La Izquierda Diario recibe cada vez más mensajes de obreras y obreros que cuentan sus vivencias. Aquí un artículo con fuerte impronta personal enviado por un obrero de la gráfica MadyGraf de la zona norte del Gran Buenos Aires, gestionada por sus trabajadores.
Domingo 10 de mayo de 2015
"¿Por qué no te buscás otro laburo?". No sé cuantas veces ya me hicieron esta pregunta. Y la verdad es que se me complica un poco contestarla. No porque no tenga la respuesta, si no porque no existe un solo motivo.
En diciembre van a hacer ocho años ya que casi todos los días de la semana (los primeros años hasta los fines de semana) voy a ese lugar. Algunas veces madrugo, otras veces de tarde, otras veces de noche, algunas veces en auto, otras en el 303. Casi siempre llego sobre la hora. Creo que es una costumbre que se hereda, es mi teoría, porque una vez hablando con mi hermana me di cuenta que es exactamente igual.
En fin, lo que más me dolió de aceptar estos turnos rotativos es tener que dejar el conservatorio de música. Pero eso la verdad no me preocupa, porque la realidad es que todos los que amamos la música sabemos que nunca se deja por completo. Seguramente en algún momento (si es que la vida me lo permite) voy a retomar.
La cuestión es la siguiente. Dentro de este lugar, que se llamó en su momento RR Donnelley, encontré el trabajo estable que yo estaba buscando. Me cansé de andar cachivachiando dos meses por acá, tres meses por allá. Pasé por una fábrica de aisladores eléctricos, por una logística que me quedaba en la loma del orto, en Avon escaneaba perfumes y los metía en bolsas, en Gargano Logística preparaba pedidos de cocina, toallas, rollos de tela y cajas de electrodos de Airliquid (¡cómo muleaba!), en el depósito de Falabella manejaba unas máquinas que les llamaban "piquing", tenía una plataforma que se elevaba como 5 metros y yo iba enganchado con un arnés de seguridad (¡papaaaaaaa!) la apiladora y no sé cuántas otras máquinas más.
Los lauchas me pagaban como Maestranza. Hasta di clases de música en una escuela de la cabaña (que caradura, por Dios). Tenía un noveno grado los viernes a la tarde. La verdad no me gustó; no por el laburo en sí, sino que no estaba capacitado aún. Eran unos pibes muy buenos. Muchos docentes le temen a la escuela pública, pero en mi caso pegué buena onda con los pibes. Hasta me invitaban a jugar a la pelota.
Me parece que me estoy yendo un poco por las ramas. Les contaba que buscaba un trabajo estable y en este lugar lo encontré. Al principio mis compañeros eran unos jodidos conmigo. Pensaban que yo era familiar de Bety, que era sobrino de Tito y no sé cuantas giladas más me inventaron. La realidad era que fui a la agencia Faster, dejé mi curriculum y me llamaron para cubrir un puesto efectivo. Ese puesto era de Clarckquista, en abastecimiento; lo que en la fábrica está mal denominado "bobinas" porque, aparte de llevar "bobinas" a las máquinas, también llevamos papel en bancales (por lo general para imprimir tapas) y el consumo de cada revista, libro o folleto que se imprime. Cargamos y descargamos camiones.
Me gustaba que en este nuevo trabajo hubiera un muy lindo ambiente laboral, un detalle que me llamaba la atención era que en todos los sectores se tomaba mate, es un derecho adquirido.
Resulta que uno de los trabajadores de la RR Donelley empezó a estudiar en la Universidad Nacional de General Sarmiento. En este proceso se interesó por la fuerza que tienen los trabajadores cuando se unen, cuando todos tiran para el mismo lado. Y no sólo se interesó, se propuso llevarlo a la práctica. Así se fue creando de a poco una organización, la cual crecía y cada vez se complejizaba más y se hacía más fuerte; donde los lazos que unían a los compañeros de trabajo se fortalecían y sabían que si a la empresa se le ocurría rajar a uno se pudría todo.
Estoy contando todo esto, que es parte de mi vida, pero aún no logro responder esa pregunta del principio. Es que no sé por dónde empezar. Tengo tantos buenos recuerdos, conocí personajes en mis laburos anteriores, pero como en este lugar les juro que no hay comparación.
En estos más de siete años siento que encontré mi lugar. No por el lugar en sí, sino por la gente que lo comparte conmigo. Eso es lo que más me aferra, por más que hoy en día esté ganando quizás la mitad de la plata que hace un tiempito, voy contento porque es mi laburo, porque es nuestro laburo, y porque estoy seguro de que a esta fábrica, con la calidad de gente que tenemos metiéndole toda la pila, la vamos a sacar adelante. Y sólo vamos a depender de nosotros, no de un empresario forrado en guita que cuando se le canta te pega un boleo en el orto y quedás en la calle, sin importarle si tenés familia, si tenés hernia de disco o la enfermedad que te hayas agarrado deslomándote para llenarles el bolsillo.
La verdad siento un orgullo enorme de pertenecer a esto que hoy se llama MadyGraf. Y les deseo un muy feliz día del gráfico a todos mis compañeros de laburo, a los que son de “Riber”, a los que son de Boca; no me interesa, son mis compañeros. Los que son ultra zurdos, los que no les cabe la militancia o la política; no me importa, somos todos compañeros. Los que entraron la semana pasada, las compañeras que empezaron en Desintercalado y terminaron laburando en las máquinas. ¡Atodos!
Diferencias vamos a tener miles. Pero creo que vamos por el camino correcto.
Bueno, nada más. Tenía ganas de escribir un poquito me parece…
¡Abrazo gente, se los aprecia!