La renuncia de Ezzati a presidir la tradicional ceremonia abre el tema respecto al carácter del Tedeum en Chile, y la injerencia que tiene la Iglesia en asuntos del Estado o las decisiones que rigen nuestro país.

Joselyn Encina Escobar Periodista
Domingo 5 de agosto de 2018
El Tedeum es una ceremonia religiosa ocupada para "bendecir" la nación. Un encuentro altamente político, que le permite a la Iglesia posicionarse con peso ante la situación nacional.
Luego de los cuestionamientos, el Arzobispo Metropolitano, Ricardo Ezzati cedió ante las presiones que se oponían a que liderara el próximo Tedeum que se realizará el 18 de Septiembre, como parte de la celebración de las fiestas nacionales.
"Aunque me duele que sea mi nombre el que concite diferencias y dudas, quiero reiterar ante ustedes mi compromiso con toda víctima de cualquier abuso", dijo el Arzobispo de Santiago
El paso al costado muestra que buscan bajar los ánimos y las críticas frente a los cuestionados casos de abuso sexual y encubrimiento en la Iglesia. Quizás buscan restituir esa deteriorada imagen de autoridad moral, para intervenir en los candentes debates nacionales, como el derecho al aborto.
Sin embargo, este suceso también abre un tema interesante, ¿Por qué se realizan Tedeum los 18 de Septiembre?
La libertad de culto es un derecho, sin embargo, las religiones y creencias son de índole personal. Chile se declara en sus principios un Estado Laico, pero la Iglesia aún tiene mucha injerencia en las decisiones del país, y del Tedeum participan las máximas autoridades de Gobierno, incluyendo al Presidente de la República.
Sólo Chile, Perú y - desde el 2015- Argentina, realizan un Tedeum con motivo de la asunción de un nuevo gobierno. Una señal de muestra que la separación oficial de la Iglesia y el Estado, que se hizo ya hace ya casi 100 años con la constitución de 1925, no fue del todo efectiva.
Ejemplo de aquello es el financiamiento fiscal que se le entrega a esta Institución. El presupuesto del Gobierno para la Iglesia Católica, durante el 2018 es de $130.421.300. Y el Estado financia, a través de fondos públicos "servicios privatizados", en los cuales la iglesia también ha hecho su nicho, como por ejemplo en Educación, donde el Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid) cobra relevancia.
Se nota el peso de la Iglesia en los destinos de las leyes, y normas que nos gobiernan, y le afecta tanto a devotos, como no devotos.