Las manifestaciones por la vivienda de la semana pasada con una participación de más de 150.000 personas solo en Madrid demuestran que el problema de la vivienda es algo que la clase trabajadora no puede seguir soportando. Tanto CCOO como UGT llamaron a la manifestación pero seguimos esperando una huelga general ¿por qué no la convocan?
Viernes 18 de octubre de 2024
¿Problema o negocio?
Desde 2015 el precio de compra de la vivienda ha aumentado un 47% mientras que los alquileres han aumentado un 58%. En comunidades como Madrid, Catalunya o Baleares la subida llega al 60%. El drama de la vivienda asola todo el territorio, donde el 43% de los sueldos se destina únicamente al pago de alquileres y el 28,66% de quienes tienen una hipoteca.
Pero a la vez que subían los precios se ha visto un fenómeno que parecería paradójico si no se les presta atención a sus causas estructurales. En el último año 1 de cada 3 viviendas han sido compradas sin un proceso de hipotecación, es decir, compradas de manera íntegra.
Es curioso como la subida del precio de la vivienda supera ya el precio de la burbuja previa a 2008 pero la compra se hace cada vez más comúnmente sin una hipoteca de por medio. Pero no dejemos que el árbol no nos deje ver el bosque, todas las compras sin hipoteca no vienen de trabajadores ahorradores sino de grandes fondos de inversión que se adueñan cada vez de más vivienda.
De las casi 4 millones viviendas vacías el 80% están en manos de entidades bancarias, casi 200.000 viviendas en alquiler pertenecen a grandes empresas y fondos buitre como BlackRock. El hecho de que cada vez haya más compras sin hipoteca tiene relación directa con la mayor acumulación de vivienda en cada vez menos manos y no casualmente 1 de cada 4 de esas manos son de fondos de inversión extranjeros.
Esto está generando un cambio acelerado en el modelo de la propiedad de la vivienda en el Estado español que tiende a la concentración de la vivienda en manos de fondos de inversión y grandes empresas quienes ven en el alquiler un negocio. En 2008 el 82,7 % de las familias eran propietarias de su vivienda habitual, pero este porcentaje ha ido en descenso durante estos 15 años. En 2020 el porcentaje era del 73,9% y en 2022 es del 72,1%. (Datos de la Encuesta Financiera de las Familias 2022 realizada por el Banco de España)
Esto implica que cada vez más trabajadoras y trabajadores, no solamente jóvenes, vivimos en régimen de alquiler, algo que va en aumento, y muchas de nosotras tenemos como caseros a grandes empresas o fondos buitre que especulan para que el negocio del alquiler sea cada vez más enriquecedor para ellos. En la Comunidad de Madrid solo 10 empresas concentran el 12% de los pisos alquilados al tiempo que los alquileres han aumentado un 106% en la última década.
Ante esta situación, el Gobierno “progresista”, tanto el anterior de PSOE-UP, como el actual de PSOE-Sumar, no han hecho nada, es más, podríamos decir que son parte del problema. La ley de vivienda es el ejemplo paradigmático de como las políticas reformistas están más dirigidas a construir un apoyo para su relato progresista que a tener algún tipo de concreción real. Esto junto a las políticas activas, en este caso sí, bien concretas y reales, que benefician a los grandes tenedores deja claro que más que solo poder hacer cosas limitadas, el hecho es que los que han gobernado estos años forman parte del problema.
La combinación del aumento de la carestía de la vida, el aumento del empleo inestable o intermitente, el abaratamiento del despido… con el aumento de los precios del alquiler y la vivienda rompe por completo las ilusiones en las promesas que se nos hacía a lxs jóvenes de clase trabajadora de que tendríamos un trabajo asegurado, podríamos vivir sin agobios etc. si cumplíamos con lo que nos decían los capitalistas y nos esforzamos. Esta desilusión, junto a pugnas contra el modelo imperialista como el movimiento por Palestina, abren camino a la organización y la lucha de la juventud y la clase trabajadora.
¿En medio de este panorama por qué los grandes sindicatos no han convocado huelga?
Ante este panorama muchas nos estamos movilizando y organizando. El pasado domingo 150 mil personas salimos a las calles en Madrid, y otras muchas en otras ciudades. Y seguimos movilizándonos. También muchas inquilinas, organizadas a través del Sindicato de Inquilinas, han decidido hacer huelgas de alquiler y han dejado de pagar las subidas abusivas del fondo buitre Néstar-Azora. En este contexto surge la duda de cómo es posible que CCOO, UGT, miren para otro lado y no planteen una huelga general por la vivienda.
