Ni con el gobierno macrista ni con la oposición patronal de Massa y el PJ/FPV. Propuesta de Declaración Política presentada por el PTS a la Mesa Nacional del FIT.
Sábado 24 de septiembre de 2016
El gobierno de Macri representa en forma directa los intereses del gran capital y desde su asunción viene desarrollando un plan de ataque a las conquistas de los trabajadores y de entrega al capital imperialista.
Como expresó recientemente el llamado “mini Davos”, apuesta a brindar todo tipo de concesiones a las grandes corporaciones multinacionales y a sus socios locales, a la vez que ha iniciado un nuevo ciclo de endeudamiento externo. El pago a los fondos buitre, el blanqueo de capitales y los brutales tarifazos en los servicios públicos son solo una muestra de la orientación social de este gobierno.
Durante 2016 se calcula que en promedio los salarios perderán más de un 10% de su poder adquisitivo. El desempleo, por su parte, llega al 10% de la población, y hay un porcentaje similar de sub ocupados. El gobierno, pese al retroceso que tuvo que realizar de su anuncio inicial debido a la oposición popular, se apresta a dar a conocer un nuevo cuadro tarifario del gas que incluye un primer aumento del 200% (que llegará a un 1200% para 2019) y la dolarización de la tarifa en favor de las empresas extractoras de gas y petróleo y las privatizadas que tienen las concesiones de transporte y distribución, mientras que siguen en pie los aumentos de la electricidad, el agua y el transporte público. Van a la vez por profundizar la flexibilización y la precarización de gran parte de la clase trabajadora en favor del capital.
La política de ajuste del gobierno es compartida en sus lineamientos centrales por las distintas variantes de la oposición patronal, como expresan los ajustes realizados por los gobernadores del Frente Para la Victoria en las provincias que gobiernan (como Tierra del Fuego o Santa Cruz entre otras) y el apoyo que han dado en el parlamento tanto las distintas variantes del FPV-PJ (que vota en contra en la cámara de diputados pero a favor en el Senado donde su voto es decisivo) como el Frente Renovador a las principales leyes impulsadas por el macrismo (pago a los fondos buitre, blanqueo de capitales, nuevos miembros de la Corte Suprema, etc.). Esta oposición expresa los intereses de la llamada “burguesía nacional”, que coincide con el gran capital en hacer pagar la crisis a los trabajadores. Mientras Massa expresa un proyecto que combina la “defensa de las PYMES” (eufemismo que agrupa desde filiales de multinacionales hasta medianos y pequeños explotadores locales) con medidas reaccionarias de “mano dura” y militarización de los barrios populares junto a demagogia hacia demandas reivindicativas de sectores de la clase trabajadora. El FPV-PJ, que de conjunto no expresa un interés social diferente al del Frente Renovador, se encuentra grosso modo dividido entre el ala con discurso más conciliador de los gobernadores y el kirchnerismo, que hace demagogia opositora para llevar a los trabajadores detrás de la recomposición del peronismo. Con un lenguaje que intenta caer bien en sectores de la izquierda y el progresismo, Cristina Fernández de Kirchner actúa para posar de opositora al macrismo o, desde los gobernadores del FPV/PJ hasta el propio Sergio Massa, a quien ha incluido en sus llamados a construir el “Frente Ciudadano” o una “Nueva Mayoría”. Este planteo no es más que un rejunte para buscar la vuelta al poder del pejotismo de los Insfrán, Urtubey, Bossio, Scioli, Gioja, Berni, Milani y compañía, laderos de los José López, Schiavi, Jaime, los Lázaro Baez, los Cristóbal López y de burócratas sindicales del estilo de José Pedraza, el asesino de nuestro compañero Mariano Ferreyra. Es una política contraria a los intereses de la clase obrera y los sectores.
El gobierno derechista de Macri, entonces, no surge de la nada, sino que fue el propio kirchnerismo y sus candidatos como Scioli (que no proponían nada distintivo del plan que está implementando el macrismo) el que preparó la plataforma para su ascenso al poder. Este es un proceso que se está dando en varios países del Cono Sur, donde los gobiernos autodenominados “progresistas” terminan aplicando los planes de ajuste que dicen condenar, como sucedió en Brasil con el gobierno del PT (reemplazado por el golpista de Temer) y en Venezuela con el gobierno de Maduro.
Mientras desde hace diez meses asistimos a los primeros actos de un ataque en línea a la clase obrera y los sectores populares, todas las expresiones de la burocracia sindical han sido garantes de la “gobernabilidad” de este grupo de parásitos sociales, dejando pasar todo el ajuste. La CGT ni siquiera ha llamado a un paro dominguero, pero aunque lo hiciera lejos estaría de ser parte de un plan de lucha para iniciar el camino para derrotar al ajuste. Ambas CTA, a su vez, son parte de la política kirchnerista de utilizar la oposición al macrismo para llevarla detrás de la política de conciliación de clases del kirchnerismo, como quedó claro en la convocatoria realizada junto a cámaras de empresarios y políticos del FPV a la Marcha Federal.
