Este martes 11 de octubre se ha presentado en los locales del Colectivo Ronda, el libro dedicado a la huelga indefinida de Panrico en Santa Pérpetua de la Mogoda (Barcelona), que duró ocho meses.
Viernes 14 de octubre de 2016
En la mesa de presentación estuvieron las autoras: Isabel Benitez y Homera Rosetti, Vidal Aragonés, autor del prólogo, Joe Molina como trabajador despedido de Panrico y militante de Clase Contra Clase y Josep Lluis del Alcazar como representante de Lucha Internacionalista, ambos colectivos como integrantes del Comité de Apoyo formado por asociaciones y corrientes sindicalistas y políticas de la izquierda alternativa.
Inició el turno de presentación Vidal Aragonés, abogado del Colectivo Ronda SCCL, asesor de trabajadores y sindicatos, profesor de derecho en la Universidad autónoma de Barcelona y autor del prólogo del libro. Explicó que el libro no solo consiste en una extensa explicación de la huelga de Panrico, sino que se puede apreciar y encuadrar en qué consiste el sindicalismo de concertación, en cómo la dirección de la empresa ha tenido la capacidad de adaptarse a todo tipo de realidades económicas y regímenes políticos, desde el colaboracionismo con el franquismo, pasando por la falsa modernidad del felipismo y finalmente con la reciente etapa política del país, teniendo entre sus cargos directivos a Joan Mas, hermano del expresidente de la Generalitat.
Como dijo, “El texto del libro se transforma en una hoja de ruta del movimiento obrero en las luchas sindicales, una visión de la clase trabajadora protagónica, se habla de sindicalismo combativo, de huelgas indefinidas, de las asambleas, del papel de la traición en un momento determinado de las burocracias sindicales, recuperando conceptos como el de la Caja de Resistencia o la formación de Comités de Apoyo que en cierta medida han venido a suplir la pérdida de tradición del movimiento obrero, en gran medida por la táctica de concertación de las direcciones sindicales mayoritarias que a dia de hoy su utilidad es cada vez más reducida”.
“También el texto deja muy claro una visión de que lo que no podemos aceptar nunca, y es que la lucha no sirve, porque es un discurso falso y sucio, porque no luchar es una derrota en sí mismo, detrás de este discurso lo que hay es una idealización del sindicalismo como si fueran robots de tecla, y esto no es así porque en una huelga como la de Panrico, lo que hay detrás es mucha intensidad emocional, humana, sus protagonistaas son personas valientes, pero que padecen, que disfrutan y que tienen miedo y que muchas veces son superadas por la incertidumbre”, agregó el abogado del Colectivo Ronda.
A continuación tomó la palabra Homera Rosetti, coautora del libro, periodista y especializada en conflictos laborales, activista de Papeles y Derechos para Todos y Coordinadora Laboral y de Soporte Mutuo 15M, exponiendo que los trabajadores y trabajadoras de Panrico, “No solo se tuvieron que enfrentar a la dirección de la empresa, sino que también a un gobierno de la Generalitat que no sanciona, no hace cumplir la ley y permite que sistemáticamente la empresa vulnere el derecho de huelga con una práctica de esquirolaje continuado y luego la propia dirección del sindicato mayoritario en la empresa CCOO, al que la mayoría estaban afiliados, encontrándose que en lugar de impulsar el conflicto lo contienen y evitan que se extienda, dilatando los tiempos intentando conseguir un agotamiento de la plantilla”.
Isabel Benítez, licenciada en sociología y especializada en políticas sociales y laborales y militante de la COS (Coordinadora Obrera Sindical) y coautora del libro explicó que el relato trasciende de lo que es meramente una cronología de la lucha. “A la hora de explicar la historia de la empresa uno se centra principalmente en lo que son los grandes movimientos de números, pero la idea era ver cómo se convierte en la marca Donut a través de una patente extraña y gracias a sus contactos. Y dado que el país atraviesa una falta de recursos en los años 50, sin embargo el Sr. Costafreda tiene acceso a harinas de calidad y de ayuda a los planes especiales de industrialización. Además se beneficia de lo que se beneficia la clase empresarial del franquismo que es los mecanismos de presión para la contención salarial y los costes salariales que llevaron a una acumulación de capital y un asentamiento de la marca en el mercado durante los años 60, 70, 80 y finales de los 90, hasta terminar con la venta de la empresa a fondos de capital riesgo”, explicó.