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El 13 de octubre pudimos ver en la manifestación a CCOO y UGT, al igual que a partidos que forman o han formado parte del gobierno en estos últimos años. Sin embargo, más allá de denunciar esta operación de lavado de cara, es importante preguntarse qué han hecho todos estos años los sindicatos, quienes se supone deberían de ser herramientas de lucha de las y los trabajadores para defender sus derechos, por uno de los problemas que más afectan a la clase trabajadora.
También es importante preguntarse si no es precisamente en estos momentos, en los que el movimiento de la vivienda comienza a plantear la necesidad de una huelga de alquileres para bajar los alquileres un 50%, cuando los grandes sindicatos deberían convocar una huelga general para luchar por las reivindicaciones de este movimiento e imponer con la fuerza de la clase obrera bajadas de alquileres generalizadas. Sería un buen método de lucha que tocara los intereses de los grandes tenedores parando la producción. Porque además muchos de estos grandes caseros son también propietarios e inversores de otras empresas: energéticas, industria armamentística, bancos....
Esta posición actual de CCOO y UGT no sorprende pero tampoco nos conforma. El rol que han jugado las burocracias de los grandes sindicatos todos estos años ha sido el de tratar de imponer la paz social. Recordemos que hace más de una década que no hay una huelga general convocada por ellos de participación mayoritaria. De esa década, 6 años han sido de gobierno progresista y aquí está la clave. El papel de apoyo incondicional y sostén del gobierno progresista a pesar de los grandes problemas que sufrimos las trabajadoras como el de la vivienda y a pesar de importantes procesos de lucha como la huelga de Cádiz o el procés catalán que merecían una huelga general, ha sido su aportación a la restauración de la relativa estabilidad del Régimen del 78 tras la crisis que ha vivido en los últimos años. La consecuencia de esta estabilización a la que tan generosamente han aportado CCOO y UGT es que los grandes beneficiarios de todo son los bancos, fondos de inversión, energéticas… Sin embargo, movimientos y luchas como la que ahora empieza a levantarse por la bajada de los alquileres rompen la relativa pasividad y cuestionan el papel que vienen jugando los “progresistas” y las burocracias de los grandes sindicatos.
Una huelga general contra la vivienda sería una huelga general contra quienes se oponen a solucionar dicho problema. En este caso el gobierno “progresista” que con Podemos creó una ley de vivienda que no ha servido para nada, ni siquiera para limitar las subidas de los alquileres que era lo único que prometía. De igual forma el gobierno, también en su reedición con Sumar, ha facilitado la construcción a las grandes empresas, ha mantenido negocios con fondos buitre, ha infiltrado policías en movimientos sociales… Por ello es importante que CCOO y UGT rompan ese papel dialogante con el Gobierno que aprueba medidas que nos precarizan.
Además, el problema de la vivienda no es un problema aislado. Hay que bajar los alquileres, por supuesto que sí, estos es urgente y necesario, pero del mismo modo hay que subir los salarios. Hay que pelear por que los convenios laborales que firman y negocian CCOO y UGT incluyan cláusulas de revisión mensual que indexen el salario al IPC. Del mismo modo que hay que terminar con la precariedad y con el paro. Hay que pelear por que se reduzca la jornada laboral sin reducción salarial y por que se reparta el trabajo entre todas sin reducir los salarios para terminar con el paro, la parcialidad y la temporalidad. Es por ello que es importante que la clase trabajadora desde los centros de trabajo se organice para acabar con el problema de la vivienda.
Los sindicatos mayoritarios podrían, si quisieran, tener la llave para una vivienda accesible para el conjunto de las y los trabajadores, peleando por bajar los alquileres y subir los salarios, pero prefieren que los grandes empresarios y fondos buitre se la queden. Debemos luchar por una huelga general que solucione el problema de la vivienda ¿pero cómo?
Extender la huelga de inquilinas y luchar juntas por bajar los alquileres
Como decíamos, hoy empieza a desarrollarse un proceso impulsado por el Sindicato de Inquilinas de Madrid para organizar una huelga de alquileres asambleas barriales que se han organizado contra la subida abusiva de cláusulas del fondo buitre que tiene la propiedad de los pisos en los que residen. Un movimiento basado en la autoorganización y la lucha colectiva para golpear juntos contra la especulación.
Es importante pensar cómo desarrollar y extender estos espacios para conquistar una fuerza social lo suficientemente poderosa para imponer una bajada de alquileres de manera generalizada. En este sentido desde el movimiento de vivienda y los espacios autoorganizados en él debemos exigir a las burocracias sindicales que convoque una huelga general para luchar por las demandas del movimiento.
