Más de 20 partidos y otros 9 en conformación se preparan para el proceso constituyente. Entre tanta variedad ¿qué partido necesita el Chile que despertó?
Domingo 26 de enero de 2020 18:07
Luego de que el oficialismo anunciase que el proceso constituyente sólo daría cabida a partidos políticos –y con representación- en las franjas electorales, diversas personalidades han decidido levantar partidos políticos para buscar representación en la Convención Constitucional. Sin embargo, entre tanta variedad ¿qué partido y con qué fines necesita el Chile que despertó?
Partidos instrumentales, partidos de personalidades, y de diversos espectros de la política. Más de 20 partidos políticos y 9 en formación se encuentran en Chile en su proceso de construcción ante el Servicio Nacional de Elecciones (SERVEL) para su legalización. Desde el partido del ultraderechista José Antonio Kast, pasando por partidos evangélicos y del mundo del cristianismo, hasta la izquierda anticapitalista con el Partido de Trabajadores Revolucionarios son parte de esta discusión.
Partido por la Dignidad, Partido Unidos en la Fe, Partido Nueva Clase Media, Partido Unión Patriótica, Convergencia Social, Partido Unidad Cristiana Nacional, Partido Fuerza Nacional, el Partido Nacional Ciudadano, Partido de Trabajadores Unidos y Partido de Trabajadores y la Ecología, por nombrar algunos, son parte de un largo listado de colectividades que buscan emerger en Chile.
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La situación que a simple vista podría ser sorprendente, da cuenta de un proceso de politización social que ha estallado a través de los días desde las jornadas abiertas el 18 de octubre de 2019 en adelante. Es decir, que la misma movilización social, los debates que han copado incluso los matinales más recalcitrantes de la televisión nacional, las diversas discusiones en los medios de prensa y hasta incluso los números de la aprobación de Piñera que cada vez se acercan más al suelo, han provocado en la población un debate en las calles y en las casas del pueblo chileno que no se veía desde antes de la dictadura cívico-militar.
Es aquí en donde ha surgido la discusión de “partido instrumental” –como incluso se identifica abiertamente el Partido por la Dignidad-, cuyo objetivo es transformarse en una plataforma, en un tipo de trampolín para poder acceder a diversos procesos legales y electorales de la política, tal y como la Convención Constituyente –en caso de que esa opción sea la mayoritaria en el plebiscito-.
Sin embargo, y para abrir un debate, ¿en el “Chile que despertó”, la unión de los distintos sectores en lucha, no daría para una acción de mayor perspectiva a futuro, de más “largo aliento” que alguna elección o votación en particular? Es decir, ¿no podríamos aprovechar ese despertar social de la población a la política para fines mucho mayores y no reducirlos meramente a una votación en el umbral de un proceso constituyente tambaleante frente a los vetos y trampas de la derecha?
Si consideramos a los partidos políticos como “voluntades colectivas”, esta unión, este compromiso y reivindicación política, daría para muchísimo más.
Para dar cuenta de esta afirmación podemos decir que la rebelión que comenzó el 18 de octubre hizo algo completamente histórico: cuestionó el ADN de la “democracia” chilena, es decir, los abusos y la explotación de los ricos y los poderosos a través de elementos de la vida cotidiana, como por ejemplo el derecho a transportarse de un lugar a otro, o el derecho al agua, a una educación gratuita y de calidad, el derecho a una vivienda; lo que se traduce a fin de cuentas en cuestionar y apuntar contra los pilares de la dictadura pinochetista bajo la cual se ha construido esta democracia para ricos que conocemos hoy en día y que mantiene a un Presidente con apenas un 6% de aprobación.
Lo que ha hecho hasta el día de hoy la gente en las calles es cuestionar y hacer tambalear los pilares del neoliberalismo y a los que se empeñan en mantenerlos a toda costa.
Frente a este problema vital para el conjunto de la población es necesario debatir qué partido. Por un lado, una respuesta a esto ha sido el descontento social frente a quienes pactaron con la derecha las demandas del pueblo, y sin ningún tipo de participación directa de las y los trabajadores, jóvenes, pobladores, migrantes, etc.
