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Red Internacional
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4 TRANSFORMACIÓN. ¿Por qué AMLO no es comunista?

Con la polarización política que se vive en el país, el “miedo al comunismo” que intenta propagar la derecha hace que haya quienes piensen que AMLO algo tendría que ver con este sistema social. En esta nota explicamos porque AMLO de comunista no tiene nada.

Martes 14 de enero de 2020

El fantasma del comunismo recorre México, pero no gracias a un levantamiento generalizado de la clase trabajadora del país, sino gracias a la campaña que la derecha política lleva adelante. Esto se ha reflejado en las llamadas marchas “fifís” donde aparecen carteles y mantas haciendo referencia al “comunismo de AMLO”.

Personajes de ultra derecha como Gloria Álvarez o periodistas de medios como Expansión o El Universal llegan a referirse al gobierno de Obrador como “comunista” y aprovechan cualquier referencia de funcionarios de su gobierno al tema para hablar de que AMLO estaría llevando a México a la “senda comunista”.

Pero ¿qué es el comunismo?

El comunismo, según lo plantearon Karl Marx y Federico Engels, los fundadores del socialismo científico, es concebido como un modo de producción superior al capitalismo, es decir una forma en que la sociedad se organiza para producir lo que requiere y reproducirse en el tiempo, en el cuál, los medios de producción (como fábricas y bancos), así como las tierras son de propiedad social. El comunismo supone la existencia de una desarrollo inusitado de las fuerzas productivas de la sociedad, muy superior al que existe bajo el sistema actual.

En este modo de producción ya no existe Estado pues las decisiones son tomadas de forma democrática por el conjunto de la población a través de asambleas y consejos, además, en esta sociedad no existen clases sociales, pues todos trabajan y aportan a la sociedad en función de sus posibilidades, obteniendo con este esfuerzo lo necesario para cubrir sus necesidades dignamente. De hecho, Marx plantea que el comunismo sería una sociedad de libres productores asociados.

El conjunto del trabajo necesario para satisfacer lo que la sociedad necesita, es repartido entre la población en capacidad de trabajar por lo que las jornadas de trabajo se reducen de forma importante permitiendo que los humanos tengan tiempo para dedicar a la cultura, el arte, la ciencia, la recreación o el estudio.

La tecnología y la ciencia se desarrollan con mucha más fuerza que en los sistemas sociales previos, poniendo estos adelantos al servicio de la humanidad, no como ocurre en el capitalismo donde los adelantos científico tecnológicos sirven para aumentar las ganancias empresariales.

Cuando estás ideas se proponen originalmente, los teóricos revolucionarios comunistas señalaron claramente que, para llegar a este modo de producción donde se acabara con la explotación y con toda forma de opresión (de raza o género), sin Estado y sin clases sociales, no se trataba de un proceso automático. Sino que era necesaria la revolución, encabezada por los trabajadores, que pusiera fin a la explotación capitalista y avanzara en un gobierno de los trabajadores y sus aliados del campo y la ciudad. La primera tarea era la expropiación de los capitalistas, la destrucción del viejo estado y la construcción de un estado de los trabajadores, avanzando hacia la primera fase del comunismo: el socialismo. A partir del triunfo sobre el capitalismo a escala internacional y el desarrollo enorme de las fuerzas productivas bajo el socialismo, es que el estado se iría extinguiendo y desapareciendo toda desigualdad social.

Nunca ha habido comunismo en la historia de la humanidad. Lo que ha habido son intentos de avanzar al socialismo, el más grande de ellos la revolución rusa de 1917, que puso en pie el primer estado obrero de la historia. Sin embargo, como es sabido, esta revolución luego de quedar aislada al ser derrotados otros intentos revolucionarios en países como Alemania, fue traicionada por una casta burocrática comandada por Stalin y en lugar de avanzar hacia el socialismo y comunismo, Rusia regresó al capitalismo luego de la caída del muro de Berlín.

Pero entonces, ¿qué tiene que ver AMLO con el comunismo?

La respuesta más clara es nada. López Obrador es un político que se formó en el PRI cuando este partido aún tenía posiciones “nacionalistas” donde se reivindicaba en buena medida la política del general Lázaro Cárdenas. Estás posiciones, si bien se diferencian de la política de la derecha neoliberal, lo cierto es que no tienen nada que ver con el marxismo y el socialismo, las cuales son posiciones políticas que plantean que, dado que son los trabajadores quienes producen con su esfuerzo físico y mental la riqueza que luego es apropiada por los capitalistas, vivimos en un sistema de explotación que hay que superar.

Lo que también es cierto es que la derecha se aprovecha de la tergiversación de los conceptos para intentar infundir miedo, no es algo nuevo que ataquen las ideas comunistas, al fin de cuentas, es la posición política defensora del orden social capitalista, de los intereses de los grandes empresarios y, por tanto, defiende la propiedad privada y el enriquecimiento de unos cuantos que concentran la enorme riqueza que producen millones.


El comunismo es una idea por la que vale la pena luchar

En medio de la crisis económica internacional que recorre al mundo, la destrucción ambiental y el calentamiento global que produce el capitalismo y la ofensiva guerrerista imperialista que lleva adelante Donald Trump en medio oriente, no es casual que miles de jóvenes y trabajadores vean en las ideas comunistas una sociedad mucho mejor a esta que se descompone. En Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de los jóvenes creen que es mejor el socialismo que el capitalismo, y aunque es cierto que la idea de socialismo es bastante vaga y confusa este hecho demuestra que las ideas marxistas siguen tomando fuerza.

Aunque millones de trabajadores y jovenes en México depositan sus expectativas de cambio, frente a los partidos de la derecha, en que AMLO representa una alternativa, la realidad es que AMLO no busca enfrentar el poder de los grandes capitalistas nacionales o extranjeros, se alinea a los designios de Estados Unidos bajo la administración Trump y busca favorecer a los grupos de inversionistas que operan en el país. Esta lejos entonces de una política comunista, la cual no buscaría conciliar con el interés de los ricos sino terminar con esta sociedad de explotación.

Algunas medidas socialistas, por ejemplo, serían nacionalizar los recursos naturales estratégicos del país para que sean puestos a funcionar de forma democrática bajo el control de sus trabajadores y como parte de un plan más general que permita satisfacer las necesidades sociales, así las minas, el gas, el petróleo, la banca o las telecomunicaciones pasarían a ser de propiedad social lo que permitiría un enorme desarrollo productivo para el país.

Los sectores más conservadores y reaccionarios intentan instalar la idea de que cualquier intervención del Estado en la economía tendría algo que ver con el socialismo o con el comunismo, esto es totalmente falso, la política keynesiana o de intervención en la economía busca más bien rescatar al capitalismo en momentos de crisis. Lo que hay que hacer es sepultar a este sistema social, para liberar a la humanidad, eso es lo que buscamos los comunistas.

En los procesos actuales de lucha de clases que recorren el mundo, como en Chile o en Francia, así como en las luchas estudiantiles y de trabajadores en México, los comunistas participamos con la perspectiva de terminar con el capitalismo y construir un mundo nuevo, sin explotación ni opresión, para lo cual es fundamental construir organizaciones revolucionarias entre la clase obrera, las mujeres y la juventud combativa. AMLO no es comunista, pero los comunistas existimos y avanzamos día con día.