A propósito de la campaña contra la “Educación Sexual Integral” en Argentina y el Proyecto “Escuela Sin Partido” presentado en el Congreso de Brasil. Lanzas de una nueva reacción continental.
Domingo 11 de noviembre de 2018
“Basta de hacer política. Den clases.” Pintada contra la comunidad educativa de Moreno, Septiembre 2018
“En grandes áreas del conurbano, los chicos se forman con maestros que votan al trotskismo.” Carlos Pagni, La Nación, 26 de Marzo 2017. (En referencia a la influencia ganada dentro del sindicato docente por la oposición al peronismo en general y de izquierda en particular, en seccionales sindicales importantes del Gran Buenos Aires).
Crece la preocupación de algunos sectores de la sociedad sobre qué se enseña en el ámbito de la educación pública. Es sabido que en los últimos años el movimiento de mujeres en lucha por sus derechos pateó el tablero.
Empalmó con la profunda aspiración de igualitarismo que venía gestándose entre los más jóvenes y las dos convicciones que se potenciaron. En Brasil con el reciente #EleÑao contra Bolsonaro y en Argentina con los pañuelos verdes, que representan el insistente reclamo del derecho al aborto.
Los que identifican a millones de jóvenes por las calles y se multiplican a la salida de las escuelas. Un despertar que fue llamado periodísticamente “La Revolución de las Hijas”.
Acción y Reacción
Frente a ese movimiento, la reacción ideológica levantó cabeza. Amparados en el iniciante ciclo de gobiernos gerenciales derechistas en América Latina, identificaron a maestras y profesoras como uno de sus enemigos, ya que supuestamente “bajan línea” y “adoctrinan” a sus hijos en las aulas.
Una excusa para disciplinar a los trabajadores y hacer retroceder la lucha por las libertades democráticas.
De la página web “Escuela Sin Partido” de Brasil podemos descargar y afichar en nuestro establecimiento escolar los “Deberes del Profesor” que indican que éste “no hará propaganda político-partidaria en el aula ni incitará a sus alumnos a participar de manifestaciones, actos públicos y marchas”, así como tampoco permitirá que los mismos alumnos se cuestionen estos mandamientos.
No hablar de “igualdad de género”, de “orientación sexual”. No dar una visión negativa de la dictadura del ´64, reivindicada por Bolsonaro (quién promueve la creación de nuevos colegios militares). Desde organizaciones de izquierda como el Movimento Revolucionário de Trabalhadores (hermano del Partido de los Trabajadores Socialistas argentino) llaman a frenar esta “Ley Mordaza” de censura y exigen que los sindicatos no la dejen pasar.
En Argentina la campaña #ConMisHijosNoTeMetas busca frenar la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral y recientemente usa la metodología de denunciar y exponer públicamente a maestras que la enseñan, como ocurrió hace poco en la escuela primaria nº 130 de La Matanza.
Por su parte la comunidad educativa de la zona empezó a organizarse para derrotar este ataque impulsado por el grupo derechista “Derqui por la Vida”. Es la militancia de las Iglesias Evangélicas y Católicas la avanzada de la reacción contra los derechos.
Actualmente las primeras reemplazaron la influencia territorial que supieron tener las segundas y por eso acudieron a ellas la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y la intendenta matancera Verónica Magario (quién instauró por ordenanza municipal el “Día de las Iglesias Evangélicas”).
Evidente interés común del macrismo y del peronismo en que los guías espirituales ayuden a contener el descontento de la sociedad ante un ajuste económico que se siente cada vez más fuerte. Fue el propio kircherismo que al redactar la Ley de Educación Sexual Integral les regaló un artículo que hace relativa su implementación según el establecimiento educativo. Es decir, dejó abierta la puerta para la injerencia de las Iglesias en la Educación.
Miedo a la juventud
Ellos son partidarios de impedir que la juventud conozca sus derechos y que haya un ámbito donde puedan criticar las políticas de ajuste de los gobiernos, cuestionar el sistema capitalista en el que vivimos y organizarse para luchar.
Quieren hundir en la ignorancia y condenar a la impotencia a les jóvenes más golpeados por el saqueo que está haciendo el FMI en el país, robarles su futuro.
La mayoría tienen vulnerados todos sus derechos, porque sus condiciones de vida son precarias, los barrios se inundan, las escuelas en las que cursan se caen a pedazos, con una educación en crisis y limitado acceso al ocio y la cultura. La máxima perspectiva es terminar el secundario y con suerte conseguir un pésimo trabajo.
En el caso de la educación sexual les niegan el derecho a la información sobre algo que los afecta cotidianamente, a generar un espacio donde puedan dar alerta cuando sufren violencia o abusos (frecuentes en la niñez) y también contra el derecho a decidir sobre sus cuerpos y poder elegir libremente su sexualidad y disfrutarla plenamente.
Esto tiene consecuencias. Recientemente se conoció la noticia de una escuela en Jujuy donde treinta de las alumnas están embarazadas. Casualmente esa provincia fue una de las que más militancia conservadora tuvo contra la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, junto con Santiago del Estero, donde una escuela hizo desfilar a sus alumnas con el pañuelo celeste, que representa la oposición a este derecho.
Como dirían en redes sociales: hay “adoctrinamientos” y “adoctrinamientos”.
Esta reacción ideológica ya se había visto en 2017, año en que la gobernadora Vidal intentó reclutar voluntarios para quebrar el paro educativo. Ante la desaparición de Santiago Maldonado el gobierno fomentó las denuncias a docentes que hablaran sobre el tema y sobre los derechos humanos en la escuela.
La Nación aportó su periodismo de guerra publicando una nota titulada “En el aula no se milita”. El rastro también lo podemos seguir en los borradores del macrismo para reformar las escuelas técnicas que pretende, entre otras cosas, recortar materias específicas de ciencias sociales y naturales que los mismos estudiantes reivindican como formación “ciudadana” porque no quieren egresar, según sus palabras, “sabiendo sólo ajustar una tuerca”.
Les pibes no se van a callar y dejar que les pasen por encima
Ya plantaron bandera a favor del Derecho al Aborto, por la separación de la Iglesia del Estado y contra la derecha. Los docentes tenemos que unir nuestra organización y lucha a esa juventud y sus familias desde las escuelas para sacudir los gremios que miran para otro lado. Baradel y el kirchnerismo, mientras esperan las elecciones 2019, dejan pasar el ajuste.
Hay que poner en pie una fuerza social que empieza hoy por rechazar cualquier injerencia religiosa en las escuelas, rechazar la intromisión del Banco Mundial y el FMI en los planes educativos.
Siguiendo por impedir que la crisis la descarguen sobre el pueblo y no detenerse ahí. Conquistar que el presupuesto y los contenidos de la educación pública sean debatidos y definidos por los docentes, sus organizaciones gremiales, les estudiantes y las familias trabajadoras, para que finalmente se pongan al servicio de las necesidades de las mayorías populares.
José Domenech
Profesor y diseñador gráfico. Aficionado a los mapas. Es militante del Partido de los Trabajadores Socialistas y delegado del sindicato docente en La Matanza.