Nos referimos específicamente a la mayor parte de la centroizquierda agrupada en la exNueva Mayoría y sectores del Frente Amplio. Fruto de esta acción se constituyó el quórum que rige hoy en el Congreso y que estableció el requisito de 2/3 que actúa como veto de la derecha e impidió que se apruebe la paridad de género, o que el agua sea reconocida como un recurso de uso público.
Estos cimientos que mantienen vivo y latente el rostro de Pinochet y del neoliberalismo en las escuelas, el trabajo, en las poblaciones, ¿podrán ser derribados con una instrumentalidad que se reduzca a elecciones? Desde ya el proceso constituyente se trata de un proceso histórico que en cierta medida ha impuesto la gente en la calle, sin embargo la derecha ha hecho todo lo posible para mantenerlo lo más contenido posible este proceso. Prueba de ello son los 2/3 o que, de ser rechazado el plebiscito, o incluso, de no aprobarse la nueva constitución –que la derecha ya anunció que de aprobarse será la “constitución de Piñera”- volverá a regir la constitución de 1980.
Frente a este escenario, desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios, se encuentra en un proceso de legalización de partido bajo el nombre de “Izquierda Anti-capitalista de los Trabajadores”, consideramos que es necesario decir Sí a la nueva constitución, pero que esto debe ir acompañado de una gran movilización social y una unidad histórica, que permita poner a la clase trabajadora en primera línea con la heroica juventud, para derribar a través de la fuerza de la movilización social todos los cimientos del pinochetismo.
Al menos es este tipo de “voluntad colectiva” que buscamos construir desde abajo, desde las familias trabajadoras, desde la juventud movilizada, desde los sectores en lucha. Es decir, la “instrumentalidad” del partido para nosotros debe ser del conjunto de sus integrantes, un punto de encuentro y de organización para catapultar nuestras fuerzas e imponer a través de nuestra unión y movilización un nuevo Chile, bajo un nuevo orden social, que bajo la nacionalización de las industrias estratégicas, como el cobre, el litio, el transporte, bajo la gestión misma de quienes las mantienen vivas día a día, dé una solución las problemáticas en torno a la vivienda, a la educación, a la salud, a la contaminación, a los ingresos de las familias trabajadoras, pobres y migrantes, un Chile en el que el abuso, la explotación y la opresión empresarial no tenga cabida. Y es por eso que también luchamos por una asamblea constituyente verdaderamente libre y soberana, es decir, con delegados cada 10 mil electores, revocables, en la que se den respuesta a estas problemáticas.
Al leer esto muchos se podrían preguntar “¿entonces por qué buscan legalizarse?”. La respuesta es que buscamos poder presentarnos a elecciones, pero no para reposar y quedarnos cómodamente en las sillas del Congreso, con la promesa de cambiar el sistema desde dentro para luego ser cambiados por ese mismo sistema como les ha pasado al Frente Amplio o incluso al Partido Comunista. Nuestra perspectiva es tomar esas tribunas, esos puestos, para buscar amplificar las luchas y las demandas del pueblo movilizado, del pueblo trabajador que ha dicho basta al Chile anterior del 18 de octubre. Y para esto seguimos el ejemplo de las y los diputados obreros del Frente de Izquierda y de los Trabajadores en Argentina, quienes una vez electos donan su sueldo a las luchas obreras y sociales, quedándose apenas con el sueldo promedio de un trabajador, y una vez cumplido su mandato, vuelven a su trabajo, como Raúl Godoy, obrero ceramista de Zanon, o incluso Alejandro Vilca, obrero recolector de la basura en Jujuy.
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Esta es la perspectiva que buscamos desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios, este es nuestro horizonte, y es esta “instrumentalidad” la que buscamos desarrollar en unidad a la clase obrera movilizada, y a los sectores en lucha que se proponen cambiarlo todo, para abrir así un nuevo orden social que sentencie a los grandes empresarios, a los Piñera y tantos otros, a los museos, al recuerdo en los libros de historia.