Entrevista a Joseffe Cáceres y Patricia Romo
Hoy son muchos los cuestionamientos abiertos al proceso en curso: ¿Qué es lo que aprobamos realmente? ¿Cuál es el poder que tiene hoy el movimiento de mujeres y feministas, cuál es su potencial de transformación en esta situación?
Son preguntas que definitivamente no tienen una respuesta unívoca, pues de lo que se trata en este momento es de posiciones políticas y hacia dónde tensamos el hilo. Para poder profundizar sobre estos debates tan acuciantes a la situación actual, conversamos con Joseffe Cáceres y Patricia Romo, voceras nacionales de Pan y Rosas - Teresa Flores y dirigentes sindicales feministas socialistas.
El movimiento de mujeres y feministas ha estado presente incluso durante los meses de confinamiento, saltando a la palestra por desobedecer las cuarentenas, para exigir justicia por Antonia y Ámbar, y siendo un componente mayoritario de la primera línea contra la pandemia, en sectores como salud o servicios. ¿Cómo ven ustedes la situación de las mujeres en la actualidad de nuestro territorio?
Joseffe Cáceres (JC): Los meses de pandemia han impactado de manera significativa en nuestras vidas. Muchas no hemos visto a nuestros seres queridos, familiares; o les hemos perdido producto del COVID-19. A ello se le suman las pérdidas de empleo, de calidad de vida, lo cierto es que el coronavirus ha modificado sustancialmente nuestra forma de vivir y relacionarnos, pero la mascarilla no es bozal; las manifestaciones recientes de trabajadores de la salud en Plaza Dignidad, muestran que el 10% que pudimos sacar de las AFP ladronas, de ninguna forma soluciona todos los problemas que abrió la crisis sanitaria, económica y social. También denunciaron las prioridades del gobierno, cuyo centro está en fortalecerse vía la represión, como muy bien señalaban los carteles de las compañeras TENS que salieron a las calles: Hay plata para los pacos y no para los hospitales. Las mujeres seguimos “al frente”, contra la violencia machista, pero también cumpliendo aún las tareas de cuidado de infantes y de la tercera edad, de personas enfermas, “confinadas históricamente” en las tareas domésticas y de cuidado.
Patricia Romo (PR): La pandemia ha mostrado que pese a que la mayoría de la sociedad hoy se declara a favor de la equidad de género, las condiciones que favorecen la opresión de las mujeres se mantienen intactas y lamentablemente, se refuerzan. Además la pandemia ha acrecentado los índices de violencia contra las mujeres, problemas de salud mental, el agobio laboral producto del teletrabajo y el cierre de escuelas presencial.
JC: Hoy la derecha está claramente aprovechando el “Veranito de San Juan” que abrió lo del 10% para pasar ataques que les permitan seguir descargando la crisis económica y sanitaria sobre el pueblo pobre, y con particular crueldad sobre las mujeres, con medidas absurdas como la de “Segundas nupcias” o el sueldo mínimo con un ajuste de mil quinientos pesos: una burla total.
PR: Y por el 10%, corrían en círculos, desesperados los poderosos, hasta que salieron los economistas a validar la medida, en tanto permitía una reactivación de la economía de la miseria en la que estábamos, dado el recrudecimiento de los padecimientos cotidianos: lo vi en mis estudiantes, en sus familias, lo viví en carne propia. Creo que esa rabia que explotó en octubre del año pasado se mantiene latente, se ha profundizado durante la pandemia y no ha sido derrotada; las mujeres, sobretodo las mujeres trabajadoras y populares hemos alimentado ese fuego con nuestra labor política y social.
Claramente las mujeres, feministas y disidencias sexuales y de género hemos aparecido como un actor político fundamental durante este proceso de impugnación al régimen heredado de la dictadura cívico militar. ¿Es el feminismo un proyecto político por sí solo, o son muchos proyectos con un mismo nombre?
JC: Me parece una buena pregunta, porque efectivamente el feminismo como ideología general ha permeado en muchos espacios y me alegro que así sea; desde las primeras marchas por el aborto en 2013 en Chile, pasando por el NiunaMenos hasta el mayo feminista y llegando al histórico 8M de este año y nuestro despliegue de lucha en pandemia. Este “feminismo” general permitió que muchas compañeras se abrieran paso a la vida política, a politizar la propia existencia. Y eso es maravilloso. Sin embargo, creo que sería un error asumir que hay “un” feminismo “originario” del cual derivan el resto de los feminismos, creo que cada una de las tendencias responde a objetivos diferenciados, más allá de que podamos coincidir en los aspectos referentes a la opresión hacia todas las mujeres. Hemos dado peso a la visibilización, a nombrar, a reconocer. Pero debemos admitir que eso es completamente insuficiente. Somos mujeres, sí, y reconocemos la colectividad de la vivencia de la opresión. Pero también somos muchas otras cosas. Y esas otras cosas hacen que las diferencias en la experiencia de la opresión sean radicales. Por eso nosotras decimos “el género nos une y la clase nos divide”. Y esta brújula nos ayuda al momento de tomar decisiones, por ejemplo hacia el plebiscito y el proceso constitucional.
