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Red Internacional
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Debate. Por qué López Obrador busca dialogar con el EZLN y encuentra rechazo

La resistencia zapatista ante el triunfo de López Obrador. Porqué rechaza el diálogo. Aquí, una lectura de los hechos

Miércoles 18 de julio de 2018

Este miércoles 18 de julio, el padre Alejandro Solalinde, defensor de los derechos de migrantes, afirmó que hubo diálogo con el EZLN, pero que no conviene seguirlo. En días previos había dado a conocer que entregaría una carta a los zapatistas enviada por López Obrador y luego que ya habían aceptado el diálogo.

La respuesta fue contundente: el subcomandante Moisés a nombre del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (CCRI-CG-EZLN), rechazó tal afirmación y sostuvo que “no ha aceptado ningún primer diálogo con nadie”.

En 2016, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) acusó al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de “hacerle el juego al gobierno”. En ese entonces, se mostró indignado por considerar que cualquier propuesta opositora independiente de su partido iba a “favor” del gobierno de Peña Nieto, negandole así al EZLN y al CI, el derecho a una candidatura independiente.

Esta acusación, cuando fue el mismo AMLO el que prometió impunidad a los altos funcionarios del gobierno saliente, responsables de la desaparición forzada de los 43 de Ayotzinapa, de la sangrienta militarización del país, de implementar las reformas estructurales y de múltiples escándalos de corrupción. Ya desde 2016, el hoy candidato electo abrió las puertas del Morena a expriistas, expanistas y experredistas que hoy son funcionarios electos de su próximo gobierno.

En Chiapas, el principal bastión zapatista, López Obrador se alió a figuras provenientes de los gobiernos que hostigan al EZLN y los caracoles, como el caso de Fernando Coello, abuelo del actual gobernador Manuel Velasco Coello, del PVEM.

La candidatura indígena independiente

En 2017, el Congreso Nacional Indígena (CNI) aprobó la propuesta de la comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de impulsar una candidatura independiente indígena. El Concejo Indígena de Gobierno (CIG) resolvió que María de Jesús Patricio Martínez (Marichuy), una mujer indígena, fuera la “vocera de los pueblos no escuchados” y la registraron como aspirante a candidata.

Se constituyó la Asociación Civil, “Llegó la hora del florecimiento de los pueblos”, un oneroso requisito impuesto por el Instituto Nacional Electoral (INE) para el registro de las candidaturas independientes, que implica fuertes gastos para las organizaciones que aspiren a participar del proceso electoral.

Otro requisito para registrar la candidatura independiente a la presidencia de la república, es la obtención de 866,593 de apoyos ciudadanos en distintos estados del país, otra dura exigencia del Instituto Nacional Electoral para obstaculizar la participación de candidaturas que no provengan de los partidos patronales.

Ante esto, desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS) repudiamos estas restricciones y nos pronunciamos por el elemental derecho democrático a participar en procesos electorales sin ningún impedimento de toda organización obrera, popular o de izquierda que así lo considere. En concreto, defendimos el derecho del CNI y el EZLN a presentarse, más allá de las diferencias estratégicas que tenemos con el zapatismo.

Como explicamos acá, desde entonces, Marichuy se pronunció contra los atropellos del capitalismo hacia las comunidades indígenas y el pueblo. Y manifestó que su intención no es llegar a la presidencia, sino impulsar la organización, entre otras consideraciones.

Durante el periodo de recolección de firmas, la caravana del Concejo Indígena de Gobierno y su vocera, Marichuy, denunciaron agresiones y hostigamiento, a lo que se sumó el accidente carretero que sufrieron el 13 de febrero en Baja California, donde 8 integrantes de la caravana resultaron lesionados, entre ellos Marichuy, y -donde falleció Eloísa Vega Castro. A pesar de todo, llegaron a recolectar unas 250,000 firmas en todo México, desplegando una campaña de izquierda.

Mientras tanto, los partidos con registro, entre ellos el Morena liderado por López Obrador, contaron con todo tipo de facilidades del INE, como una bolsa de 2 mil 148 millones 166 mil pesos para gastos de campaña.

La campaña del Morena y su triunfo

El Morena, para tener alcance nacional, reclutó figuras provenientes del PRI, del PAN y del PRD –los partidos firmantes del Pacto por México que allanó el camino para las reformas estructurales- y se alió al conservador Partido Encuentro Social (PES), de la derecha cristiana, posicionado contra los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBI.

