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Lluvias y cambio climático. Grandes precipitaciones en Chihuahua: sólo en agosto se acumuló lo de un año

Las tormentas se presentaron principalmente en agosto, por casi todo el estado, dejando daños en varios municipios. En la capital, la acumulación fue equiparable a la cantidad de lluvia que se presenta durante todo un año: 20 días continuos de lluvias durante el mes de agosto.

Jueves 8 de septiembre de 2022

Entre los meses de julio y agosto las precipitaciones pluviales en Chihuahua, al igual que en otros estados, se incrementaron gracias a la presencia del "monzón de Norteamérica", conocido también como "monzón mexicano", referenciando el cambio estacional, así como por la influencia de la tormenta tropical “Kay”.

Las tormentas se presentaron principalmente en agosto, desplegándose en casi todo el estado, dejando daños en varios municipios. En la capital se registró una acumulación equiparable a la misma cantidad de lluvia que se presenta durante todo un año, reportaron las autoridades. Se habla de arriba de 20 días continuos de lluvias durante el mes de agosto.

Si bien es cierto, la presencia de precipitaciones pluviales en un territorio desértico y tan amplio como lo es Chihuahua, genera emociones y sentimientos encontrados. Por un lado, crea alegría y entusiasmo, mientras que por el otro, es preocupante la llegada de tragedias, accidentes y catástrofes derivado de las inundaciones, derrumbes y efectos emanados de la acumulación y fuerza del agua.

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En ocasiones imprudencia, otras negligencia pero la caída de bardas, techos y techumbres se hizo presente, se incrementaron y profundizaron los baches en calles y avenidas, a su vez, aumentaron los accidentes y percances viales, así como se presentó desabasto de agua en algunas colonias populares, principalmente las periféricas.

No obstante, el oportunismo político llegó de inmediato bajo la figura de María Eugenia Campos Galván, representante de la derecha en el gobierno del estado, tomándose la foto para los medios valiéndose de las inundaciones y daños derivados de las lluvias.

De igual manera, autoridades y personalidades se pronunciaron en relación con las recientes lluvias en la entidad, declarando que dichas precipitaciones aportaron suficiente agua a las presas para poder garantizar el ciclo agrícola del 2023.

A pesar de lo positivo del temporal, en lo que respecta a lluvias, y suponiendo que pudiéramos dejar de lado los continuos estragos en vialidades, arroyos y zonas aledañas a los cuerpos de agua, así como damnificados y personas fallecidas, tampoco significa que se haya acabado y/o mermado de manera importante la sequía en Chihuahua.

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A lo mucho resultan paliativos insuficientes, ya que existen problemas estructurales en la entidad, como el histórico abatimiento de los mantos freáticos, la sobre explotación de los mismos, sea por las industrias cerveceras y refresqueras y/o además de por los cultivos intensivos en productos con altísima demanda de agua, como el nogal y la alfalfa. De la misma manera que las actividades productivas que presentan altos índices en desperdicio del vital líquido, como las grandes empresas mineras, agrícolas, ganaderas y avícolas.

También hay que decir que un problema central en el desabasto del agua potable en la entidad, resulta del desarrollo y creación de inmobiliarias con su subsecuente construcción de fraccionamientos a diestra y siniestra, que van de la mano de la escasa y privatizada infraestructura para la recuperación y uso del agua.

Los acontecimientos climáticos extremos son y serán cada vez más frecuentes, como se indicó un año atrás, desde el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), organismo de Naciones Unidas, mismo que encendió las alarmas.

El informe sostiene que “es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra.” Y que “han ocurrido cambios rápidos y generalizados en la atmósfera, el océano, la criósfera y la biosfera.” En otras palabras, ya no quedan dudas del impacto del desarrollo industrial en el sistema climático, que se ha calentado a un ritmo sin precedentes en los últimos doscientos años, creciendo a niveles nunca vistos en los últimos once mil años, siendo las emisiones de gases de efecto invernadero responsables de un planeta menos estable”.

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En México, los gobiernos en sus 3 niveles administrativos no están dispuestos a tomar las medidas necesarias para amortiguar dichos efectos. Si bien muchos de los fenómenos no se pueden predecir ni evitar, sí se pueden eliminar o reducir al mínimo los casos de muertes, personas afectadas y, en cierta medida, algunos daños materiales.

El aumento de CO2 y otros gases de efecto invernadero (GEI), así como la destrucción de los ecosistemas, es responsabilidad de la irracionalidad del modo de producción capitalista, que se basa en la explotación del trabajo, en la mercantilización, despojo y destrucción de la naturaleza, así como en el privilegio y lucro de parte de las y los capitalistas.

Es decir, se trata de una forma social e histórica concreta: el capitalismo, como sistema de producción y acumulación dominante, movido principalmente por la búsqueda de la máxima ganancia.

La gravedad del asunto plantea la necesidad de que las y los trabajadores no solo del campo, sino de las ciudades principalmente, las juventudes, mujeres y comunidades sexo diversas, de igual forma que los pueblos originarios, organismos y asociaciones políticas afines, luchemos por una transición energética, agrícola y ganadera en donde las prioridades sean las necesidades humanas y no las ganancias, ni el lucro de las grandes empresas.

¡Antes de que el capitalismo destruya al planeta, destruyamos al capitalismo!

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