Ante la disolución del Congreso, parlamentarios de diversas bancadas encabezados por el fujimorismo contraatacan, iniciando proceso de "vacancia" presidencial contra Martín Vizcarra.
Lunes 30 de septiembre de 2019 23:30
Foto: redes
Después que el pleno del Congreso de la República, de mayoría fujimorista, continuó con la elección de los miembros del Tribunal Constitucional desoyendo el pedido de confianza del Ejecutivo, el presidente Martín Vizcarra anunció la disolución del Congreso. Frente a esto, el fujimorismo y sus aliados parlamentarios interpusieron una moción de vacancia presidencial.
Esta nueva etapa de la crisis política en el Perú se abrió el viernes pasado, cuando el presidente Vizcarra anunció que pediría cuestión de confianza al Congreso para poder cambiar la forma de elegir a los miembros del Tribunal Constitucional. Ello, debido a que el fujimorismo y el APRA venían implementando toda una campaña para copar este órgano del estado que tiene carácter dirimente. La razón que llevó al fujimorismo y a sus aliados a copar el Tribunal Constitucional, está directamente relacionada con la posibilidad de liberar a su lideresa Keiko Fujimori y evitar también que los representantes de estas organizaciones políticas sean involucrados en las investigaciones derivadas del caso Odebrecht y de los últimos destapes denominados "codinomes" (nombre que puso Odrebrecht a los congresistas a quiénes les financió sus campañas electorales).
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Este lunes 30 de septiembre, desde tempranas horas de la mañana, los congresistas fujimoristas y de otras fuerzas políticas con las cuales hacen mayoría en el congreso, trataron de evitar por todos los medios que el presidente del Consejo de Ministros presente formalmente ante el pleno la anunciada cuestión de confianza. Sin embargo, después que el premier Salvador del Solar -casi a viva fuerza- ingresó al pleno del parlamento y luego que pidió la cuestión de confianza, la mesa directiva continuó con la votación de los miembros al Tribunal Constitucional, desconociendo de hecho el pedido de confianza del Ejecutivo por tercera vez, lo cual habilitaba jurídicamente al presidente de la República a que disuelva el Congreso, como bien lo terminó haciendo Martín Vizcarra en horas de la tarde.
Frente a esto, los congresistas fujimoristas y las otras fuerzas con las cuales hacen frente en el Parlamento, aprobaron inmediatamente la cuestión de confianza al Ejecutivo y lanzaron la moción de vacancia presidencial para destituir a Martín Vizcarra, aduciendo incapacidad moral. De esta manera, lo que en realidad buscan es mantener sus curules y la correspondiente inmunidad parlamentaria. Paradójicamente, los fujimoristas acusan a Vizcarra de dictador, olvidando que Alberto Fujimori hizo lo mismo en 1992. Esta medida desesperada del bloque fujimorista no goza de popularidad, por tanto no se espera que reciba el apoyo popular, sino todo lo contrario, ya que el desprestigio de este sector político es muy grande.
De esta manera, Vizcarra busca cerrar por arriba la crisis política que se vive en el Perú desde que salió a la luz la vinculación de muchos políticos – tanto de derecha como de izquierda (hablamos de referentes de la izquierda neorreformista como la ex alcaldesa de Lima Susana Villarán)- a los negociados promovidos por la constructora brasileña Odebrecht. Cabe recordar que el fujimorismo, desde que Pedro Pablo Kuczynski asumió la presidencia de la República y luego con Martín Vizcarra al mando del Ejecutivo, desarrolló siempre una posición obstruccionista, más allá que comparten con este poder del Estado todo su programa económico, como bien quedó evidenciado cuando aprobaron juntos medidas que atentan contra los trabajadores y el pueblo, como la aprobación del plan de competitividad y productividad o la ampliación de los beneficios a los grandes empresarios agro exportadores.
Sin embargo, la crisis no se ha cerrado aún ya que como lo mencionamos, el bloque fujimorista y sus aliados del APRA han anunciado que darán batalla al Ejecutivo encabezado por Martín Vizcarra, al cual acusan de golpista y hasta lo comparan con Hugo Chávez por el apoyo que recibe de un sector de la izquierda. Mientras esto ocurre a nivel de la superestructura del Parlamento y el Ejecutivo, las fuerzas armadas – que a la postre podrían dirimir esta disyuntiva - mantienen silencio y el pueblo se ha empezado a movilizar en diferentes regiones del país exigiendo el cierre del Congreso.
Es entendible el odio al Congreso dominado por la corrupción fujimorista pero que las huelgas, las ocupaciones contra los proyectos mineros, la crisis política del país, etc. demuestran que el gobierno de Vizcarra no es ninguna solución para las demandas populares.