Desde inicio de su campaña, sumó como colaboradores a figuras controvertidas que habían sido asesores de Peña Nieto, Fox y Calderón, comoEsteban Moctezuma, ahora próximo titular de la Secretaría de Educación y Alfonso Romo, el operador de López Obrador en el sector empresarial. Esto, de la mano de una creciente moderación de su discurso, en el que destacó que gobernaría para los “ricos y los pobres ” y que buscaría una relación de diálogo y colaboración con la administración Trump, aún en plena crisis ante la separación de niños migrantes de sus padres.

Al mismo tiempo, prometió distintas medidas de asistencia social con miras a paliar la pobreza en la que viven amplios sectores, como becas a jóvenes para estudiar y el aumento de las pensiones a los adultos mayores, así como la cancelación de la reforma educativa (que luego Esteban Moctezuma matizó) y el recorte de salarios de los altos funcionarios, entre otros anuncios que gozan de gran simpatía popular.

El hartazgo de las mayorías ante los agravios sufridos por décadas a manos del PRI, del PAN y del PRD, fue definitorio para dar su voto a López Obrador, quien generó ilusiones de cambio, y así llegará al gobierno el próximo 1 de diciembre, gracias a los 30 millones de votos que obtuvo.

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La búsqueda de diálogo de AMLO con el EZLN

Lograr la gobernabilidad es uno de los objetivos del próximo gobierno de López Obrador, y para sostener su retórica de “primero los pobres”, se ve obligado a tender la mano al principal movimiento de pueblos indígenas. A su vez, busca hacer ver sectaria a la comandancia del EZLN –que afirmó recientemente que el nuevo gobierno decepcionará y no cambiará el país-, y mostrar que a la izquierda del Morena no hay nada.

López Obrador logró el apoyo de los empresarios para que les garantice estabilidad para sus negocios.

El virtual presidente López Obrador tiene como meta central la recomposición de la institucionalidad para garantizar los negocios capitalistas –muy lejos quedó su dicho “¡Al diablo las instituciones!”- y busca contraponer la legitimidad burguesa que le da el triunfo electoral, a un movimiento indígena legítimo que surgió producto de la opresión y la injusticia capitalista, aunque que no logró conseguir el registro de su candidata.

La contradicción más evidente de la propuesta de López Obrador es que mientras tiende la mano al EZLN, someterá a consulta popular la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México –ya en construcción- que implica el saqueo del territorio del pueblo de Atenco así como su ecocidio. También, que no plantea terminar con el extractivismo desarrollado por las grandes mineras -que devasta el medio ambiente y saquea las tierras de los pueblos indígenas-, ni con la reforma energética que implica la entrega de recursos energéticos a las trasnacional (y con ello, la soberanía nacional), en el marco de un modelo de explotación de hidrocarburos que profundiza la crisis ambiental.

López Obrador se erige como la izquierda institucional que por la vía pacífica puede hacer avanzar al país hacia la reconciliación, por encima de las profundas contradicciones y desigualdades que muestra la realidad.

Pretende instalar la idea de que, si ante su propuesta, el EZLN no acepta la mano que le tiende “generosamente”, entonces, el zapatismo sería el elemento negativo que bloquearía esa reconciliación -a toda costa- que llevaría a la pacificación del país.

Ante esto, coincidimos con el planteo del EZLN sobre el próximo gobierno, en el sentido de que busca reformar el Estado capitalista en ciertos aspectos del régimen.

Sin embargo, aunque el zapatismo se ubica a la izquierda del Morena, en los 90s, llamó indirectamente a votar por el PRD (“ni un voto al PRI y al PAN”), o por la política que tuvieron para la Convención Nacional Democrática con un político burgués como Cárdenas al frente, donde tenían la esperanza de avanzar hacia una “transición pacífica a la democracia”.

Ya en el 2000 vimos nacer una transición democrática que mantuvo las mismas condiciones de autoritarismo y pobreza (aunque cayó el PRI), porque no fue resultado de la caída del régimen de dominio explotador. El zapatismo no levanta una alternativa independiente de la democracia de los ricos hasta el final.

Es necesario conquistar el poder para los trabajadores en alianza con los explotados del campo y la ciudad, y destruir el poder de los capitalistas para acabar con el modo de producción que genera tanta barbarie. Por lo que todo anticapitalismo que no se proponga esta tarea, es impotente para resolver las grandes demandas de los de abajo.

El zapatismo se limita a desplegar la resistencia anticapitalista en la periferia, lejos de las fábricas donde la clase trabajadora deja su vida en las líneas de producción. El aislamiento de estos compañeros en los caracoles autonomistas los lleva a no construir la unidad con las trabajadoras y los trabajadores que son quienes hacen funcionar la economía y crean la riqueza en el modo de producción capitalista.

Y es esa alianza la que hace falta para terminar con todas las formas de explotación y de opresión.