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Red Internacional
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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA. Precariedad, elitización y burocracia problemas de la universidad

Jueves 1ro de septiembre de 2016

Las autoridades y directivos de la Universidad de Guadalajara pretenden presentar el pequeño avance en cuanto a cifras de alumnos que logran ingresar al sistema de educación de bachillerato y licenciatura como un gran logro, sin embargo, la problemática es más compleja y el panorama poco alentador para la juventud.

Aunque la matrícula ha aumentado cada año, es insuficiente para dar acceso irrestricto a todos los jóvenes, tan sólo en la zona metropolitana de Guadalajara se estima que hay 100 mil jóvenes entre 14 y 29 años sin estudio o empleo.
Aunado a eso la tasa de deserción en nivel bachillerato se ha mantenido en los últimos años, ésta es de 14.9 por ciento según cifras de un estudio de académicos de la UdeG, esto debido al nivel de pobreza que padecen las familias.

El ingreso económico que perciben la mayoría de los trabajadores no rebasa los 3 salarios mínimos.
En Jalisco el 58% de la Población Económicamente Activa (PEA) tiene un sueldo menor a los tres salarios mínimos equivalente 6 mil pesos mensuales, según datos de Héctor Luis del Toro Chávez, director del Centro de Investigación de Teoría Económica de la Universidad de Guadalajara.

Por otro lado, el porcentaje de acceso a nivel superior es mucho menor todavía, lo que hace a la educación un lucrativo negocio para privados.
Tan sólo en la ciudad de Guadalajara existen más de 120 institutos entre centros, universidades y colegios privados con licenciaturas, mientras centros educativos públicos sólo existen cinco: UdG, Universidad Pedagógica Nacional, Centro de Enseñanza Técnica Industrial, Universidad Tecnológica de Jalisco y el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Debido a estas condiciones de precariedad es que lograr una carrera universitaria se ha convertido en un verdadero privilegio, esto es parte de la paulatina elitización de la educación en el país.

La Federación, una burocracia estudiantil

En la agenda de los directivos de la universidad así como de los dirigentes estudiantiles impuestos a través del aparato de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) no está hacer una verdadera crítica y defensa del derecho a una educación pública irrestricta y gratuita para el pueblo y las(os) hijas(os) de los trabajadores.

Por el contrario, la federación es prácticamente impuesta como una forma de cooptar todo intento de crítica al interior de la vida estudiantil y de los cotos de poder.

Ejemplo de ello, es que ningún miembro o dirigente de la federación se pronunció contra el despido injustificado de la profesora Ana Estrada Salgado profesora de asignatura del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), luego de que demandara a la casa de estudios por irregularidades en un concurso para profesores.

O también la complicidad respecto a la precarización laboral que sufren empleados y profesores de asignatura, sin poder tener basificación y prácticamente contratados como eventuales.

La federación tiene el papel de agente ideológico conservador para evitar el desarrollo de la consciencia estudiantil mientras los atrae a campañas y una vida alejada de los problemas reales, no es por nada el elaborado entramado y estatutos bajo los que se rige la federación, cosa que desarrollaremos en otra publicación.

Mientras podemos adelantar que, ante esta perspectiva, la comunidad estudiantil no sólo tiene el gran reto sino que se hace urgente recuperar su capacidad de organización independiente de la federación y de las autoridades, hacer efectiva la libertad de asociación y organización política.

En el último período se han desarrollado ejercicios que demuestran que cuando hay impulso la juventud levanta cabeza y se hace parte de las problemáticas, como lo hizo al acompañar las movilizaciones por la aparición de nuestros compañeros normalistas o en defensa del magisterio.

No hay nada que más asuste a la burocracia universitaria que una juventud politizada que cuestione la antidemocracia imperante y que le oponga en una práctica militante la apuesta al desarrollo de una gran organización estudiantil verdaderamente democrática.