Para Isa Benítez el de las mujeres fue fundamental, y explicó que había sido muy difícil hacerles entrevistas por lo que contaron con las fuentes y entrevistas del colectivo de mujeres Pan y Rosas, anexado y citado en el libro. “Era muy difícil sacar un libro de Panrico sin hablar de las mujeres de Panrico, teniendo en cuenta que se habían implicado muchísimo en convocatorias como la que se hizo en contra de la reforma de la ley del aborto, eran trabajadoras que bajaron el 8 de marzo a Barcelona, era un colectivo que tenía una presencia muy significativa de mujeres en el ámbito de la industria y hubiera sido muy grave no hablar de ellas teniendo en cuenta que forma parte de la historia intrínseca del movimiento obrero la participación de las mujeres de una forma muy significativa y doblemente más dura que sus homólogos masculinos y a pesar de eso no se ve prácticamente”, dijo.
Joe Molina, como trabajador despedido y militante de Clase contra Clase a raíz del conflicto, y que actualmente formo parte del equipo de redacción de Izquierda Diario.es, expliqué el proceso de transformación de la empresa desde mi posición inicial de repartidor autónomo y las diferentes luchas que se fueron sucediendo en la década de los 80, 90, hasta llegar a conseguir la integración de todos los repartidores que así lo quisieron en plantilla fija. Y cómo a raíz de tal situación comenzó el declive en la lucha al pasar el colectivo a manos de las dos direcciones sindicales mayoritarias, totalmente burocratizadas, hasta desembocar en la traición a la plantilla.
Josep Lluis del Alcázar como militante de Lucha Internacionalista que formó parte del Comité de Apoyo, destacó “la enorme desproporción entre doscientos y pico de trabajadores y una multinacional que mueve del orden de 60.000 millones de dólares, una Generalitat con el hermano del presidente en la dirección y que se dedicó a criminalizar sistemáticamente la lucha, una UGT que estuvo en la sombra y unas CCOO que fueron la quinta columna, porque estuvo en la otra banda continuamente, y que dirigía completamente al Comité de Vaga y no permitió el acceso a otros miembros hasta el sexto o séptimo mes”.
Terminada la intervención de la mesa se abrió un turno de palabra donde algunos de los allí presentes pudieron expresar su opinión.
Se habló del hermanamiento entre los y las trabajadoras de Panrico y Coca Cola, con encuentros de ambas plantillas varias veces tanto en Madrid como en Barcelona, y de cómo esa unidad preocupó a la dirección de Feagra (Federación Agroalimentaria) y la necesidad de acciones más contundentes durante el conflicto para romper esa “paz social” impuesta por CCOO. El lema “Panrico y Coca Cola, la lucha es una sola” intentó intervenir en las brechas abiertas entre la burocracia sindical, además de que fue muy importante para la búsqueda de la unidad de las luchas a las que la burocracia le teme tanto.
También se debatió contra la idea de que “CCOO dirigía completamente al Comité de Vaga ”, ya que en el comité de huelga junto al de apoyo impusieron una lucha que la burocracia sindical de CCOO no quería llevar adelante de ninguna manera. Se planteó que la contradicción fue que el comité de huelga de los trabajadores no logró imponerse como una verdadera dirección alternativa, y uno de los motivos ha sido el surgimiento de diferentes estrategias de lucha que se expresaron en el propio comité de apoyo. Unas apostaron más por acciones legales y exigencias al Parlament, otras,sin abandonar estas, por “romper la paz social” impuesta por la burocracia.
Otra reflexión desde el público fue alrededor de que, además de los enemigos gigantes ya nombrados, esta es una huelga que incluso le vino grande a la vanguardia, a los movimientos sociales e incluso a los sindicatos alternativos. El mensaje neoliberal de que la lucha obrera ya no existe, caló incluso en los movimientos sociales, grupos de izquierda que fueron parte en algún sentido, aunque no responsables, de ese aislamiento.
Por otro lado, se hizo mención varias veces al colectivo de mujeres y cómo supieron ganarse la atención de los medios de comunicación, su participación activa en las asambleas y como salieron del entorno de la huelga de Panrico para acudir a dar soporte a otras luchas y reivindicaciones de los derechos de las mujeres.
Se planteó que la lucha de Panrico es una lucha que llega en un momento en que la clase obrera no goza de una ideología que la respalde como clase protagonista, hay una ideología social que gana terreno que desprecia a la clase trabajadora.
Ante ello se reflexionó cómo el libro debe servir para revitalizar el papel de la clase obrera como clase transformadora y no la creencia que desde las instituciones se puede revertir esta situación.