Los últimos años, desde las bases del profesorado se ha protagonizado una serie de procesos que abrieron profundos cuestionamientos tanto al modelo educativo como al rol del profesor y sobre la pedagogía.
Viernes 30 de agosto de 2019
Este despertar de las bases al interior de Colegio de Profesores, que por años no tuvo otra participación más que la elección de los dirigentes, se mostró con fuerza a fines del período de Gajardo, cuando hacia fines del 2014 se inició la “Rebelión de las Bases”, contra las políticas del Partido Comunista que buscaba cerrar rápidamente la agenda que afectaba a su propio gobierno como parte de la Nueva Mayoría de Bachelet.
Esto tuvo una continuidad el 2015 a propósito de la Ley de Carrera Docente del mismo gobierno, que buscó colocar el trabajo docente en línea con las necesidades del mercado a través del agobio y la competencia, generando con ello un enorme proceso de movilización de 2 meses.
Ambas experiencias mostraron la vuelta de los métodos radicales (desde marchas masivas a cortes de calle) así como también un cuestionamiento a los métodos burocráticos de las direcciones tradicionales, relevando el papel que tienen las bases docentes en la toma de las decisiones del magisterio.
También al alero de estos procesos se levanta como alternativa el Frente Amplio en profesores, producto de la confluencia de sectores tradicionales como Fuerza Social de Darío Vásquez y Refundación de parte del Partido Humanista con Mario Aguilar a la cabeza, y sectores nuevos como el Movimiento de Unidad Docente (MUD) que buscaron ser el recambio del gajardismo, en base a un proyecto político de más democracia tanto en educación, planteando la participación del gremio en las reformas educativas y la movilización como presión para cambios en la esfera parlamentaria, así como en el gremio encauzando el reclamo de participación de las bases al mecanismo de la consulta nacional y a plantear una política de “autonomía gremial” para poder anular fundamentalmente al PC.
La llamada Disidencia, autodenominados disidentes unidos, que más bien son el brazo del Frente Amplio en el magisterio, logró acceder a la presidencia y la mayoría del Directorio Nacional en las elecciones de 2016, abriendo ilusiones de un cambio en el rol que el Colegio de Profesores había jugado hasta ese momento en la política nacional. Sin embargo, esto no ocurrió.
Uno de los primeros indicios de esto fue la nula resistencia de Mario Aguilar y el resto del directorio nacional al proceso de desmunicipalización del 2017, que amenazaba con generar un a segunda deuda histórica con los profesores, contentándose con la promesa de las mesas de diálogo por parte del gobierno, que al año siguiente mostraron su fracaso al hacerse públicas las millonarias deudas que acompañaron los primeros servicios locales y que incluso derivaron en el retraso del inicio del año escolar 2018 en el servicio local de Barrancas, donde hubo un paro que Mario Aguilar junto a Carlos Díaz, presidente del regional metropolitano del Colegio de Profesores, se apresuraron en contener y bajar, nuevamente llamando a confiar en las autoridades como ocurrió el año anterior, operaban las ilusiones del profesorado en la nueva conducción.
Durante el 2018 comenzaron a aparecer voces críticas de la conducción a propósito de la postergación de la movilización acordada a principios de ese año y luego por la innovación del paro escalonado.
En el correr del tiempo el bloque "disidentes unidos" fue desconfiguradose e imponiéndose una conducción más bien aguilarista, la que mostró más los límites de su conducción en el reciente Paro Nacional Docente de 2019, que logró poner en jaque al gobierno y logró obtener sobre el 70% de apoyo del conjunto de la población, movilización que podría haber escalado de un paro sectorial a uno general en defensa de la educación pública, pero no fue la opción de la conducción frenteamplista, la que una vez más mostró su confianza en las estrategia parlamentaria y los límites que ésta implica.
