Desarrollada en una realidad alternativa, Perderlo todo menos la soledad cierra presentaciones en el Teatro Sergio Magaña.
Lunes 26 de julio de 2021
En febrero de 1989 un grupo de científicos estadounidenses detectaron en el Pacífico Norte un sonido que catalogaron como el canto de una ballena. Un canto con una frecuencia de 52 hercios (Hz), diferente al que emite cualquier tipo de ballena. Esa frecuencia es inaudible para el resto de las ballenas cuyos sonidos operan en un rango de frecuencias entre 15 y 25 Hz. Y, por tanto, ningún espécimen le puede responder. El oceanógrafo Bill Watkins la nombró como “ballena 52”.
Algunos medios llamaron a este ejemplar único como “la ballena más triste del mundo”. Pero, ¿la soledad implica necesariamente tristeza? ¿Alguien que está solo no puede ser feliz? Esas fueron las interrogantes que motivaron a Valeria Fabbri, actriz y dramaturga de la obra, a escribir la historia de los personajes que se narra en “Perderlo todo menos la soledad”.
Bajo la dirección de Cecilia Ramírez Romo, la obra cuenta la historia de Macarena, una joven de 17 años y Florentino, un señor de 71 años, quienes parecen ser las últimas personas que habitan la Tierra. Ambientado en la estación Zócalo del metro de la Ciudad de México el diálogo de estos dos personajes abrirá la puerta a la reflexión acerca de temas tan diversos como agudos: diferencias generacionales, la existencia de Dios, la tristeza, la muerte y la soledad.
Según cuenta Valeria Fabbri al momento en que se encontraba escribiendo la obra se enteró del asesinato de un excompañero de estudios. El hecho la conmovió tanto que terminó por definir la realidad “alterna” en la que se sitúa la historia. Perderlo todo menos la soledad también es una crítica a la violencia que persiste en nuestra sociedad y, en particular, a los feminicidios.
Una obra que juega con los conceptos de tiempo y espacio, que acompañada de un gran trabajo de los equipos de audio e iluminación te mantiene a la expectativa del desenlace. Un cierre dedicado a aquellas mujeres víctimas de feminicidio, una realidad tan cruenta y sensible para nuestro país.
La obra concluyó su temporada el pasado domingo 25 de julio en el Teatro Sergio Magaña. Teatro que se vistió de gala, ya que en esta función celebró sus 30 años con placa conmemorativa y la presencia de fundadores y directores.
Un recinto que anteriormente funcionaba como el “Templo de Nuestra Señora de la Salud”. En el año de 1935, el presidente Lázaro Cárdenas del Río decretó el retiro del culto católico, para más tarde convertirse en la Casa del Agrarista. Jorge Vicario Román, pintor michoacano, realizó ocho murales en el interior del recinto en 1936, aquí plasma algunos momentos relevantes de la historia de México. El edificio fue remodelado e inaugurado como recinto cultural el 26 de julio de 1991.
En palabras de los directores, dada la situación que se está viviendo a nivel global, la obra con las que se conmemoran los 30 años del teatro ha tenido una significancia mayor. “Con la pandemia he aprendido, sin ánimos de pretensión, a ser mejor artista y, por ende, un mejor ser humano, me queda claro que va de la mano, pues cuando das por hecho algo y te lo quitan es cuando verdaderamente lo valoras”, explica Cecilia Ramírez.