Tras tres años de crecimiento, su acuerdan tibias subidas salariales que apenas frenan la constante caída producto de la inflación y el encarecimiento del coste de la vida.
Federico Grom Barcelona | @fedegrom
Miércoles 27 de junio de 2018
Tras casi una década de contención y devaluación salarial, un desempleo de masas y una precariedad laboral sin precedentes en su profundidad y extensión, el lunes pasado se firmó un pre-acuerdo entre la patronal y los sindicatos para una subida salarial.
Esta tibia medida llega cuando hace ya tres años que hay un crecimiento económico del 3% y se han recuperado los nivelas de ganancias previos a la crisis de múltiples sectores patronales.
Los presidentes de CEOE y CEPYME, Juan Rosell y Antonio Garamendi y los Secretarios Generales de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo han firmado un preacuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva que contempla una subida salarial del 2% anual hasta el 2020, más un posible 1% adicional ligado a criterios como “productividad, resultados, absentismo injustificado y otros”.
El acuerdo promete elevar a 1.000 euros en 14 pagas el salario mínimo en el mismo plazo, aunque solo como recomendación y no de obligado cumplimiento. Pues el Acuerdo Estatal de Negociación Colectiva insta a aplicar directrices de negociación, pero en ningún caso obliga a aplicarlas.
Se prevé que sectores como el comercio o la hostelería, donde los salarios son de los más precarios, se vean beneficiados si finalmente se llevara adelante esta medida.
De conjunto hay más de dos millones de trabajadores, según la Encuesta de Población Activa (EPA), que a jornada completa perciben menos de 1.000 euros mensuales. Lo que no quiere decir que todos estén amparados por un convenio colectivo, condición para verse beneficiados del acuerdo.
Por otro lado, esta “recomendación” dejaría fuera a los trabajadores temporales y a tiempo parcial. Un 26,8% de los empleos registrados.
Sin embargo del acuerdo al hecho hay un largo trecho. Y en ese camino, la Reforma Laboral se plantea como un escollo para que estas subidas se trasladen a los convenios y a los salarios reales por la posibilidad que brinda a las patronales de hacer prevalecer convenios de empresa.
Incluso si se llevara adelante, teniendo en cuenta el nivel de pérdida real del salario producto del aumento del coste de vida, este aumento ni siquiera sería suficiente para recuperar lo perdido en los años de la crisis. Solo para este año se espera que la inflación sea del 1,6%.
Los sindicatos mayoritarios deberían dejar de ir a negociar “desnudos” pírricas subidas salariales, para que Sánchez se saque la “foto” de campaña, y organizar a los trabajadores en un plan de lucha con huelgas, piquetes y movilizaciones para recuperar lo perdido y avanzar.
Es necesario un salario acorde a las necesidades de la vida. Ni el salario mínimo actual, ni las promesas a futuro, alcanzan para garantizar la vivienda, la alimentación, el transporte, los servicios, la vestimenta y el ocio mínimo. Su propuesta, sin sonrojarse, es que una parte importante de los trabajadores y trabajadoras esté por debajo de lo que se considera “una situación de pobreza”.
Solo el alquiler se sitúa de media en el Estado español en 1.200 euros y subiendo, media que se dispara en las principales capitales de provincia. Solo este gasto es 200 euros superior al salario mínimo acordado para el 2020.
Es necesario plantar cara a la precariedad laboral y eso no se hará desde los despachos o en amistosas reuniones con catering.
Pero además de proponerse pelear por verdaderas subidas salariales -con un salario acorde a las necesidades de la vida-, es necesario que los trabajadores se organicen alrededor de un programa que ataque decididamente la precariedad en sus múltiples formas y el paro que afectan con especial dureza a mujeres, jóvenes e inmigrantes.
Repartir las horas de trabajo entre todas las manos disponibles sin afectar el salario junto a la reducción de la jornada laboral, por ejemplo, a 6 horas junto a un tope de una semana laboral de 5 días, permitiría la creación de cientos de miles de puestos de trabajo en todos los sectores poniendo un freno a la explotación patronal.
A casi 100 años de las Jornadas de Barcelona que protagonizaron los trabajadores de La Canadiense y que fue una de las últimas batallas que lograron la sanción de la reducción de la jornada de 8 horas, un siglo después – y teniendo en cuenta los enormes avances tecnológicos y productivos- se nos impone a los trabajadores la misma pelea.
La única perspectiva para los trabajadores y trabajadoras no puede ser dejarnos la vida en los lugares de trabajo por una existencia miserable o estar privados del trabajo para llevar una existencia más miserable aún.