El tratado transpacífico está por fuera de los "tiempos mejores" que anunció Piñera.
Sábado 1ro de junio de 2019
El TPP-11 es un nuevo Acuerdo de Asociación Transpacífico, considerado como el de mayor envergadura actualmente en curso. El tratado está firmado por Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Y durante los días martes y miércoles de esta semana la Cámara de Diputados votó la ratificación del acuerdo, luego de postergarse el pasado 3 de abril.
Este tratado fue impulsado durante las últimas cosas pendientes del gobierno de Michelle Bachelet y que ha tomado este gobierno. Su principal objetivo es reducir el rango de maniobra del Estado en la economía dentro de una amplia gama de materias, entre ellas; económicas, comerciales, derechos sociales y culturales, dificultando la búsqueda de nuevas formas de autonomía nacional y de estrategias alternativas de desarrollo.
Democracia protegida para las transnacionales
A comienzos de marzo, a casi un año del retiro de Estados Unidos del TPP, Donald Trump considera su reintegro al acuerdo, debido a que al grupo de países totaliza un 13% de la economía mundial y abarca 498 millones de millones de personas, y que con la salida de Estados Unidos llegaba al 40%, quien era antes el principal socio comercial del pacto.
Estos 11 países son parte de las economías miembro del Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC), seis de ellos son países integrantes de la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económicos (OCDE), Cuatro son parte de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), tres son miembros de la Alianza del Pacífico y dos países forman parte del G7, grupo de los siete países más industrializados del mundo: Canadá y Japón. Del grupo de once países, Chile es el único país que posee un acuerdo bilateral de libre comercio vigente con cada una de las partes. Entonces, ¿Por qué se insiste en este acuerdo?
El economista José Gabriel Palma, en su artículo publicado en CIPER a fines de marzo de este año, señala que el TPP-11 va a continuar con las limitaciones de la estructura económica dual (sector exportador, puramente primario- extractivo; y un gran sector de servicios y construcción). Pero, además, señala que el TPP11 es una forma específica de socavar la soberanía, pues el proteccionismo añejo se cambió hacia un “proteccionismo corporativo” con este acuerdo.
“A diferencia de lo comercial, lo que sí es nuevo en el TPP-11 y relevante para Chile son cuatro elementos. Los dos primeros agregan a nuestros tratados comerciales ya existentes un capítulo (muy controversial) sobre comercio electrónico, y otro con cláusulas nuevas que restringen los requerimientos indirectos de contenido local. El tercero, que es clave, restringe las actividades de las empresas públicas. Estos tres aspectos del tratado no estaban ni siquiera incluidos en el ya limitante tratado comercial con Estados Unidos.”, señala el economista.
Es en esta disputa que tanto EEUU y China buscan aumentar su influencia en Latinoamérica, dejando al descubierto la subordinación del gobierno de la derecha y de la ex Nueva Mayoría. Domingo Lara, biólogo ambiental, debate este aspecto señalando que los cambios profundos del neoliberalismo y el paso de nuevos fenómenos políticos,han puesto en evidencia un nuevo “proteccionismo”.
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Un obstáculo para las políticas públicas y derechos sociales
Si ya las políticas de la derecha y de la ex Concertación allanaron el camino a las ganancias de los capitalistas nacionales y extranjeros, el TPP11 remataría con los “beneficios” públicos. El TPP11 restringe el campo de acción de las empresas del Estado, donde además intervendrá en la asignación de las juntas directivas públicas. Afectará los bonos y valores emitidos por el Banco Central e intervendrá sobre los servicios sociales de interés público; como bienestar, las AFP´s, la educación pública, salud infantil, entre otros. En materia de derechos indígenas, perturbará en la preferencia y/o discriminación sobre algunos pueblos indígenas y tribales.
En recursos naturales y economía, el TPP11 actuará sobre la concesión de la acuicultura nacional y en las actividades pesqueras. También afectará a la agricultura y a las pequeñas comunidades productoras, donde se incorporarán nuevas tecnologías, abriendo paso a las transnacionales Bayer-Monsanto.
En el terreno cultural y apropiación intelectual; los servicios relativos al arte e industria cultural junto con los servicios relacionados a la organización de conciertos e interpretaciones culturales, distribución o exhibición de películas, radiodifusión pública, transmisión satelital y por cable quedarán completamente supeditado a las normativas internacionales, privatizando – aún más- la cultura y el acceso a ésta.
