Asesorado por su equipo el presidente salió a dar explicaciones sobre la situación del país en entrevistas pactadas con periodistas “selectos”.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Martes 26 de julio de 2016
Después de 12 años de largas cadenas nacionales, el nuevo gobierno hizo de las redes sociales el instrumento más utilizado para comunicarse con la población. Tal como lo admite en el marco de la batalla tuitera con Tinelli, “¿cómo no va a haber 30.000 tuiteros que simpatizan con el Gobierno si este gobierno es producto en gran medida de las redes sociales?”.
Sin embargo, ante el malestar social producto de los tarifazos y el maravilloso segundo semestre que no fue, parece que con Twitter y Facebook no alcanza.
Su equipo lo asesoró. Macri tenía que salir a explicar muchas cosas y para ello acudieron a un grupo selecto de periodistas. El presidente se lanzó a su primer raid mediático desde que asumió y concedió entrevistas a los periodistas del noticiero de Telefe Cristina Pérez y Roberto Barilli, a Jorge Lanata para PPT, a Joaquín Morales Solá de La Nación y a Alejandro Fantino, conductor de Animales Sueltos.
Hay que decir que la idea no es del todo original. Cristina también lo hizo mientras fue presidenta. En 2013 la exmandataria realizó un ciclo de entrevistas con periodistas afines, titulado “Desde otro lugar”. En ese caso los periodistas elegidos fueron Jorge Rial y Hernán Brienza (iban a ser más pero el ciclo quedó trunco por problemas de salud).
Libreto M
Ante cada uno de los principales temas, más que una preparación de parte de sus asesores, parece que Macri recibió un libreto del que no se corrió un segundo. La metáfora del avión sin instrumental le pareció a Macri una genialidad que no quiso dejar afuera en ningún reportaje.
Para excusarse por sus pruebas y errores, Cambiemos dice que recibió un país sin información que le permitiera esquivar las tormentas. ¿Cómo hizo entonces para proponerse el objetivo de "pobreza cero"? Macri se presenta a sí mismo como un hombre que cayó al puesto de mayor dirección en el Estado como desde un paracaídas, cuando hace casi una década es gobernante y juega el juego de la política.
Tarifazos. El presidente aseguró que se está “matando al mensajero”. Aranguren sabe lo que hace y si existiese otra alternativa distinta a subir las tarifas la hubiese tomado. Pero la energía es cara y en ningún lugar del mundo “te la regalan”. Por eso él predica con el ejemplo y cuida la energía.
No se refirió a los subsidios millonarios a las empresas prestatarias, a esas sumas siderales que sí les fueron regaladas a los empresarios y cuyo destino se desconoce. Lo que sí sabe cualquiera es que no se invirtió nada de eso en mejoras de los servicios.
Inflación y crecimiento. Macri arriesgó cifras: para el año que viene la inflación alcanzaría un nivel por debajo del 20 % y el crecimiento va a rondar entre un 3 y un 3.5 %. Esto es una “tarea enorme”, que “no se logra de un día para el otro”, por eso hay que tener paciencia.
Además Macri asume que la inflación es responsabilidad del gobierno, “porque es un impuesto perverso que le cobra un gobierno que administra mal a la gente y que ataca primero a los más pobres”, por eso su compromiso es que la inflación baje.
Lo que no pudo explicar Macri (igual nadie se lo preguntó) es qué tipo de perversión llevó a su gobierno a asegurar apenas asumió que la inflación no iba a ser mayor al 25 %. Un chiste de mal gusto de Prat-Gay, que hoy paga el pueblo trabajador.
Corrupción. Por un lado evitó opinar sobre la posibilidad de que Cristina Fernández caiga presa. Y por otro, sobre las denuncias que lo salpican a él y a su gobierno, Macri sostuvo que la gente “le cree”, que entendió que su vinculación con Panama Papers no tiene nada de ilegal y, como predica con el ejemplo, trajo su dinero a la Argentina.
“La gente entendió que yo tomé otra elección de vida”, que lo que quería hacer “no era acumular millones en la actividad privada”. Para Macri, su elección se trata de “dar” porque está “lleno de amor”. Si su elección no fue acumular millones entonces no se entiende de dónde salió todo eso que tuvo que traer en el marco del escándalo de Panama Papers.
