueron vistos como dos de los referentes de una lucha testigo para la clase obrera en estos años, junto a Luis Medina, Alejandro Morelli, el resto de la comisión interna y las “leonas” que se plantaron ante una de las empresas más poderosas del mundo. Cada vez que tuvieron la oportunidad de hablarle a millones por los medios de comunicación, usaron esa “tribuna” no solo para referirse al ataque que estaban sufriendo en PepsiCo, sino del ataque más general que está sufriendo la clase obrera, el rol de la justicia y el gobierno, la pasividad de la CGT a la que le exigían un paro general, del pueblo que pasa hambre mientras cierran empresas de alimentación. "No solo queremos nuestros puestos de trabajo, sino también ayudar a que despierten todos" decía Katy. No solo eran la voz de sus compañeros de fábrica: también de millones de trabajadores que buscan una alternativa.

Este jueves 13 de julio, todos ellos, junto a cientos de militantes del PTS y de agrupaciones clasistas, fueron también protagonistas de una resistencia ejemplar contra la represión y desalojo ilegal del macrismo a favor de la multinacional norteamericana.

Un primer balance de estas semanas obliga a decir que se ha convertido en una de las peleas emblemáticas de la etapa que vivimos.

***

Camilo y Katy trabajaban, y quieren seguir haciéndolo, fabricando snacks. Cobran el mismo salario que cualquier trabajador. Qué distinto al sindicalista millonario peronista Rodolfo Daer, que hace 33 años que no trabaja y cobra más de 200 mil pesos por mes.

Pero también trabajan, todos los días, para que la clase obrera se organice y se libere de las cadenas de explotación. En estas semanas, con sus compañeras, ayudaron a escribir otra página de esa historia.

Y lo seguirán haciendo.