El debate de la reducción de la jornada laboral ha llegado para quedarse. Por un lado, el proyecto de las 40 horas presentado por las diputadas del Partido Comunista, Camila Vallejos y Karol Cariola, tiene más de un 70% de aprobación, lo que demuestra que a los y las trabajadoras nos gustaría tener más tiempo para nuestras familias y disfrutar de un derecho prácticamente negado para nuestra clase; el tiempo de disfrute, creación y descanso. Por otro lado, el gobierno y gremios empresariales han puesto el grito en el cielo ¿Y qué pasa con los y las trabajadoras?
Lunes 19 de agosto de 2019
Mientras el gobierno parte de los fundamentos de su proyecto de reforma laboral; flexibilización y gradualidad (que son iguales a mayor precarización para nosotros), en pos de facilitar el abaratamiento de la mano de obra a los empresarios,avanzanrdo recién de aquí al 2027 a reducir la jornada a 41 horas, junto a los gremios empresariales tratan de sembrar el miedo argumentando una baja en la economía y que traería desempleos.
La realidad de nosotros, no tiene nada que ver con la que viven empresarios que se oponen a la reducción de la jornada laboral. Muchos hacemos turnos rotativos, como en la planta CTP, para costear la vida cotidiana (la alimentación, luz, agua, el arriendo, el cuidado de hijos y animales) y deudas. En general, la clase trabajadora no sólo cumple la jornada de 45 horas, sino además, las horas extras, ya que el sueldo mínimo no alcanza para cubrir la canasta básica familiar, por lo que para llegar a fin de mes terminamos dejando nuestras vidas en las fábricas, salas de clases, servicios y tiendas del retail, a lo que se suma que muchos y muchas ven en trabajos como Uber, una forma de aumentar sus ingresos.
En Correos trabajamos 6x1, teniendo para nosotros y nuestras familiar sólo el día domingo.. Día que poco tiene de descanso porque se transforma en el espacio que utilizamos para realizar las tareas del hogar y dejar todo listo para que al día siguiente comencemos nuevamente una rutina que pesa sobre nuestros cuerpos y nuestras mentes, y son justamente esos pesares los que se sienten en las enfermedades laborales (como siempre no reconocidas) y el estrés.
Lo cierto es que a nivel nacional, el conjunto de los empresarios se prepara para debilitar y rebajar nuestras condiciones como trabajadores, es así como lo demuestran los planes de reestructuración de las distintas empresas, que ven en la reforma del gobierno la venia para sobreexplotarnos. Por ello, debemos partir de un punto, estamos con toda política que implique una mejora para la calidad de nuestras vidas, y por ello, estamos a favor de la reducción de la jornada laboral, pero la respuesta del gobierno y los empresarios demuestran cómo será ese debate en Chile, y es que no podemos confiar en ellos para lograrlo. La rebaja de las horas de trabajo, necesariamente debe estar ligada al reparto de las horas de trabajo entre los y las desocupadas, para que todos y todas trabajemos, pues si no, los ritmos laborales que hoy nos imponen las jefaturas y gerencias para producir y/o atender lo que hacemos en 45 horas, se incrementará para hacerlo en 40, pero en simultáneo, no puede traer consigo una rebaja salarial, y es por esto, que debe, necesariamente afectar las ganancias empresariales.
Lo que nos diferencia del proyecto de las diputadas del PC, es que no ponemos al centro el aumento de nuestra productividad como trabajadores, para mantener e incluso poder aumentar las ganancias empresariales de una élite que se muestra intransigente a nuestros derechos; sino en nuestras vidas, porque si se afecta la ganancia de los capitalistas podríamos todos trabajar menos horas, sin que bajen nuestros salarios, ni aumente la carga laboral, y menos que nos puedan chantajear con el desempleo, que es producto de su avaricia para abultar más sus bolsillos. Camila Vallejos y Gael Yeomans, parte del Frente Amplio y presidenta de la Comisión de Trabajo, se abren a la flexibilización laboral del gobierno que nos quiere hacer creer que podremos negociar de igual a igual con los empresarios nuestras jornadas, nosotros y nosotras nos paramos desde la otra vereda, pues queremos terminar con la flexibilización y el trabajo precario.
El camino para conquistar nuestros derechos, para hacer pesar que ¡nuestras vidas valen más que sus ganancias! está de la mano del fortalecimiento de nuestra propia organización, de la unidad de las y los trabajadores, con las mujeres y la juventud. Está más que demostrado que no podemos depositar nuestra confianza en el parlamento, no hemos conquistado nada sin lucha, sin doblar la mano de los empresarios y sus políticos. Así lo demuestra la misma realidad que está viviendo el pueblo trabajador argentino, que votó en contra de las políticas de ajuste del derechista Macri, a lo que los empresarios respondieron haciendo un golpe a los mercados, devaluando el peso argentino, aumentando así el coste de la vida. Por eso es urgente allá un paro nacional activo de 36 horas y un plan de lucha para enfrentar la catastrofe que amenaza al pueblo argentino, no esperar las elecciones.