Debemos exigir que CCOO y UGT convoquen asambleas de trabajadores y trabajadoras en cada centro de trabajo en la que participen todos los, las y les trabajadores independientemente de en qué sindicatos estén organizados o si ni siquiera lo están. Solo de esta forma se puede discutir abiertamente qué acciones se toman en cada centro de trabajo para luego confluir en acciones unitarias con el resto de trabajadores y trabajadoras.
La clave para construir una huelga que realmente tenga un seguimiento mayoritario no es convocar “por arriba” sin consultar a los trabajadores sino crear asambleas en los centros de trabajo permanentes que ayuden a los trabajadores a organizarse libremente por todos los problemas que les afecten.
Pero no todo puede quedarse en centros de trabajo. Como decíamos más arriba, las asambleas barriales como las que se están empezando a organizar a través del sindicato de inquilinas son hoy el centro de lucha donde cantidad de jóvenes y trabajadores están organizándose. Existen ejemplos como el de 1905 en Barakaldo en el que se formaban por primera vez asambleas de este tipo desembocaron en grandes huelgas de inquilinos que se unieron a luchas obreras del momento. También las huelgas de Barcelona del 31/32 o de Baleares del 33 son grandes ejemplos de cómo la combinación de huelguistas de centros de trabajo con las organizaciones vecinales, normalmente con las mujeres trabajadoras al frente, pueden ser la forma concreta que la lucha por la vivienda deba tomar para conseguir la victoria.
Huelgas de alquileres y huelga general para imponer un programa que de una solución de fondo al drama de la vivienda
Pero si bien ese debe ser el ejemplo de cómo organizar la lucha ¿cuáles son los objetivos de dicha lucha?
Ya en la movilización del 13-O quedaron marcadas algunas de las demandas que el propio movimiento exige que se lleven a cabo: regulación de alquileres y la reducción de los alquileres un 50%. Estás medidas son urgentes y necesarias pero hay unas demandas que pueden suponer no sólo una solución inmediata sino permanente al problema de la vivienda.
Por una parte la expropiación de todos los pisos en manos de los grandes propietarios, los bancos y los fondos buitre. Esta medida de expropiar los pisos y conceder su administración a comités o asambleas de inquilinas y trabajadoras permitiría que los mismos que sufrimos el problema de la vivienda podamos ver cómo solucionarlo de manera democrática y con independencia de clase. Con casi 4.000.000 viviendas vacías que pasarían de manos de propietarios rentistas y especuladores a los trabajadores gran parte del problema de la vivienda quedaría acabado, pero no es todo.
Al tiempo que debemos pelear por que ni los alquileres ni las hipotecas superan un 20% de los ingresos menos deudas de las familias trabajadoras y los jóvenes. Y por subir los salarios e indexarlos al IPC.
En el Estado Español hay más de 6 millones de familias que no tienen una vivienda con condiciones de habitabilidad dignas, por no hablar de los pisos compartidos de la juventud. Para poder acabar con esta situación, que ya denunciaba Engels hace dos siglos, se debe expropiar a las grandes constructoras que se enriquecen con el juego del ladrillazo urbanístico para que esas viviendas no acaben en manos de los bancos o de fondos buitre. Que toda vivienda en situación de “infravivienda” o con barerras arquitectónicas sea reformada y que se construyan viviendas dignas financiadas en base a impuestos a constructoras, bancos y fondos buitre para crear un parque público de vivienda gestionado por los comités de inquilinas y trabajadoras.
Para poder también solucionar el problema hipotecario de una buena parte de la clase trabajadora se deben expropiar las entidades bancarias que recibieron 58 mil millones de rescate en 2008, los cuales no han devuelto, y formar un banco estatalizado que impida que las cuotas hipotecarias supongan más de un 20% de los ingresos mensolas deudas de una familia, al tiempo que condone toda deuda de aquellas hipotecas de primera vivineda que han sufrido el abuso de las claúsulas abusivas, especialmnete de aquellas familias vulnerables. Esta medida podrá también poner fin a la financiación de empresas armamentísticas por parte de los bancos, de esta manera, poniendo un freno también al apoyo al genocidio.
Por último, la expropiación de toda empresa eléctrica, de agua, gas y energía para regular el precio de los gastos de vivienda secundarios formando una empresa única que realice una transición verde a costa del beneficio de los grandes empresarios y que permita una bajada monumental del precio del gas, el agua y la luz en los hogares de la clase trabajadora.
Todo ello podrá imponerse si se desarrolla un gran movimiento en defensa de la vivienda que integre a la mayor parte posible de los trabajadores y sectores populares.