Este jueves, el Tribunal Constitucional de Polonia emitió un fallo que cuestiona la validez de las leyes europeas en territorio polaco, impugnando así uno de los pilares jurídicos de la UE.
Viernes 8 de octubre de 2021
La resolución del Tribunal polaco responde a la solicitud de aclaración por parte del primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki del partido nacionalista católico y ultraconservador Ley y Justicia (PiS). Este viene sosteniendo que la Justicia polaca no tiene que acatar las normas de los Tribunales europeos en diferentes temas, y ahora ha logrado que el Tribunal Constitucional de su país le de la razón. “Este es el tipo de Unión que queremos y ese es el tipo de Unión que crearemos”, ha celebrado este viernes Morawiecki. De esta forma, se agrava la distancia entre Polonia y Bruselas, una relación que venía acumulando mucha tensión.
La decisión del Tribunal Polaco ha impactado como un mazazo en todos los organismos de Gobierno de la UE. Es la primera vez que un Estado miembro de la UE se rebela formalmente contra la vigencia de las normativas comunitarias, poniendo el derecho nacional por delante de la norma europea.
Desde la Comisión europea han expresado su “preocupación” y han reafirmado que todas las normativas de la UE “incluidas las disposiciones constitucionales” y “todas las sentencias del Tribunal de Justicia europeo son vinculantes para las autoridades de todos los Estados miembros, incluidos los tribunales nacionales”.
La decisión del Tribunal polaco llega un día después de un fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que aseguraba que las medidas que está tomando el gobierno polaco están minando la independencia judicial en ese país.
La UE viene cuestionando que Polonia avanza en una deriva “autoritaria” y contraria “a los valores democráticos” por medidas gubernamentales como una reforma judicial que permitía al Gobierno destituir a dedo a los jueces y nombrar a otros afines.
Este tema está en el centro del enfrentamiento entre Bruselas y Varsovia, que también han chocado sobre las políticas de migración y los derechos LGTBI, entre otros temas. Desde el PiS sostienen una política ultraconservadora de recorte de derechos y cierre de fronteras, a tono con los discursos de la ultraderecha europea. Ante esto, desde la UE se vienen proponiendo sanciones hacia Varsovia, para exigir que cumpla con las normativas europeas.
Ante este nuevo desafío, Bruselas cuenta todavía con un recurso fuerte para tratar de doblegar a Polonia: los fondos de Recuperación Europeos post-COVID, donde ese país tiene asignados 36.000 millones de euros entre subvenciones y préstamos. Pero no verán ni euro si no aflojan el desafío a la normativa europea, aseguran en la UE.
Lo que está en juego no es solo el destino de Polonia, sino también hasta dónde llegan las tendencias euroescépticas del grupo Visegrado (Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa), que, a su vez, pueden impactar en el resto de Europa. La perspectiva de un Polexit no es inmediata, pero si se mantiene esta situación, se estaría produciendo una salida en pequeñas cuotas.
En un momento en que Angela Merkel se retira como principal figura del gobierno alemán, con elecciones a la vista en Francia (con resultado incierto), la situación polaca agrega inestabilidad al concierto europeo.
Detrás del enfrentamiento con el polo conservador de Europa del Este también hay mucho cinismo. Desde la UE se quieren presentar como los defensores de los “valores democráticos” cuando esta Europa del capital se sostiene sobre la base de las vallas, muros y fronteras par restringir la inmigración, las deportaciones exprés y las políticas antidemocráticas de sus propios estados hacia los sectores obreros y populares, o hacia los movimientos democráticos como el del pueblo catalán.