Rosario Olivares, compañera de REDOFEM (Red Docente Feminista) señaló recientemente a la prensa que “las organizaciones que formamos parte de la Asamblea Feminista Plurinacional nos sumamos este 25 de octubre a votar Apruebo en el Plebiscito porque creemos que es fundamental construir un proceso constituyente que sea verdaderamente democrático, sobre todo, porque ha sido el movimiento feminista uno de los movimientos que empujó para que este proceso de cambio constitucional fuese posible. Por ello (...) es fundamental votar “Convención Constitucional”, pues es la única forma de asegurar que las mujeres feministas estemos en la nueva Constitución.” ¿Qué les parece esta aseveración y llamamiento?
PR: Coincido en que el movimiento de mujeres y feministas jugó un rol muy importante en articular la situación en la que hoy nos encontramos. Yo misma, como dirigenta sindical del Colegio de Profesores, pude ver el inmenso potencial que tenemos, que dialogamos con las y los pobladores que son nuestros apoderados, con trabajadores que son madres y padres o cuidadores de infantes. Un engranaje que fue fundamental para levantar un organismo como el Comité de Emergencia y Resguardo en Antofagasta, un pequeño pero ambicioso ejemplo de autoorganización obrera y popular de cuya orgánica fuimos sede. La docencia, y la asistencia en la educación, son profesiones y oficios tremendamente feminizados y de mucha precarización, por lo mismo, logramos empatizar con las vivencias cotidianas de la clase trabajadora, de la que también somos parte. Como profesora, evidentemente quiero echar abajo la constitución antidemocrática y neoliberal de Pinochet; por eso voto “apruebo’’. Sin embargo, creo que la compañera Olivares hace una afirmación capciosa: para que el proceso sea verdaderamente democrático, debemos apoyar la opción “Convención Constitucional”. Yo creo que para que el proceso constituyente sea verdaderamente democrático, no puede existir ningún poder sobre éste; no puede tampoco existir poder de veto como el que hay en este proceso con un quórum de ⅔; no puede excluir a la juventud secundaria, quienes iniciaron esta revuelta saltando torniquetes. Por ejemplo, yo como dirigenta sindical tampoco podría participar de la Convención Constitucional. Nos quieren proponer que este proceso puede ser realmente una expresión de la democracia más radical, pero los límites son claros y precisos. Esa fue la jugada de la derecha a la que sectores del Frente Amplio decidieron subordinarse. Para que el espacio tenga poder real y no solo poder formal, es necesario generar una fuerza social capaz de defender las demandas de la revuelta, que arrincone al régimen y lo haga caer. Por eso reivindico mantener la lucha por una asamblea constituyente libre y soberana.
JC: Esto es importante, porque no se trata de un capricho de palabras, de ponerle tal nombre o tal otro. No es que a mí me parezca más bonito el nombre “Asamblea Constituyente Libre y Soberana” versus “Convención Constitucional”: es que los nombres son descriptivos de lo que hace el contenido de la instancia, son diferentes posiciones políticas imposibles de homologar. Una Convención Constitucional, diseñada con las reglas de los viejos partidos de los 30 años, puede que garantice la presencia de mujeres en la discusión, pero de ningún modo asegura que ese conjuro legal tenga algún efecto concreto en nuestra experiencia cotidiana de la violencia machista.
PR: El proceso está hecho a la medida de quienes nos gobiernan, asesinan, reprimen y violentan. Toda declaración de igualdad jurídica, es formal y sin efectividad práctica, si no está acompañada de la transformación a las condiciones estructurales que habilitan la violencia, y no sólo eso, la validan y reproducen. Esto excede con creces lo que la norma pueda regular.
JC: Las feministas socialistas no entendemos la estrategia como una serie de movilizaciones de presión aisladas y maniobras con nuestros dominadores, para ganar una cosita por aquí, una por allá; proponemos una estrategia que articule volúmenes de fuerza social para la victoria. Nos merecemos la victoria, echar abajo este régimen político podrido, y avanzar hacia una sociedad donde lo que rija no sea la dictadura del capital, sino que sea la democracia más plena jamás conocida; donde realmente seamos nosotras, las y los trabajadores quienes gobiernen. Donde las decisiones sobre todos los aspectos democráticos y económicos se tomen por las grandes mayorías trabajadoras y populares, por que luchamos no por democracia en los marcos del Estado capitalista, patriarcal y racista, sino por un gobierno de las y los trabajadores. Tenemos esa fuerza, la vimos en octubre y durante todos los meses de la revuelta, pero particularmente durante los primeros días y especialmente la jornada del 12 de noviembre; jornadas revolucionarias que de continuar vía la huelga general hasta la caída de Piñera, nos garantizaban las condiciones para una Asamblea Constituyente por sobre los poderes constituidos. Es necesario activar esa fuerza, por eso las mujeres trabajadoras somos esenciales.