Más que de amor, Macri y su familia están llenos de dinero manchado de sangre, producto del crecimiento exponencial de su grupo empresario con negocios con el Estado durante la dictadura. La riqueza de Macri está más que sucia desde su génesis.
Justicia. El presidente se mostró muy contento de ver actuar al Poder Judicial contra la “impunidad”, pero aseguró que no se trata sólo de ir contra la impunidad de ayer. Macri no quiere jueces “distraídos” de lo que pasa con su gestión.
Sus charlas con Lorenzetti fueron solo para intercambiar “cada uno desde su lugar”, “adultamente”, sin intención de intervenir en la decisión de la justicia sobre los tarifazos.
Difícilmente sus reuniones con Lorenzetti, en el marco de la discusión por los tarifazos, puedan ser entendidas como algo diferente a una búsqueda de acuerdos, muy a pesar de le perorata republicana sobre independencia de poderes.
Empresarios. Otra de las genialidades que Macri no evitó decir en cada reportaje fue que los empresarios ahora deben empezar a “gastar las suelas en las fábricas” y no en los ministerios.
Además el blanqueo de capitales es el “último sinceramiento”, de carácter fiscal, en esta nueva etapa “de la verdad”. Hay empresarios que lo acompañan, de a poco “van entendiendo”.
Sin ponerse colorado aseguró que hay que “alejar la política del mundo empresario”. Rara afirmación viniendo de un empresario que gobierna apoyado sobre un gabinete ceocrático, armado para poner de manera más evidente que nunca a la política al servicio de los intereses empresarios.
El ejemplo más claro es precisamente el de Aranguren, ministro de Energía, artífice de los tarifazos y ex CEO de Shell.
No preguntarás
Macri no fue el único que apeló al libreto. Los periodistas entrevistadores preguntaron todos más o menos lo mismo y la repregunta fue un recurso poco utilizado.
La regla fue que las preguntas funcionaran como puntapié para las explicaciones que el presidente necesitaba dar, no para obtener la información que todo periodista debería buscar: precisamente aquello que cualquier funcionario intenta ocultar.
“Cierto fresco se siente en el despacho de los presidentes. Colaboradores y secretarios de Mauricio Macri van vestidos con algún abrigo. La calefacción está puesta en su nivel mínimo, cuenta uno de esos ayudantes”. De esta manera comienza la nota de Joaquín Morales Solá en la nota que escribió sobre el reportaje con Macri para La Nación.
El periodista hizo un recorrido por los mismos temas que sus colegas y se ocupó de mostrar al presidente como un hombre obsesionado por la energía, el cuidado y el consumo. No se deduce de su nota, ningún atisbo de pregunta a fondo o incómoda.
La entrevista con Fantino fue una reunión entre amigos. En más de una oportunidad se notó que ni el propio entrevistador creía lo que Macri estaba diciendo, sin embargo, no repreguntó nada. “La gente me dice hablá de los Panama Papers de Macri, no solamente de Cristina. Yo necesito preguntar. ¿Usted cree que la gente le cree?”. Fantino, casi que pidió permiso para preguntar por un tema incómodo.
Con Lanata la escena se repitió. El esquema de preguntas y respuestas de libreto fue la regla otra vez. No se podía esperar otra cosa del periodista que desde su programa PPT, viene siendo uno de los principales apoyos a nivel mediático para Cambiemos.
Cada domingo Lanata dedica gran parte de su programa a ensuciar a los adversarios del gobierno, como el Papa y la policía Bonaerense. Por como viene la nueva temporada de PPT, puedo decirse que todo lo que represente un problema para Cambiemos, será atacado por Lanata.
Así terminó este raid mediático de Mauricio Macri, conversando con periodistas amigos y en canales aliados. ¿Para cuándo la cena con Mirtha, acompañados por Juliana Awada? ¿Y la tertulia en el sillón de Susana? ¿Y el baile en lo de Marcelo?... Ah, no. Eso último, por el momento, queda en stand by.