Guerra imperialista, crisis climática y mayor precarización en menos de 15 días del 2020. Compartimos relato de un joven trabajador.
Domingo 12 de enero de 2020 23:14
Poco más de diez días le llevó al nuevo año mostrarnos con todo lujo de detalle cuáles van a ser las dos cosas que probablemente destruyan el mundo. El cambio climático y el imperialismo (yanqui).
Un desastre climático por acá, guerra en medio oriente allá. Que si especies en extinción y un continente que arde, que si fuerzas estadounidenses e iraníes a los cuetazos y se derriba un avión con pasajeros en la vuelteada. Ambas hijas del desastre (para nosotres) que es el sistema capitalista.
No pude dejar de pensar en esto mientras atiendo llamadas en mi trabajo en un call center. Y es que leía que dentro de poco en el mundo no va a haber más koalas mientras tenía que abocarme a la importantísima tarea de que Eugenia Mabel Rodríguez de la Pampa tenga GB para usar Facebook, y le pueda mandar mensajes a su sobrino mayor que se fue a estudiar a La Plata.
Mientras Euge me relata qué hace con el celular, los años que es clienta, y lo caro que es el servicio para lo que anda, yo leo en los diarios cómo nos podemos ir acostumbrando a vivir sin koalas, con mil millones de animales muertos y con guerras, personas asesinadas y atentados en Medio Oriente por el precio del petróleo (que ya pasaba, pero ahora es más intenso, y con mas memes)
Pero ese es mi trabajo: atender reclamos de algo tan importante como el abono de tu celular. Todo el día, a ritmos nada sanos y por dos monedas. Es esto o trabajar 14hs en un bar, en una heladería o ser esclavo de una app e ir por pedidos en bici por toda la ciudad, también por dos monedas. A les jóvenes no nos queda otra, me repito mientras Euge sigue con su relato.
Pero nosotros no elegimos esto, no elegimos estar atrapados en el capitalismo. No elegimos una vida precaria, en un mundo dentro de un (no mucho) tiempo, inhabitable por su contaminación. Puesto en sacrificio para la ganancia de unos pocos. Los pobres koalas tampoco.
El petróleo, los combustibles fósiles, la megaminería, el trabajo precario, todos negocios hechos a la medida de los beneficios capitalistas. Y ahí estamos, los koalas al borde de la extinción, y nosotres sobreviviendo a que no nos pongan cianuro en el agua. Todos somos víctimas de este sistema, algunos como especie, otros como clase.
Otros nos quieren convencer de que no es tan así, que con reciclar los plásticos o un "Green New Deal" Australia no se va a prender más fuego, que un par de leyes en Washington van a evitar que Donald Trump, no twittee que entramos en la Tercera Guerra Mundial. O que hay que ser pacientes mientras nos ajustan, y el asado nunca llega. Nos hacen culpables de su contaminación y de sus guerras, que somos cómplices, parte del problema. Nos quieren hacer resignar a la miseria de la individualidad, a creer que con pequeños actos, de uno mismo, esta gran maquinaria se puede caer. O en confiar en políticos (burgueses), que nada tienen que ver con nosotros.
Es necesario que sepamos bien que si no nos llevamos por delante, este sistema, hecho para unos pocos, nada va a cambiar realmente, por pacientes que seamos. Seguiremos precarizados en un bar de mala muerte y con algunas decenas de especies de animales y plantas menos. En un planeta que aborda cada vez menos vida.
¿Que si se puede cambiar? Claro que sí. Pero hay que organizarse y movilizarse, y rápido. Para que arda el capitalismo y no nuestro planeta.