PR: Eso es el poder constituyente, la capacidad de generar un marco jurídico totalmente nuevo, es llevar la experiencia con la democracia para ricos hasta el final, con métodos revolucionarios, que nos posibiliten la mayor y más amplia experiencia política a las masas, en preparación de nuestro propio gobierno. Insisto, tuvimos ese poder desplegado en las calles. De hecho, una Asamblea constituyente libre y soberana como la que proponemos, solamente será posible mediante métodos revolucionarios, pues va a implicar el choque directo con las instituciones que actualmente sostienen el Estado capitalista, como lo es la policía y su ejército profesional. Necesitamos para ello, desplegar la fuerza social de la clase trabajadora y sus sectores estratégicos, pues vamos a confrontar las fuerzas pilares claves del estado, los mismos que han tenido una actuación benevolente ante el paro de los camioneros y las manifestaciones por el rechazo. Por eso es crítica la cuarentena de la CUT y de las federaciones estudiantiles. Como movimiento de mujeres podemos ser un factor para alertar sobre las trampas que nos están poniendo los capitalistas, en el camino a terminar con el “Chile de los 30 años”. Si queremos extender los límites de la constituyente, va a ser chocando con los límites del actual Estado.
A partir del posicionamiento de la Asamblea Plurinacional feminista ¿Qué piensan de la consigna “Juntas hacemos historia”? ¿Qué historia queremos construir?
JC: Bueno, primero que todo, habría que cuestionarse ¿juntas, quiénes? ¿Las mujeres, las feministas? Yo creo que tenemos proyectos muy distintos de sociedad entre las mujeres, hay mujeres como Evelyn Matthei o Camila Flores, ambas de extrema derecha, anti derechos, anti mujeres, anti diversidad sexual, anti mapuche. Su racismo, sus valores, no representan la historia que las mujeres trabajadoras queremos construir. Por eso me parece fundamental señalar que, sí, juntas hacemos historia, pero juntas las mujeres trabajadoras, las negras, las migrantes, las mapuche, codo a codo con toda persona que quiera sumarse a nuestra lucha por un mundo sin explotación ni opresión. Queremos hacer nuestra propia historia.
PR: Pienso que no es momento de hacer proclamas generales, en el encuentro plurinacional de las que luchan, el encuentro de mujeres de este verano, discutimos un programa político, creo que este programa debemos impulsarlo, organizarnos para enfrentar al gobierno, retomando la perspectiva de la Huelga General para echar abajo este régimen hecho a la medida de explotadores racistas y machistas, que con ellos no tenemos nada que negociar. Los ojos mutilados y nuestros muertos sencillamente no los negociamos. Este gobierno asesino no tiene nada para ofrecernos, nos matan en revuelta y pandemia. Hoy en Antofagasta, pero también a nivel nacional, estamos convocando junto a diversas organizaciones políticas y sociales un comando por una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana. Entendemos que el proceso constituyente excede el plebiscito y que es por eso que proponemos la articulación política y programática de los sectores decididos a llevar esta lucha hasta el final para que nos unifiquemos. En esa línea, tenemos algunas claridades: nos proponemos acompañar la pelea por el “apruebo” y con quienes quieren terminar con la Constitución de Pinochet en el plebiscito de octubre, pero planteando la necesidad de luchar por una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana, para conquistar las demandas de la rebelión. Dentro de ellas, algunas que como pueblo claramente manifestamos como medulares son la salud y educación gratuitas y de calidad, terminar con las AFP en base a un sistema de reparto solidario bajo control de trabajadores y personas jubiladas; fin a la impunidad y disolución de la policía. Para resolver esas demandas es fundamental la nacionalización de los recursos estratégicos del país bajo gestión de las y los trabajadores, la nacionalización de la banca y el monopolio del comercio exterior, el reparto de las horas de trabajo, el derecho a la autodeterminación del pueblo mapuche, entre otras. Queremos que la idea del comando pueda ser discutida y votada en los lugares de trabajo, en los sindicatos, asambleas territoriales, organizaciones de mujeres y mapuche, para levantar con fuerza una alternativa que seamos las y los trabajadores y el pueblo quienes decidamos y no los mismos poderosos de siempre. A eso apostamos.
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