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Estados Unidos. Por qué el insulto a los puertorriqueños le puede costar la presidencia a Trump

A cinco días de las elecciones en Estados Unidos un puñado de siete estados tienen la llave para definir quieren será el futuro presidente o presidenta. Allí cada voto cuenta y en al menos tres de ellos la comunidad puertorriqueña, que ha sido agraviada e insultada durante un reciente acto de Trump, tiene una representación importante. ¿Cómo puede influir en la votación?

Juan Andrés Gallardo

Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1

Jueves 31 de octubre 12:45

Donald Trump habla en el acto de campaña en el Madison Square Garden, el domingo 27 de octubre de 2024, en Nueva York.

A una semana de las elecciones estadounidenses el pueblo de Puerto Rico, un estado libre asociado (eufemismo con el que Estados Unidos denomina a su dominio colonial sobre la isla caribeña), fue objeto de un insulto racista de parte de un comediante que participó del acto de cierre de Trump en Nueva York.

El Madison Square Garden estaba lleno de seguidores del republicano cuando el "cómico" Tony Hinchcliffe dijo "hay una isla de basura flotando en el océano. Creo que se llama Puerto Rico".

Los habitantes de la isla son considerados y tratados como ciudadanos de segunda que ni siquiera pueden votar al presidente estadounidense, pero varios millones de puertorriqueños que viven dentro Estados Unidos sí pueden hacerlo.

En la actualidad hay 5.8 millones de puertorriqueños en los 50 estados y el Distrito de Columbia, representando el 9% de la población hispana del país. Casi un millón se concentran en los 7 estados clave que van a definir la elección del próximo martes y donde la pelea entre Harris y Trump es muy ajustada.

Como es sabido las elecciones para presidente en Estados Unidos no son directas sino que los votantes eligen delegados a un colegio electoral que es quien finalmente designa al presidente o presidenta. La mayoría de los estados ya están definidos para uno u otro candidato y son solo siete donde la diferencia en menor a 3% y pueden cambiar entre demócratas y republicanos de una elección a otra. Estos son llamados estados pendulares o "swing states", y son Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada.

Como se puede ver en el gráfico de arriba en el caso de Pensilvania la población puertorriqueña representa el 3.6 del total, mientras que también tienen alta representación en Georgia, Carolina del Norte y Wisconsin.

En el caso de Pensilvania eso implica alrededor de 470.000 puertorriqueños, mientras que en Georgia son 132.000 y en Carolina del Norte 123.000.

Pero comparemos estos números con la cantidad de personas de origen puertorriqueño efectivamente habilitadas para votar y la diferencia de votos por las que Trump perdió ante Biden en 2020 en esos estados.

En el caso de Pensilvania pueden votar 315.000 puertorriqueños y en 2020 Trump perdió por 80.500 votos. En el caso de Georgia pueden votar 88.000 puertorriqueños y allí Trump perdió por 12.000 votos en 2020. En Carolina del Norte los puertorriqueños habilitados para votar son 80.000, allí Trump ganó en 2020 y los hizo por un margen de 74.500 votos.

Si bien estos números no implican linealmente que todos vayan a votar por uno u otro candidato en estas elecciones, el agravio durante el acto de Trump en Nueva York puede ser un incentivo para que la población puertorriqueña en alguno de estos estados pueda ser decisiva.

Se trata, recordemos, de estados donde justamente el resultado tan ajustado no permite dar un ganador por anticipado. Como se puede ver en el siguiente gráfico del New York Times estos siete estados se disputan dentro del margen de error de las encuestas. En el caso de Pensilvania, que cuenta con la mayor población puertorriqueña habilitada para votar, en las últimas encuestas Trump llevaba una ventaja de solo un punto sobre Harris, mientras que en Georgia era de 2% y en Carolina del Norte de menos de 1%.

El resto de los puertorriqueños se concentran en otros estados que si bien no son clave para definir la elección sí pueden tener peso en la variación del voto popular, algo que Trump quiere ganar esta vez para tener "legalidad" en caso de denunciar nuevamente una campaña de "robo de votos" o "fraude", si pierde en el colegio electoral, como ocurrió en 2020 y que terminó con la toma del capitolio el 6 de enero de 2021.

Se trata de Estados importantes como Florida donde se concentra el 21% de la población puertorriqueña que reside en Estados Unidos o Nueva York donde se concentra el 17%, Nueva Jersey 8% o Massachusetts donde está el 6%.

Pasados los días, Trump se distanció pero no condenó las declaraciones de Tony Hinchcliffe, lo que incendió más la recta final de la campaña. Artistas de origen puertorriqueño como Bad Bunny, Ricky Martin o Jennifer Lopez se pronunciaron abiertamente contra Trump. De hecho Bad Bunny había evitado pronunciarse hasta ahora y finalmente tras el insulto racista en el Madison Square Garden publicó en sus redes un apoyo abierto Kamala Harris.

Previamente, otros músicos de origen boricua como Residente, Don Omar o Luis Fonsi ya habían condenado los dichos de Hinchcliffe y condenaron a Trump por haberlos permitido.

Los agravios a las minorías no son exclusivas de la campaña de Trump. Harris fue objeto de un duro escrutinio entre la comunidad árabe y musulmana por el apoyo abierto al genocidio de Israel sobre el pueblo palestino. Esta comunidad, que habitualmente vota por los demócratas, podría ser decisiva en uno de los estados clave como Michigan, uno de los "swing states" donde Harris aventaja a Trump por menos de un punto.

Según el censo nacional de 2020 hay alrededor de 4,5 millones de estadounidenses que se identifican como musulmanes, de los cuales cerca de 250.000 viven en Michigan. En este caso no es que los votos vayan a trasladarse a Trump, pero con que gran parte de esta comunidad no vaya a votar, podría ser decisivo para la candidatura demócrata.

A Harris también se le hizo difícil hacer pie, a diferencia de uno de los ejes de la campaña de Biden en 2020, entre parte de los trabajadores que vienen perdiendo poder adquisitivo por la inflación acumulada (algo que no se expresó en aumentos salariales). Esto no solo disparó huelgas obreras en los últimos años sino que fue central en la campaña de Trump que aprovechó para poner la economía como uno de los ejes y buscar reganar de esa manera una parte del voto de los trabajadores que había concentrado en 2016 cuando le ganó a Hillary Clinton y llegó a la presidencia, y luego se diluyó en 2020.

Esta situación de precarización laboral y de alta inflación también afecta a los inmigrantes y sus familias. Un sector que históricamente votó por los demócratas y que en una porción, aunque sea minoritaria, en esta ocasión va a votar por Trump, a pesar de las brutalidades sobre los migrantes que repite en sus actos (un programa de persecución, encarcelamiento y expulsión que de todas maneras no está muy alejado de lo que hizo Biden o de lo que la propia Harris prometió en el único debate que existió entre ambos candidatos).

En síntesis, faltando solo cinco días para las elecciones en el corazón del imperialismo el resultado aún es incierto y se definirá en este puñado de estados pendulares, lo que posiblemente haga que ni siquiera se pueda conocer el resultado definitivo la misma noche o el día siguiente a la elección.

Ante esta situación tan ajustada, cada error en cualquiera de las campañas puede costar la elección, y los insultos racistas contra el pueblo boricua en el acto de Trump en Nueva York es un ejemplo claro de esto.

Te puede interesar: Harris vs Trump: elecciones y derechización de la política en EE.UU.

Seguí acá la cobertura de las elecciones en Estados Unidos.


Juan Andrés Gallardo

Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario

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