Podemos presenta los ejes del que será su programa económico de cara a las elecciones del 20D. Lo hace inmerso en uno de los momentos más bajos desde que se constituyera como partido político hace un año en Vista Alegre.

Arsen Sabaté Barcelona | @ArsenSabate
Viernes 23 de octubre de 2015
Foto: Reuters
A dos meses vista los partidos van entrando en pre-campaña electoral para el 20D y la formación dirigida por Pablo Iglesias empieza también a presentar algunos aspectos de su programa.
El miércoles pasado se presentaron los ejes de su programa económico. Se hizo en un momento en que la formación morada se encuentra con sus aspiraciones de gobernar embarrancadas demoscópicamente. Uno de los peores momentos desde la asamblea fundacional en Vista Alegre hace un año.
Si a principios de 2015 las encuestas situaban a Podemos como segunda fuerza política en estimación de voto con un 23,9%, hoy el partido de Pablo Iglesias se sitúa como cuarta fuerza con un 14,1%, muy por detrás de Ciudadanos que sería el partido que tendría la clave para formar gobierno.
El crédito que va perdiendo Podemos a marchas forzadas hacia el 20D tiene su razón de ser en varios factores. Uno de ellos es la bancarrota que ha supuesto a nivel europeo las políticas neo-reformistas de Syriza y Alexis Tsipras. Un modelo que pretendía enfrentar la “dictadura de los acreedores” pero que ha acabado convirtiéndose en el enésimo enterrador del pueblo heleno. El gerente de un memorándum que nada tiene que envidiar a los de los gobiernos del Pasok y Nueva Democracia. Una política, la de Syriza, de la que Pablo Iglesias no se ha podido ni ha querido desligar en ningún momento.
Pero sin duda, lo que a día de hoy se demuestra como un fracaso para el partido de Iglesias es la moderación del programa original de Podemos y el desvío cada vez mayor hacia el “centro político”. Allí, se ha topado con el auge de Ciudadanos y el empuje que desde los sectores de la banca y la patronal le dan al partido de Albert Rivera.
Así se vio en el debate cara a cara que tuvieron en TV el domingo pasado Iglesias y Rivera. Los dos candidatos defendieron en una conversación de bar unas propuestas que no se diferenciaban en demasía y donde vimos a un Pablo Iglesias superado en todo momento por su rival.
Esta semana Podemos se ha decido a presentar unos ejes económicos con los que pretende dar la impresión de desligarse del centro político por el que compite con Ciudadanos.
Junto a su equipo de expertos en economía, Pablo Iglesias defendió el pasado miércoles en el Círculo de Bellas Artes de Madrid sus líneas de trabajo basadas en la creación de empleos de calidad, reducir la pobreza y la desigualdad, transformar el modelo productivo y disminuir el peso de la deuda. Por su parte Vicenç Navarro, economista y colaborador de Podemos, defendió la existencia de alternativas políticas, sociales y económicas contrapuestas a las políticas de la Troika.
Alguna de las medidas presentadas pasan por garantizar una renta mínima en la que se dotaría de un mínimo de 600 euros para quienes no tengan ningún tipo de ingreso y de un complemento salarial a los trabajadores cuyo sueldo sea menor de 900 euros. Una medida que supondría unos 15.000 millones de euros, lo que equivale al 1,5% del PIB.
Otras medidas destacadas fueron la creación de una banca pública “al servicio del ciudadano” y una reforma fiscal que se equipararía con la media europea. Podemos propone suavizar la senda de reducción del déficit prevista, condicionándola al cumplimiento de objetivos como la reducción del desempleo.
También se defendió también la necesidad de una re-estructuración tanto de la deuda pública como la privada.
En el plano laboral proponen “modificar la estructura empresarial”, “impulsar una diversificación productiva e industrial” y “potenciar un tejido productivo innovador en torno al desarrollo de las pymes”. Todo ello fomentando un “plan de desarrollo productivo en sectores como la economía verde, la intensificación tecnológica y la investigación”.
Para finalizar, otra medida estrella de Podemos sería rebajar la edad de jubilación a los 63 años como anunció el propio Iglesias en el debate con Albert Rivera.
Como vemos Pablo Iglesias quiso confirmar su compromiso con la adopcción de un programa de reformas socialdemócratas. Un programa que se mantiene lejos del presentado en la campaña electoral de las elecciones europeas de 2014, ya de por sí bastante moderado. Podemos presenta un programa que refuerza el compromiso y el respeto a los intereses de los grandes capitalistas, a los que a lo sumo pretende gravar con algo más de impuestos.
Esta es la piedra de toque de la misma viabilidad del programa de reformas presentado por Iglesias. ¿Se pueden implementar medidas como las que se proponen, aún siendo reformas bastante limitadas, desde el escrupuloso respeto a las “reglas del juego” que marcan los capitalistas y la Troika?
La respuesta la podemos buscar de nuevo en Grecia. Tsipras se presentó y ganó las elecciones con el Programa de Tsalónica, en muchos aspectos más radical que los ejes presentados por Podemos. Después de formar gobierno con un partido populista de derechas y después de haber aceptado el nuevo memorándum, aquellas promesas descansan en algún cajón mientras la situación de emergencia social sigue agravándose.
Pero no hay que atravesar el mediterráneo para ver donde quedan las promesas reformistas cuando se topan con los “poderes reales”. Las políticas de las “candidaturas del cambio” en ayuntamientos como Madrid, Barcelona o Zaragoza, vinculadas a Podemos, mantuvieron en campaña propuestas como la re-estructuración de la deuda municipal o la municipalización de servicios que hoy están abandonando por su negativa a perturbar los grandes intereses de los capitalistas.
Los límites del programa de reformas light tienen dos vertientes. La primera es que en sí mismo sus propuestas son realmente impotentes para dar una solución de fondo a los graves problemas sociales como el paro de masas, los desahucios, el desmantelamiento de la educación y la sanidad pública o la precariedad laboral. El segundo y más paradójico es que la lógica de respeto a la legalidad capitalista, de huir de toda medida que ponga en cuestión los intereses y derechos de propiedad de los capitalistas, hace que ni siquiera ese programa reformista pueda ser llevado adelante.
Una verdadera encerrona de la que poco podemos esperar los trabajadores y sectores populares, y que plantea la necesidad de retomar el camino de la movilización social y la construcción de una alternativa política que apueste por ella y por imponer un programa de salida a la crisis verdaderamente anticapitalista.