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Red Internacional
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#NOFUEACCIDENTE. Población de Minas Gerais sufre contaminación de agua luego de la tragedia

Dos patrulleros de la Policía Militar de Minas Gerais realizaban en la tarde de este miércoles (11) la escolta en una distribuidora de agua en la ciudad de Governador Valadares, a unos 450 km de la capital del estado, Belo Horizonte. El lugar tuvo la provisión de agua interrumpida por la prefectura después de que el barro proveniente de las represas en Mariana alcanzó el Río Doce, que corta la región.

Viernes 13 de noviembre de 2015

La llegada de botellones de 20 litros de agua causó corridas al local en el centro de la ciudad. Más de 100 personas con botellones vacíos esperaban la oportunidad de comprar agua a 10 reales y formaban una fila que daba vuelta a la manzana.

El primero de la fila era Felipe Junio Costa, de 24 años. Llevaba 4 horas de espera en la puerta de la distribuidora, “No tenemos agua desde el fin de semana. Llené todo lo que pude en casa, puse en baldes, pero ya se terminó todo”, dijo. Costa afirmó que se enteró por amigos sobre el punto de venta recién abastecido y no dudó en ir al local. “No estamos encontrando agua en ninguna parte”.

Con trillizos de tres meses en casa, la ayudante de cocina Daniela de Souza, de 29 años, pidió un vaso de agua en la distribuidora para darle a una de sus hijas que estaba con ella. “Estamos comprando agua filtrada para los bebés. El problema ahora es que no llega nada de agua a casa, no se puede hervir. Tengo que pedirle a la esposa de mi primo un vaso de agua por día para cada bebé y así me las arreglo. Hoy nadie le está dando agua a nadie”, dijo.

La auxiliar de escuela María Aparecida de Souza, de 45 años, aguardaba su turno con su hija, la costurera Taynâ Helina de Souza, de 25. “Ya veníamos enfrentando problemas con el agua de antes que pasara esto con el río. Lo que pasó ahora fue un empeoramiento y encima en esta época con altas temperaturas”, dijo María.

El proveedor Yuri Dutra da Silva, de 21 años, estimó que vendió 250 botellones por hora en los últimos dos días. “La situación se va a poner peor. Anota lo que te digo. Los tanques de la gente se están secando y la calamidad solo va a empeorar. Están diciendo que puede llevar hasta 45 días para que volvamos a la normalidad. Va a ser bien difícil”, dijo Silva.

El colapso en el abastecimiento en Governador Valadares afecta cerca de 296 mil personas que viven en la ciudad. Camiones cisterna abastecidos en ciudades a hasta 100 km de distancia son necesarios para socorrer los puntos más vulnerables de la región, como hospitales y albergues.

La ruptura de la represa en Mariana revela la actualidad de la mayor parte de los problemas sociales históricos de Minas Gerais. La destrucción del medio ambiente, la venta de las riquezas nacionales a “precio de banana” a los empresarios extranjeros, la represión y el racismo (en regiones en gran parte ocupadas originalmente por Quilombos) de la Policía Militar y Civil al servicio de los empresarios, el servilismo de los gobiernos de los ricos a estos capitalistas extranjeros; desde Fernando Henrique Cardoso (PSDB), con la privatización de la empresa Vale, hasta Fernando Pimentel (PT) que viene proponiendo flexibilizar aun más las obsoletas medidas de protección ambiental a partir de la concesión de licencias “más ágiles”, es decir, menos rigurosas.

También queda claro que estos problemas sociales alcanzan principalmente a regiones con trabajadores más precarizados, con servicios en condiciones inhumanas en las minas o viviendo en el campo sin ninguna garantía de que al día siguiente tendrán aun tierra para trabajar, animales para criar o agua para tomar. Inseguridad fruto del poder de las mineras y de los gobiernos que las representan.

De ahí la necesidad de cárcel y confiscación de los bienes de los poderosos empresarios de la minería, de Samarco, Vale y BHP. La confiscación de bienes podría garantizar partidas para un plan de emergencia que busque minimizar el brutal daño ambiental, con obras públicas garantizadas con dinero de las fortunas de los poderosos y de las multimillonarias facturaciones de las empresas. Controladas por los vecinos, trabajadores, estudiantes y pobladores del campo que allí viven, trabajan, producen y por eso son los únicos que tienen el interés de recuperar y preservar el inestimable valor ambiental y cultural de la región.