El gobierno de Macri surge como parte de la bancarrota de un “proyecto nacional y popular” que durante doce años, y pese a su retórica, no sólo mantuvo el sistema de dominación capitalista semi colonial argentino, sino que vino a restaurar el sistema político burgués golpeado por la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001. Las palabras de CFK reivindicando hasta la “unidad obrero-estudiantil” en La Plata no son más que una operación para intentar ganar las legislativas del 2017 escondiendo que después de doce años de kirchnerismo casi el 65% de las 500 principales empresas están en manos extranjeras. En este período se pagaron más de 200.000 millones de dólares de deuda externa. Lejos de afectar los intereses del gran capital agrario, en estos años se profundizó y extendió el “modelo” sojero como uno de los pilares centrales de la dependiente economía argentina, así como de la megaminería contaminante. Las principales empresas prestatarias de servicios públicos y sectores de infraestructura (electricidad, gas, telefonía, rutas nacionales, puertos) así como la mayor parte de los recursos hidrocarburíferos siguieron en manos privadas. En el movimiento obrero “proyecto nacional y popular” se tradujo en el apoyo y la promoción de las distintas burocracias sindicales contra la democracia de los trabajadores.
Durante años Moyano fue el principal sostén del gobierno de los Kirchner junto a los Caló y los Andrés Rodríguez, cómplice de los despidos que el macrismo realizó en el Estado. La “pelea contra las corporaciones” se tradujo en disputas de distintas camarillas capitalistas. El primer gobierno de Néstor Kirchner contó con el aval y la bendición del grupo Clarín. Luego vinieron discusiones y peleas entre algunos grupos económicos y otros prebendarios directos del Estado y la obra pública, como los Lázaro Báez y Cristóbal López. Las bolsas en el Convento de José López son solo una pequeña muestra del despilfarro y la corrupción de este “capitalismo de amigos”. Fue este “gobierno de los Derechos Humanos” el que puso al genocida Milani a cargo de las Fuerzas Armadas y gran parte de la inteligencia nacional, el creador de los “Proyectos X” y el que no dudó en reprimir con dureza luchas obreras como la de Lear y Kraft. El kirchnerismo se caracterizó además por una cooptación generalizada de las organizaciones sindicales y de los llamados “movimientos sociales” así como de gran parte del movimiento de derechos humanos.
El Frente de Izquierda surgió en 2011 defendiendo la independencia política de la clase obrera contra el kirchnerismo y las distintas variantes patronales, delimitándonos por izquierda y desde una perspectiva anticapitalista de toda variante de centroizquierda y de los gobiernos “nacionalistas” o “progresistas” latinoamericanos, defendiendo la lucha por un gobierno de los trabajadores de ruptura con el capitalismo, entendiendo esta consigna en sentido antiburgués y anticapitalista. Defendiendo la lucha por la unidad socialista de América Latina, contra la falsa verborragia de esos gobiernos sobre la “integración latinoamericana”, que encubrió la continuidad del sometimiento al capital imperialista.
El Frente de Izquierda fue el que con la campaña por el voto en blanco expresó una independencia política de clase frente a Scioli y a Macri (denunciándolos como dos variantes del ajuste) y hoy es la única alternativa independiente al gobierno ajustador y los partidos patronales que aplican los ajustes en las provincias o los convalidan en el Congreso.
El Frente de Izquierda sostiene hoy una orientación opuesta por el vértice a la del gobierno macrista y la oposición burguesa (tanto de los gobernadores del PJ y el Bloque Justicialista, el kirchnerismo y el FR de Sergio Massa), levantando un programa para que la crisis la paguen los capitalistas e imponer mediante la lucha y la movilización un gobierno de trabajadores de ruptura con el capitalismo. Un programa que entre otros puntos plantea un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar; el pase a planta de todos los contratados y el fin de todas las formas de precarización laboral; la nacionalización del petróleo y el gas, la banca y el monopolio del comercio exterior, para ser gestionados por sus trabajadores; el no pago de la deuda externa.
En ese camino venimos exigiendo a las centrales sindicales que rompan con la tregua y convoquen a un paro activo contra los despidos el ajuste y los tarifazos, con movilización de cientos de miles en todo el país, como parte de plan de lucha progresivo hasta derrotar el plan antiobrero y antinacional del gobierno.
Luchamos por recuperar los sindicatos para los trabajadores, contra la burocracia sindical, para que la clase obrera pueda desplegar su programa de salida a la crisis en beneficio de toda la nación explotada y oprimida.
Así como impulsamos una política de frente único de las organizaciones obreras para enfrentar el ajuste, promovemos sin sectarismo la unidad de acción contra la represión estatal y por reivindicaciones concretas del pueblo trabajador. Pero a la par sostenemos que no hay forma de luchar consecuentemente contra el gobierno macrista en frente políticos con los que hoy posan de opositores para volver al gobierno para seguir gestionando los intereses de las fracciones capitalistas a los que responden. Por eso convocamos a todos los trabajadores, estudiantes y sectores populares que quieren realmente enfrentar este estado actual de las cosas a un gran acto a realizarse durante el mes de noviembre en un estadio, donde puedan expresarse los sectores combativos del movimiento obrero, como así también las distintas fuerzas políticas que integramos el FIT. En ese camino realizaremos actos en distintas provincias.