En forma contraria al discurso tan esgrimido, una y otra vez, por el aguilarismo, de total autonomía gremial, dejando de lado ese fantasioso discurso, Mario Aguilar junto a Refundación, Fuerza Social y el MUD, aplicaron paso a paso las directrices del Frente Amplio, en su actividad gremial, y en ese sentido fue que procuraron priorizar las reuniones con autoridades y partidos políticos, incluso como la DC, para mantener la pasividad del magisterio, y cuando esto fracasó, optaron por volcar las enormes fuerzas del profesorado movilizado a la mera presión parlamentaria, esperando que voten a favor de los intereses docentes, en mientras en paralelo se ponía en desarrollo un plan nacional de movilizaciones contenidas, que desgastó a los propios docentes en actividades que fueron tornándose rutinarias.
Además de ello, a pesar del apoyo de la población a la movilización docente, el Frente Amplio no sólo no desarrolló este apoyo, sino que se jugó activamente por mantener en el aislamiento a los profesores, pues dirigiendo organismos nacionales como el Confech, no los activó ni tuvo una política de unidad hacia otros sectores que permitieran dar un salto y salir del estancamiento. Hasta que el propio Aguilar se ubicó contra el paro, llamando a bajarlo, lo que no implicó la renuncia inmediata pero si le dio un golpe a la moral de muchos de los docentes por el abandono del dirigente en los momentos cruciales, transformándose en un repliegue desordenado de las fuerzas.
Este proceso mostró también los límites de las consultas nacionales como mecanismo de expresión de las bases, pues en la medida que se presentan sin ninguna discusión las opciones aprobadas por el Directorio Nacional, las bases no logran tener espacio para las ideas propias ni para la auto organización, que es precisamente lo que Mario Aguilar y el Frente Amplio desprecian. Por ello nunca confiaron en las fuerzas reales del paro docente.
Hoy estamos ante un nuevo escenario de elecciones, donde a pesar del rol nefasto que el Frente Amplio tuvo en el último período, se encuentran fortalecidos lo suficiente como para imponer un restringido estatuto de elecciones que asegura que la conducción del gremio quede entre los grandes conglomerados, con artículos como el numero 16, que plantean que toda lista que no pueda completar todos los cargos del directorio comunal, territorial, regional o nacional al que postula será objetado de la elección, lo que elimina completamente la posibilidad de que otras agrupaciones docentes o profesores independientes puedan ser candidatos, lo que atenta directamente contra la democracia del magisterio.
Junto con ello, las restricciones para los diferentes niveles impiden por un que la juventud docente pueda postular a algún cargo, debiendo esperar hasta 4 años para postularse libremente a cualquiera de sus niveles, así como establece cuotas de género al 60% como si el problema de la representación femenina en un gremio feminizado pasara solamente por su acceso a los cargos y no por garantizar espacios efectivos para su organización.
Con todo esto se hace necesario impulsar una tercera alternativa política, que se la juegue por desarrollar las fuerzas del profesorado para lograr las demandas más sentidas; que sea anti burocrática, fortaleciendo el rol de las asambleas y los delegados para que efectivamente sean las bases quienes decidan, con delegados y directorios que puedan gozar de fuero y sean revocables en cualquier momento y donde los miembros del Directorio Nacional no tengan sueldos de gerente sino que ganen lo mismo que cualquier docente con 44 horas; que sea democrática donde cada profesor tenga las mismas posibilidades de elegir y ser elegido sin que esto dependa de que sea parte de uno de los grupos que están hoy en la conducción nacional; dónde realmente se le abra paso a las bases en asambleas periódicas y resolutivas y donde la Asamblea Nacional sea abierta a todo delegado que desee asistir.
Una alternativa política que apunte a un Colegio de Profesores protagonista de la política nacional, que no sólo unifique a los docentes, que hoy están divididos entre colegiados y no colegiados, municipales y subvencionados, sino que impulse la unidad de todos los trabajadores de la educación en la perspectiva de reconstruir el legado del Sindicato único de Trabajadores de la Educación (SUTE), que impulse la unidad con la juventud, con el movimiento de mujeres y con otros sectores de trabajadores por una Educación Pública, gratuita en todos sus niveles, intercultural, que no sea estandarizada ni sexista y que responda a las necesidades del pueblo trabajador y no a las del mercado y los empresarios.

Nuestra Clase
Somos la agrupación de trabajadores de la educación Nuestra Clase, de Chile. Quienes conformamos esta agrupación somos compañeras y compañeros independientes y militantes del PTR