Durante los años 1971 a 1973, profesionales chilenos, liderados por el británico Stafford Beer, inventaron un sistema tecnológico que tenía como objetivo administrar en tiempo real las industrias estatales del país.
Lunes 11 de septiembre de 2017 00:00
Foto: Stafford Beer
Chile estaba pasando un contexto de una economía en crisis pero creatividad ilimitada, por eso en menos de un año un equipo interdisciplinario conformado por ingenieros, diseñadores e informáticos crearon un prototipo que no existía en ningún o lugar del mundo ni mucho menos a escala nacional: el proyecto Cybersyn o SYNCO, en español.
La idea de Beer era implantar un sistema nervioso electrónico en la sociedad chilena, donde todas sus unidades estén conectadas entre sí por una red de comunicación nacional. A largo plazo, esto ayudaría a la igualdad. El diario The Guardian, describió este invento como una “ una suerte de internet socialista, décadas antes de su tiempo”.
Considerado uno de los fundadores de la cibernética y con una influencia de de los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, hacia 1970 Stafford Beer realizaba tareas como consultor internacional de grandes instituciones y empresas y con altos honorarios. Sus trabajos sobre cibernética organizacional nunca fueron hasta ese momento llevados a la práctica hacia un nivel más extenso y por eso no dudó cuando recibió la llamada de Fernando Flores, en ese entonces un ingeniero del gobierno socialista, que lo convocó para que aplique sus teorías al servicio de la economía estatal. “Tuve un orgasmo”, recordaría años después. (The Guardian)
Cuando Beer aterrizó en Chile en 1971, no solamente había arreglado su sueldo en dólares sino también demandaba chocolates, whisky y otras excentricidades en un país que debía luchar contra la escasez de alimentos y el mercado negro. Chile vivía por un lado la efervescencia de la Unidad Popular, con un presidente que se había convertido en el primer socialista democráticamente electo. El país estaba crispado políticamente y Estados Unidos intervenía a través de la CIA.
En ese momento se produjo una tensión política dentro del gobierno. Había un sector que pensaba que la cantidad de minas y fábricas nacionalizadas era un desaguisado organizacional que tenía poca eficiencia, con empresas que mantenían a sus gerentes originales y otras eran ocupadas por sus empleados. Esta controversia se intentó saldar con una reunión entre Allende y Beer.
El presidente que tenía una formación de patólogo, rápidamente captó la base biológica del modelo cibernético de Beer y con conocimiento asintió toda la explicación. Esta reacción dejó una gran impresión en el cibernético. Luego de esa reunión Beer sostuvo: “Le expliqué todo el maldito plan y todo el Modelo de Sistema Viable de una sola vez; nunca he trabajado con nadie que comprendiera ni una pizca de lo que estaba diciendo”. (El ciudadano.com)
Allende quien ya se había consustanciado con la mecánica del modelo de Beer, comenzó a delinear los aspectos políticos del proyecto poniendo el eje en que el sistema debía comportase de una manera descentralizada, con participación de los obreros y y ser antiburocrática.
En ese momento se sabía que tanto Cuba como Rusia estaban elaborando proyectos computacionales para controlar la economía. El objetivo del gobierno chileno era diferente. En vez de dotar de más poder a las jerarquías políticas del Partido Comunista como se hizo en estos paises , la idea en Chile era empoderar a los obreros para la toma de decisiones. Si allí no se podía solucionar, el problema era derivado, a la Sala de Operaciones ubicada en la capital.
El proyecto Cybersyn (en inglés, sinergia cibernética), o SYNCO (en español, sistema de información y control), tenía varias partes. La que alcanzó mayores resultados fue Cibernet que lo hicieron gracias, a que encontraron 500 máquinas de telex en una bodega militar. Con ellas desarrollaron un sistema que vinculara a todas las empresas nacionalizadas y poder monitorear su producción y problemas a tiempo real. Las empresas se comunicaban con la Sala de Operaciones y desde allí se conseguía saber el estado de la producción.