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El rechazo de la juventud y del activismo medioambiental
El pasado martes 19 de abril, la comisión de Agricultura y Trabajo del Congreso rechazó el TPP, con siete votos en contra, cuatro a favor y dos abstenciones en medio de la presión hecha por organizaciones sociales y un sector del movimiento estudiantil, con la simbólica toma de la Casa Central de la Universidad de Chile. Estudiantes de esta casa de estudios han llamado a discutir sobre esta problemática, llamando a paro y movilización para el 16 y 17 de este mes, día en que se discutió el TPP-11 y se votó con los votos de la derecha, la Democracia Cristiana, el Partido Radical y un voto del Partido Socialista.
En la Universidad de Chile, el ex Pedagógico y la Universidad de Playa Ancha, por ejemplo, las y los estudiantes se han reunido en sus asambleas para discutir el cómo rechazar el TPP, mientras que a nivel nacional se han realizado distintas concentraciones encabezadas por la juventud en Valparaíso, Santiago y Concepción las cuales han sido brutalmente reprimidas por Fuerzas Especiales de Carabineros.
La derecha aplaude este acuerdo sin ninguna oposición junto con los empresarios como Luksic y Angelini desde la Fundación Chilena del Pacífico, la Cámara de Producción y Comercio, Fundación Chilena por el Pacífico, Sociedad Nacional Agricultura, entre otros. En la ex Concertación, un sector del PDD, comunicó que no estaban dispuestos visar el TPP11, mientras que Lagos Weber ha defendido con uñas y dientes este acuerdo junto con su principal impulsor y presidente del partido, Heraldo Muñoz, quien fue canciller de gobierno de Michelle Bachelet. Por su parte, la DC declaró a través del ex presidente Frei Ruiz-Tagle su más amplio apoyo.
Tras la aprobación del tratado en la Cámara de Diputados el miércoles 17, con 77 votos a favor de los partidos RN,UDI, Evópoli, la ex Nueva Mayoría mostró nuevamente su división, pues la DC puso tres votos a favor (Matías Walker, Daniel Verdessi y Miguel Ángel Calisto), ocho en contra y dos abstenciones (del presidente de la Cámara Iván Flores y su par Manuel Matta). Mientras que el Partido Radical se dividió con cuatro votos en contra de la propuesta y otros tres a favor. Los PS votaron en contra, a excepción del diputado Jaime Tohá.
El Frente Amplio ha declarado su rechazo desde distintas tribunas parlamentarias, como las declaraciones de Claudia Mix (Comunes) y del senador Juan Ignacio Latorre (RD), buscando el rechazo desde un debate ciudadano pero, confiando nuevamente en que partidos de la Nueva Mayoría logren alinearse en torno a este rechazo. Mientras que en el terreno universitario, algunos sectores del FA han logrado llevar la discusión en algunas las asambleas centrando este debate sólo en el rechazo de la arena parlamentaria, sin convocar a una fuerte movilización encabezada por la juventud contra el TPP.
Pero, la idea de una oposición parlamentaria unificada fracasó al enfrentarse a los intereses entre empresarios y partidos de la ex Concertación, quienes llevaron adelante este acuerdo.
El Frente Amplio, por su parte, puso toda su fuerza en convencer a la ex Concertación y no a quienes serían los más afectados: los trabajadores (as), mujeres, juventud y comunidades. Cuando podrían haber convocado a una gran movilización para exigir su rechazo desde sus tribunas parlamentarias y representaciones en los organismos sindicales como el Colegio de Profesores y de estudiantes, como la CONFECh.
Lo que realmente necesitamos es una oposición en las calles, que confíe en la fuerza de los estudiantes, mujeres, trabajadores y de las comunidades que se han manifestado contra el tratado. Que además de exigir el rechazo del TPP-11 en el parlamento sea una fuerza organizada para enfrentar a la derecha y a los empresarios.
Renacionalización de los recursos naturales bajo gestión de los trabajadores y las comunidades
Si queremos enfrentar a las transnacionales y a los empresarios hagámoslo de raíz. Para recuperar los recursos naturales a manos de los trabajadores y el pueblo, la nacionalización a secas no puede mantenerse sin el apoyo activo de los trabajadores, comunidades locales y profesionales. La expropiación y estatización de los recursos naturales debe realizarse sin indemnización ni compensación alguna a las empresas mineras, energéticas y extractivistas. Sin embargo, tampoco basta la nacionalización de los recursos naturales sin la participación y administración de la industria bajo la gestión de los trabajadores y comunidades. Tras la gestión empresarial, fortalecida en dictadura, es necesario que el control de la industria minera, energética, pesquera y forestal pase a manos de los trabajadores.
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