Nadia es conductora-recaudadora en la estación de bus de Flandre. No está sindicada y es madre de dos niños, es una de las militantes más activas de la huelga desde el 5 de diciembre y se ha impuesto, en un entorno muy masculinizado, como una de las figuras referentes de decenas de mujeres que se alzan en pie de guerra.
Martes 21 de enero de 2020 08:49
Fotos: O Phil des Contrastes
Todo comienza por azar…
Conducir un autobús no era mi vocación, yo era comerciante hasta mi matrimonio que me permitió vivir algunos años sin trabajar. Tras la separación, quería volver a trabajar y una amiga me preparó para ser conductora-recaudadora, ya que la RATP buscaba reclutar mujeres. Es una profesión difícil, pero eso me ha motivado y una vez aprobé el examen, me lancé a ello.
Las anteriores huelgas, las vi pasar sin más. Era huelguista, por sentimiento de oposición, pero sin involucrarme realmente, me quedaba en mi casa. No tenía ni idea de todas las actividades que impulsaban una huelga: las acciones, los piquetes, las manifestaciones, las asambleas generales y las discusiones con los compañeros. Yo estaba casada, cuidaba a mis hijos, me compraba mis trapitos, observaba todo desde la distancia y vivía feliz de esa forma.
El comienzo de un sentimiento de revuelta
Pero el tiempo pasa y las cosas han cambiado. Yo admiraba a la gente que daba la cara por los demás, sus convicciones y el sentido que le daban a su vida. Reflexioné un tiempo, me divorcié de mi marido y abrí los ojos. A partir de entonces, no fui capaz de aguantar las injusticias, la miseria, el saqueo del continente africano por los gobiernos europeos, Siria, Irak, Yemen. No podía aguantar quedarme viendo la tele, sin más, condenada a observar. Comencé a decirme a mi misma que debía encontrar a quienes pensaban como yo y unirnos para combatir.
Del movimiento de mujeres de la India a los combates de MMA
También decidí dejar de tener miedo y aprender a defenderme. Como mujer, he vivido una vida compleja y he aprendido a luchar. Una amiga, compañera de la cochera era víctima de violencia de género, llegaba con moratones y marcas de golpes al trabajo. Hicimos todo lo posible para ayudarla, desde la asistencia social de la RATP a ir a la comisaria de policía que se negaron a registrar su denuncia. Meses más tarde, fue degollada, junto con sus dos hijos, por su marido. Eso, eso no debe volver a ocurrir jamás. A partir de ese momento, me interesé por el movimiento de saris rosas, esas mujeres indias que se sublevaron contra las violencias sexuales y las violaciones masivas ante las que el Estado y la policía no hacen nada. Siempre recordaré de aquel video, donde una de las dirigentes de las Saris Rosas llega a una comisaria y le da tres bofetadas a un madero que se había negado a registrar la denuncia de su amiga. A partir de entonces, comprendí que había que confiar en nuestras propias fuerzas y dar confianza a todas las que tienen miedo de levantar la cabeza, mostrar que hay que combatir y no tener miedo. Desde entonces, hago MMA competitivo, peleo con hombres que pesan el doble que yo y eso me ha forjado un espíritu guerrero, ese que me dice “hasta que la campana no suene, el combate no termina”.
¿Y qué tienen que ver los chalecos amarillos con todo esto?
Es por eso por lo que cuando surgieron los Chalecos Amarillos, estaba radiante de felicidad y me dije: “¡al fin! Yo vengo de Epinay y mi madre no tenía nada. Crecí en barrios donde decenas de mis amigos fueron acosados por la policía. Toda mi juventud vi a gente morir. Mi primera reacción, fue ir a la manifestación y discutir con todos los que me decían que los Chalecos Amarillos estaban descubriendo de manera inocente lo que nosotros llevábamos toda la vida viviendo. Es cierto, ¡Mejor así!, no hay que reproducir las divisiones que el Estado nos impone y los jóvenes de los barrios deben manifestarse al lado de los Chalecos Amarillos.
Desde el 5 de diciembre, la huelga que lo trastoca todo: “Combato para cambiarlo todo”
Es por eso que cuando comenzó la huelga, me dije es ahora o nunca: es el momento de manifestarme y combatir. Sobre todo, que la jubilación por puntos, se ha convertido en algo casi secundario, el problema es el camino que está tomando el mundo, el sistema capitalista que glorifica basura como Carlos Goshn mientras que Australia esta en llamas, que permite a la policía herir y asesinar impunemente, a la dirección que puede reprimir a todos los que osen levantar la cabeza. La jubilación, es la chispa, un desencadenante, el problema, son los estudiantes que no pueden sobrevivir, el problema son los que nos matan de hambre. Hoy en día, sé que perdamos o ganemos, podre decirles a mis hijos, que soy una mujer que combatió. Recogí el guante.
Una huelga desde la base
No estoy sindicada y formo parte de esta generación de huelguista nacida en la batalla. Para mí, debemos recuperar los sindicatos y ponerlos al servicio de los trabajadores. Quienes los dirigen hoy en día, los comparo con políticos corruptos, tienen grandes salarios y hace muchísimos años que no trabajan. No comprendo como una huelga tan importante, la más larga de la historia de la empresa, pueda ser también abandonada por la dirección de las organizaciones sindicales: Nos encontramos aislados durante las vacaciones, ni un céntimo a pesar de los millones que hay en sus cajas y tras 43 días de huelga, se atreven a mirarnos a los ojos cuando han estado todo el mes pasado negociando en los despachos. Para mí, hay que empezar de cero, construir organizaciones que sirvan a los intereses de los trabajadores. Si me sindico hoy en día, es también para combatir y echar a esa pandilla que nos quita 35 euros de cuota al mes para no darnos nada a cambio. Es para militar al lado de los conductores con los que trabajo todos los días, defendernos en lo cotidiano y acumular fuerzas para futuras batallas.
Porque esta huelga, es también eso, transformé mis frustraciones en coraje: he aprendido la fraternidad, he descubierto a compañeros con los que nunca había hablado. Y, sobre todo, ella ha reunido a las tropas y ha construido un ejército.
Entrevista: Elsa Marcel
Traducción: Roberto Bordón
* Publicado originalmente en Révolution Permanente
Révolution Permanente
Francia