Otra parte del proyecto fue llamada Ciberfolk, la misma implementaría un dispositivo en todos los hogares para que las personas opinaran su acuerdo o desacuerdo con las políticas del gobierno. Ciberfolk nunca se puso en práctica más allá de experimentaciones piloto. (Cibernética versus muerte)
Para algunos analistas, Cibersyn no fue un disparate. “Partes del proyecto fueron útiles para el gobierno. La construcción de una red de télex en todo el país fue determinante durante dos huelgas generales de camioneros que desabastecieron el país. Con esta red, el gobierno pudo coordinarse con las fábricas y con los trabajadores, entregar suministros, buscar vías alternativas ya que los caminos estaban cortados. Si bien no fue él elemento, sí ayudo al gobierno a sobrevivir y sortear una crisis mayor”. (Eden Medina. Revolucionarios cibernéticos. Tecnología y política en el Chile de Salvador Allende.)
Dentro de este proyecto había cuestiones que era difícil de controlar por eso no salió tan bien como imaginaron los diseñadores. Uno de los más importantes era las contradicciones de cómo modelás o predecís el comportamiento de un sistema, en este caso de un sistema económico, que no tiene presidente. O sea el comportamiento de una economía cuando hay tantos factores que están fuera de ese sistema sin influenciar su comportamiento. Estamos hablando de mercado negro, de intervención de Estados Unidos. ¿Cómo registras eso en un predictor económico?”.
“Necesitas otorgar mucha educación a los trabajadores para implementar algo así”, continúa Medina. “Cuando ves estos hermosos planes donde el sistema iba a ser participativo y los trabajadores iban a modelar sus propias fábricas y estarían involucrados en el uso del sistema… Eso sí necesita mucha educación al trabajador.
Y cuando ves todo lo que estaba ocurriendo en la realidad en los talleres y lo que estaban haciendo los trabajadores como mantener las máquinas en funcionamiento, ingeniar maneras de administrar materias primas y suministros cuando no escaseaban. Hubiese sido mucho pedir que encima de todo este caos, hubiesen programas de entrenamiento y educación en sistemas computacionales de modelamiento de fábricas. Y creo que Fernando Flores también tuvo un comentario muy perceptivo y es que “la cibernética es un valor limitado cuando alguien te quiere matar”. (Eden Medina. Revolucionarios cibernéticos. Tecnología y política en el Chile de Salvador Allende.)
Es sabido que Cibersyn no pudo salir del nivel prototipo y revolucionar la economía chilena. El 11 de septiembre de 1973, tres días después de que Allende ordenase trasladar la Sala de Operaciones al Palacio de Gobierno, éste fue bombardeado por Hawker Hunters de la Fuerza Aérea.
Cuando los militares se encontraron con este proyecto uno de los militares golpistas preguntó, “¿Esto están usado para el control del país?”. Y un trabajador le dio una respuesta muy cibernética: “¿A qué te refieres por control?”. Y la conversación no avanzó mucho”. (www.ciape.org)
Al poco tiempo, destruyeron todo lo hecho por el equipo de Beer.
Comenzaba la era de la derecha neoliberal, que bajo el alero de Pinochet también abrían la economía chilena para la experimentación, aplicando las teorías económicas de Milton Friedman.
Muchos profesionales que participaron de este proyecto se exiliaron, algunos tras sufrir persecución política. Stafford Beer regresó a Inglaterra, vendió su casa y se mudó a una pequeña cabaña en Gales sin agua potable. Renunció a muchas de sus posesiones y comenzó a vivir una vida más sencilla. Su trabajo comenzó a enfocarse a asuntos más sociales. Empezó a escribir sobre pobreza, sobre cibernética y opresión, trabajos para usar la cibernética para resolver conflictos políticos, etc.. Chile fue un punto de inflexión profundo para él.