Miércoles 26 de noviembre de 2014
En abril de 1996, el presidente Carlos Menem “explicó” a los medios por qué crecían las denuncias públicas por fusilamientos policiales: “Hay periodistas de pluma fácil”, dijo. Enseguida, la tesis fue reforzada por el jefe de la Policía Federal, comisario Adrián Pelacchi, y por el ministro del Interior y responsable de las fuerzas de seguridad federales, Carlos Vladimiro Corach, que agregó una frase en la que resonó la voz de Videla respondiendo sobre los desaparecidos: “¿Dónde están los nombres?”.
Delia Garcilazo, mamá de Rodolfo “Fito” Ríos, torturado hasta morir en la cárcel de Caseros en noviembre de 1992, trajo la propuesta: “Hagamos una lista de todos los asesinados por las fuerzas de seguridad, de todo el país, desde que terminó la dictadura, y llevemos ese archivo a Plaza de Mayo”.
Cerca de fin de año, habíamos reunido datos de 262 casos de personas asesinadas por el aparato represivo estatal desde diciembre de 1983. Allá nos fuimos, un puñado de compañeros con un megáfono y el recién nacido ARCHIVO DE PERSONAS ASESINADAS POR EL APARATO REPRESIVO ESTATAL abajo del brazo.
La repercusión que tuvo la humilde actividad, y la enorme utilidad que pronto vimos que tendría contar con una herramienta que nos permitiera mostrar, en nuestra militancia cotidiana, lo más invisibilizado y naturalizado de la represión, motivó a CORREPI a sostener sistemáticamente la actualización del Archivo, y a reiterar cada año la presencia en Plaza de Mayo.
Volvimos a la plaza el 28 de noviembre de 1997, con 382 casos registrados; en 1998, con 471, y cada fin de año hasta hoy. El Archivo siguió creciendo, y fuimos perfeccionando las técnicas de búsqueda y las herramientas de análisis de los datos. También el carácter de la actividad fue cambiando. En 1998, los familiares cruzaron la calle para entregar una copia en la Casa de Gobierno por última vez. Desde entonces, decidimos hacer el acto dando la espalda a la sede del poder ejecutivo nacional, cualquiera fuese su ocupante temporario, así como empezamos a darle el carácter de Informe Anual de la Situación Represiva, incorporando a su contenido todas las formas de represión, no sólo las que transcurren en los barrios sobre los sectores no organizados de la clase trabajadora.
Dieciocho años después, el acto anual de CORREPI en Plaza de Mayo se ha convertido en la instancia de síntesis de las luchas antirrepresivas en todo el país, que convoca a la militancia de todos los sectores y a muchísimos compañeros y compañeras que nos acompañan cada año.
El 29 de noviembre de 2013, CORREPI presentaba, en Plaza de Mayo, la 17ª actualización del Archivo de Casos de personas asesinadas por el aparato represivo estatal, y repasábamos, con el aporte de las organizaciones hermanas con las que conformamos el Encuentro Nacional Antirrepresivo (ENA), la situación represiva nacional a lo largo del año que casi terminaba. Cerramos el acto convocando a profundizar la coordinación y la unidad de acción frente a los desafíos que nos traería el año siguiente, en el que advertíamos que crecerían todas las formas que adopta la represión estatal sobre el pueblo trabajador.
No habían transcurrido dos semanas desde ese día, cuando se concretó un nuevo y calificado avance represivo contra los trabajadores que luchan en nuestro país: el 12 de diciembre, la Cámara Criminal de Caleta Olivia dictó sentencia en la causa de los petroleros de Las Heras, y condenó a tres de ellos a prisión perpetua, y a otros cinco, a cinco años de prisión efectiva.
El proceso a los trabajadores de Las Heras, y su condena, es el más claro ejemplo en años recientes de cómo los jueces, sin titubear, castigan con dureza cuando el acusado es un trabajador, mientras inventan cualquier excusa cuando deben pronunciarse sobre sus mercenarios de uniforme o sus patotas. Jueces que se alinean, como el caso de uno de los integrantes de ese tribunal, en las corrientes “progresistas”, mientras cumplen su rol sin contradicciones.
Casi al mismo tiempo, desde Córdoba hacia el resto del país, resonó la noticia de las asonadas protagonizadas por las policías provinciales, lo que requirió, como sucede de tiempo en tiempo –cada vez con mayor frecuencia- reiterar nuestra caracterización de que los integrantes del aparato represivo no pueden ser definidos como trabajadores, sino que son desclasados que asumen el punto de vista y actúan en defensa de los intereses de la clase dominante, reprimiendo al pueblo trabajador.
No había terminado el año, todavía.
Este viernes 28 de noviembre, estaremos desde temprano, armando stands, colgando guirnaldas con las fotos de los pibes, llenando de banderas y pancartas la plaza. A las cinco de la tarde empezarán las intervenciones artísticas con el aporte invalorable de las organizaciones culturales compañeras que siempre están con nosotros. A las seis, empezará el acto, con los referentes de las más destacadas luchas obreras del año; con los espacios de coordinación donde hacemos el tan necesario aprendizaje de la coordinación y la unidad de acción frente al enemigo común; con las organizaciones hermanas del ENA (Encuentro Nacional Antirrepresivo). Luego, el momento de los “datos duros”, como dicen los periodistas. Duros porque nos matan un pibe por día en las barriadas, duro porque el 51% tenían menos de 17 años, duro porque en la Puna, la Patagonia, la Cordillera o el Litoral, la represión es política de estado.
Y los compañeros familiares, que harán su intervención marcados por las dos grandes ausencias que nos dejó este año, Delia y Mary.
El objetivo de este Archivo, de su permanente actualización y de su presentación pública cada año, es aportar al análisis de la situación que vive nuestro país, contribuyendo a formar conciencia popular sobre la represión cotidiana como política de estado. Porque, adopte la forma que adopte, la represión es siempre de clase, y tiene la finalidad de perpetuar y profundizar la explotación.
Tenemos que ir a Plaza de Mayo el viernes, porque tenemos que ir. Por cada pibe asesinado, por cada trabajador represaliado, por las compañeras que no están, por cada compañero que sigue firme en la lucha. Los esperamos.