La crisis abierta con la pandemia de COVID-19 desnudó las condiciones laborales precarias de gran parte de la clase trabajadora y la miseria de empresarios que se aprovechan de esta situación dejando "tirados" a miles de laburantes, entre los que se cuentan los mas jóvenes. ¿Como se expresa esto en Punta Alta?
Viernes 10 de abril de 2020
En este contexto nacional de aislamiento social preventivo y obligatorio las patronales han aprovechado una vez más para descargar la crisis sobre el pueblo trabajador y aún más sobre el 40 por ciento de los trabajadores que se encuentra en la informalidad. A pesar del DNU (Decreto de necesidad y urgencia) que prohíbe los despidos, las empresas siguen haciendo caso omiso y despidiendo trabajadores.
Un caso testigo de esta situación son los trabajadores y trabajadoras de las multinacionales de comida rápida y casas comerciales que ante el recorte del 50 por ciento los sueldos y notificaciones de despidos virtuales se organizaron para visibilizar su situación laboral en Mc Donald´s, Burguer, Wendy´s, Mostaza, KFC, Garbarino y Todo Moda, entre otras.
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En esta situación de desidia para la salud y crisis para la economía no son las grandes empresas las que salen perdiendo, si no el conjunto entero de la clase trabajadora, a lo largo y ancho del país, que recaen en la más cruda pobreza que el gobierno pretende suavizar con una “ayuda “económica de 10000 pesos.
Frente a esta situación Coronel Rosales no es la excepción. Las y los miles de pibas y pibes que atienden bares y restaurantes, trabajan en la construcción, en servicios, en comercios o cuidan niños, en su gran mayoría en negro o con contratos "basura", hoy están viviendo momentos de especial incertidumbre y angustia por no saber como se llegará a fin de mes. Algo parecido sucede con personas que pese a estar en edad de jubilación, tienen que seguir trabajando de manera informal porque las jubilaciones han sido objeto de ajuste y saqueo de todos los gobiernos.
Así lo demuestran las distintas entrevistas que hemos realizado a trabajadores y trabajadoras precarizadas como es el caso de Agustina (24 años) que estudia y tiene dos trabajos informales, de moza y niñera, y a partir del decreto de cuarentena perdió ambos trabajos: "No estoy recibiendo ningún aporte de ninguna de las actividades laborales que realizo en mi vida cotidiana", nos decía.
Por otra parte Gastón (18 años), nos cuenta que trabaja en negro desde los 16 años, pasando de albañil a pintura y hoy en día trabaja como ayudante de mecánica y hace 4 años que está en negro: "El mayor ingreso en mi casa es el de mi papa, que es el único que trabaja en blanco, realiza reparaciones de motos, autos y elabora y vende comida y yo hago los repartos para poder tirar hasta fin de mes", expresaba. Tanto Gastón como su padre se encuentran trabajando y expuestos al contagio ya que sus empleadores no tomaron ninguna medida de seguridad y el uso de barbijos y guantes es opcional y corre por su cuenta. "Al comienzo no conseguíamos los permisos para circular y en Bahía Blanca me interrogaron y detuvieron miembros de la DDI. No pude ir al trabajo, estuve detenido 9 horas en los calabozos de Punta Alta. Demás esta describir las condiciones de humedad y frio en las que se encuentran, sin ningún tipo de medias sanitarias. Tomar agua de una botella era mucho.
La realidad es que si antes nos costaba llegar a fin de mes, hoy en día todavía más. Antes comprábamos las verduras como cebolla y papa al por mayor y hoy en día aumentaron mucho. La bolsa de papa que antes estaba 350 pesos hoy en día esta 720 pesos, los huevos que estaban 180 el maple hoy en día están casi 300 pesos. Así se hace muy difícil sustentar a una familia."
En consonancia con esta situación la Secretaria de Desarrollo Social del Municipio de Coronel Rosales y como bien lo expresa el titular del área municipal Mariano Ojeda “reconoce la entrega de unos 2 mil bolsones de comida” y entienden incluso, que la demanda es mucho mayor.
La pregunta es ¿frente a esta crisis y desidia estatal pueden las familias trabajadoras rosaleñas permitirse esperar?
Rosario (65 años) nos responde con la realidad que viven ella y su marido (68 años), trabajador albañil: "Aparte de la comida del día que no estamos pudiendo costear necesitamos conseguir leña para la salamandra, no tenemos muchas frazadas y están comenzando los días fríos. No recibimos ninguna ayuda del municipio y nos arreglamos como podemos"
Nuestras vidas valen más que sus ganancias
Frente a esta crisis de la pandemia la izquierda propone una salida de emergencia, resulta urgente un salario de cuarentena de 30.000 pesos para todos los trabajadores y trabajadoras precarizadas financiado en un impuesto progresivo a las riquezas millonarias de las empresas, bancos y grandes terratenientes. Además de la expropiación bajo gestión de trabajadores de toda empresa que cierre o despida.
Es necesario un aumento del presupuesto de desarrollo social y podría ser, en base a un impuesto a las grandes fortunas locales y a la reducción de la dieta del intendente y los concejales, que se enriquecen con su cargo a costa de la paupérrima situación de gran parte del pueblo trabajador que dicen representar. A su vez, no se puede permitir que mientras miles de rosaleños están viendo cómo llegan a fin de mes, se gasten fortunas en dispositivos policiales que lo único que hacen es reprimir a los habitantes de los barrios más golpeados por la crisis. Plata para salud, educación y alimentación, no para la represión.
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El intendente Mariano Uset, en consonancia con los gobiernos Provincial y Nacional, ya dejó en claro cuáles son su prioridades. Debemos luchar para imponer las nuestras.