Este 8 de marzo habrá huelga también en los centros de estudios. Como estudiantes luchamos porque nos queremos vivas. Pero también señalamos y combatimos la situación de explotación y precariedad que sufrimos la mayoría de las mujeres.

Verónica Landa Barcelona | @lierolaliero
Miércoles 7 de febrero de 2018

Históricamente las mujeres, la juventud y las personas inmigrantes han sido los sectores más precarios de la clase trabajadora. Un informe de UGT, con datos de 2016, señala que la juventud accede al empleo “por medio de la contratación temporal”. Hoy en día la tasa de contratos temporales en la juventud es de un 57%, más que en 2014.
Si hablamos de contratos a tiempo parcial la diferencia entre hombres y mujeres se dispara. Frente al 37% que representan los hombres jóvenes, tenemos un 63% de mujeres jóvenes con este tipo de jornada.
Ni la precariedad ni el paro son “inventos” de esta crisis. Son fenómenos que afectan históricamente a los sectores más explotados y oprimidos (mujeres, jóvenes, inmigrantes). Una situación que se ve agravada en el caso del Estado español con las reformas laborales (la del PSOE y la del PP), con los recortes en sanidad, en la ley de dependencia, en guarderías públicas y con la racista ley de extranjería.
Por otra parte está la brecha salarial, que en 2016 en el Estado español se situaba en el 23,2%: es decir, de media, las mujeres cobran un 23,2% anual menos que los hombres.
Tampoco decimos nada nuevo cuando señalamos que la pobreza a nivel global también tiene rostro de mujer: el 70% de pobres del mundo son mujeres.
Teniendo en cuenta todos estos datos, es vital que la huelga estudiantil que se prepara para el 8 de marzo recoja una demanda histórica del movimiento estudiantil: la educación gratuita.
En la universidad no vale con reclamar volver a una situación previa a la subida de las tasas del 2012; esto no garantiza que las universidades públicas sean accesibles para la mayoría de la población.
Desde el curso 2004/2005 hasta el curso 2016/2017, 200.000 estudiantes abandonaron las universidades públicas: 66.000 dejaron la universidad en el período previo al ‘tasazo’ de 2012. Los 200.000 estudiantes que dejaron la universidad, se suman aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de acceder a ella. La subida de las tasas se ha producido en paralelo a la menor inversión pública en las universidades. Nuestras matrículas han pagado estos recortes.
Además, la diferencia entre los créditos de unos grados y otros (por ejemplo, los considerados experimentales), hacen que no sea lo mismo estudiar Historia que Medicina, siendo la segunda más cara y cribando, por tanto, a todo un sector que por recursos económicos no pueda acceder a ella.
Los créditos también varían si es una primera matriculación (no se te ocurra suspender una asignatura), o si no eres estudiante de la Unión Europea. Sí, has leído bien. Por si no lo sabías, el PP aprobó un decreto en 2012 que permite que las comunidades, o las universidades en el caso de Catalunya, decidan cuánto pagan los estudiantes que no son de la UE y están estudiando en el Estado español. La tasa de la Comunidad de Madrid para primera matriculación es cuatro veces más cara que para alumnos de la UE.
Esto se suma a la situación concreta de las personas inmigrantes, de mayor precariedad, que dificulta e imposibilita su acceso a la educación superior.
No recoger la demanda de la gratuidad, teniendo en cuenta la privatización y la elitización, es dejar de lado a amplios sectores que acceden a la universidad realizando grandes esfuerzos o que ni siquiera se plantean poder acceder.
Ligado a esta, otra consigna que debemos levantar este 8M es que las empresas privadas salgan de las universidades públicas. No puede ser que las mismas empresas que realizan EREs y precarizan a la clase trabajadora, estén en los órganos de gobierno de las universidades o vinculados a ellas con cátedras, máster, etc.
Este 8M ¿queremos perpetuar una universidad elitista, privatizada, que excluye a la mayoría de la población? ¿O luchamos por cambiar la educación, que sea gratuita, que acabe con todo tipo de discriminación, que no esté bajo los intereses de las empresas privadas y los bancos?
Lo segundo lo conseguiremos mediante la organización y la lucha. No lo vamos a conseguir con un día de huelga. Pero este 8M no podemos perder la oportunidad de que el movimiento estudiantil se reactive y haga suyas las demandas del movimiento feminista y de mujeres, a la vez que exige la educación gratuita.