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Red Internacional
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BRASIL - CONGRESO DE CONLUTAS. Brasil: una voz independiente de los trabajadores para construir una tercera fuerza

La presidenta Dilma, el PT y el Congreso nacional están unidos para descargar la crisis contra los trabajadores y la juventud. En América Latina, el desgaste de los gobiernos “pos neoliberales” (Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, etc.), viene acompañando de una recomposición de tendencias a la derecha.

Viernes 5 de junio de 2015

En este escenario ganó fuerza en la vanguardia brasilera la necesidad de construir una “tercera fuerza” independiente del gobierno (PT, PMDB, PCdoB), y de las variantes de derecha (PSDB, PPS, DEM, PSB etc.). Sin embargo los días 15 de abril y 29 de mayo pasado mostraron los límites de esta política.

Frente al avance de los ataques de Dilma la insatisfacción popular, presente ya por los escándalos de corrupción, aumentó y la base de las centrales sindicales oficialistas de la CUT y de otras centrales presionó para que hicieran algo. Y, a pesar de la política de la burocracia sindical, en especial el pasado 29 de mayo fue una importante jornada. Aun así, nada justifica las “felicitaciones” de Luciana Genro (PSOL) hacia la CUT luego de la jornada del 15 de abril, que solo contribuyen a embellecer a esta burocracia que sabemos sigue negociando el Plan de Protección al Empleo (PPE), sostenido en la reducción salarial para garantizar las ganancias patronales.

Por eso más que nunca es necesario abrir el debate en el 2º Congreso de CSP-Conlutas y en el 3º Congreso de la Asamblea Nacional de Estudiantes (ANEL) alrededor de la construcción de una “tercera fuerza” de los trabajadores junto a la juventud, independiente del gobierno y la oposición de derecha. La ausencia de una crítica profunda a la burocracia que alertase a los trabajadores sobre el papel traidor que estas centrales cumplen intentando presentarse en “favor de la clase” habría sido decisiva para hacer una exigencia aún mayor sobre un verdadero plan de lucha. El camino estaba trazado por innumerables huelgas obreras, en especial la gran lucha de los profesores y trabajadores públicos del estado de Paraná.

Venimos debatiendo en especial con los compañeros del PSTU, que son la dirección mayoritaria de la CSP-Conlutas, el hecho de que en la agitación política no planteara una clara delimitación de las centrales sindicales. En las “plenarias” unitarias las intervenciones de la CSP-Conlutas agitaban la idea de que estas reuniones junto a un bando de burócratas traidores, sería un paso fundamental hacia la “huelga general”, convirtiendo a esta consigna “roja” en embellecedora de la burocracia.

Este es un enorme error que otras organizaciones de izquierda también comenten como las corrientes de izquierda del PSOL, que no ponen su parlamentarios al servicio de un política independiente – incluso cumpliendo un papel nefasto de restricción a los partidos de izquierda con la votación a favor de la cláusula barrera. Ninguna corriente de izquierda buscó diferenciarse y explicar pacientemente a los trabajadores por qué esta consigna de “mas democracia” podría ser traducida como la “defensa del gobierno de Dilma” o la “defensa del PT”.

La oleada de huelgas del año pasado, las emblemáticas huelgas de este año, en especial la de los profesores de Paraná, en San Pablo y otras ciudades, además de las luchas en fábricas como la GM, Volkswagen y otras, la entrada en escena de un movimiento estudiantil explosivo que comenzó en Río de Janeiro, muestran la enorme disposición de lucha de amplios sectores de trabajadores y jóvenes para enfrentar los ataques del gobierno.

Un día nacional de lucha, como fue el pasado 29 de mayo, podría haber sido un momento especial para hacer escuchar una voz independiente que se expresara en carteles, banderas, millones de panfletos y videos que pudieran desenmascarar a esta burocracia sindical, pues si paralizamos juntos ese día también debemos marchar separados. Sabemos que la CUT y la burocracia evitan justamente que el conjunto de la clase trabajadora muestre su enorme fuerza social y política, paralizando fábricas, empresas, servicios para acorralar al Congreso, al gobierno y a la patronal. Esta burocracia apenas busca presionar al gobierno para negociar “ajustes” contra los trabajadores, como el PPE negociado con Dilma y los empresarios.

Los sindicatos de la CSP-Conlutas y de las Intersindicales deben ser ejemplos de organización, democracia y combatividad para exigir a las centrales sindicales que rompan con el gobierno y la patronal y aprueben con asambleas, reuniones y plenarias que los trabajadores impongan un verdadero plan de luchas activo, con paros y medidas de fuerza capaces de “levantar” a la clase trabajadores para terminar los ajustes e imponer conquistas.

Es posible construir una “tercera fuerza” de los trabajadores. Es fundamental que la clase trabajadora sea sujeto político uniendo y coordinando sus luchas, junto a la juventud. En los sindicatos y lugares de trabajo es tarea de los sectores de izquierda impulsar la más amplia democracia obrera y la más amplia autoorganización de los trabajadores, colocando en manos de sus organismos de base la decisión de la política y del plan de luchas.

No habrá huelga general en el país si depende de la CUT y otras sindicales; sin que la fuerza organizada de los trabajadores de los sindicatos que integran CSP-Conlutas pueda influenciar a las bases de esas centrales sindicales para imponer a los dirigentes la ruptura con el gobierno y la preparación de una lucha que movilice a millones, paralice las fábricas y empresas, transportes y servicios y que haga arrodillar al gobierno, el Congreso nacional y a la patronal.

Sólo días de la paralización “para presionar” negociaciones, como quieren las centrales sindicales oficialistas, significará aceptar que los trabajadores paguen la crisis capitalista con pérdida de empleos, reducción salarial y precarización del trabajo. Es necesario un plan de lucha con huelgas y paros efectivos de 24 horas, 36 horas y por tiempo indefinido. Solo así la fuerza de nuestra clase derrotará los ajustes de Dilma y del PT y los recortes salariales, de empleos y derechos que los patrones negocian con los burócratas sindicales