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Por sindicatos democráticos y al servicio de las y los trabajadores
Frente a la flexibilización laboral, Vallejos argumenta que un problema es la baja sindicalización, lo cual es correcto, pero no lo es todo. Un gran debate que hoy nos cruza como trabajadores es qué tipo de sindicatos y para qué.
Para nosotros el lanzarnos a las recientes elecciones sindicales del Sindicato de Operadores postales (SOP) tiene que ver con qué tipo de sindicatos necesitan las y los trabajadores para enfrentar en mejores condiciones los ataques de la derecha, de los empresarios y sus gerencias locales, una lucha y práctica que venimos desarrollando hace años en Correos por integrar el hacer política por parte de los y las trabajadoras, y mostrar una alternativa distinta a la dirigencia sindical actual que centra su política en buscar la confluencia con la gerencia y las jefaturas. Creemos que es fundamental desarrollar la confianza en nuestras propias fuerzas, y para eso es necesario terminar con los privilegios y las prácticas burocráticas.
Acabamos de salir de una negociación colectiva donde las dirigencias sindicales renunciaron al petitorio sin dar ninguna lucha, donde ellos mismos integraban la reducción de la jornada laboral y el aumento del sueldo base. Para nosotros la reducción de la jornada, tiene directa relación con la eliminación del día sábado como día hábil, y éste, viene siendo discutido en una mesa de “diálogo” con la gerencia que poco y nada a avanzado durante 2 años.
Por eso, buscamos expresar el descontento con las prácticas que tienen los dirigentes en nuestros sindicatos y federación desde hace casi 30 años. Pues confiamos en nuestras fuerzas para dar una batalla por recuperar nuestros sindicatos, pero para eso tenemos que ser una fuerza organizada en distintos lados a nivel nacional.
Mientras apenas sobrevivimos con nuestros salarios, el gobierno y los gerentes ganan millones a costa de nuestra explotación. En Correos como en las otras empresas, podemos ver cómo sus sueldos sobrepasan con creces los nuestros, y cómo utilizan los avances tecnológicos para argumentar despidos con la automatización, como en Líder, cuando suprimiendo sus sueldos millonarios podríamos ampliar las contrataciones, repartiendo el trabajo entre ocupados y desocupados, reduciendo la jornada a 5 días a la semana, 6 horas por día, es decir, incluso menos de 40 horas.
Por ello necesitamos sindicatos democráticos, donde los y las trabajadoras que piensan distinto puedan debatir y expresarse, sindicatos con asambleas de base que discutan y resuelvan los problemas clave que nos aquejan, como las reformas del gobierno y el debate tan sentido de la reducción de la jornada laboral.
Seamos una fuerza organizada que luche por estas ideas
Este debate no sólo tiene relación con el escaso tiempo libre que tenemos, sino también, con las tasas de cesantía y el aumento del trabajo precario. Los empresarios tienen todo a su disposición para despedir cuando se les da la gana, y normalmente, lo hacen para amedrentarnos, cuando levantamos la voz o pensamos distinto y reclamamos por nuestros derechos. Esta es una práctica asociada al gigante industrial Komatsu, que recientemente despidió a Elizabeth, joven trabajadora por apoyar, como muchos, el paro docente, y querer organizar a las mujeres.
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Para nosotros enfrentar los despidos es dar una pelea consecuente contra las injusticias de las y los patrones y jefaturas, y no conformarnos por mejores finiquitos, como lo hacen las direcciones del Partido Comunista en los sindicatos, sin enfrentarse a las determinaciones de las gerencias. Es por ello, que luchar por esta perspectiva requiere de una lucha contra la burocracia sindical que se adapta a los despidos, no fortalece la unidad de las luchas, ni la de trabajadores, mujeres y juventud, ni impulsa que seamos las y los trabajadores quienes debatamos sobre la reducción de la jornada laboral y por qué programa queremos luchar y cómo lo queremos hacer.
Es fundamental que impulsemos estos debates en los distintos lugares de trabajo y estudio, pero para hacerlo tenemos que ser trabajadoras y trabajadores de carne y hueso que nos organicemos para dar esta pelea en cada lugar de trabaja, que le exijamos a y que las direcciones sindicales que dicen apoyar la reducción de la jornada laboral, que lo implementen desde las bases, donde en el debate democrático, seamos nosotros quienes apostemos y definamos como fortalecer esta pelea.