Pasadas más de 36 horas del fin de las elecciones, este martes Jair Bolsonaro aún guarda silencio. Hasta ahora solo su hijo, Flávio Bolsonaro, reconoció la derrota, aunque no directamente. Desde el lunes se multiplicaron los bloqueos de rutas por parte de sus simpatizantes. ¿Qué busca con su silencio?
Martes 1ro de noviembre de 2022 12:38
Mientras Bolsonaro guarda silencio, los bloqueos de rutas en todo el país por parte de empresarios del trasnporte y seguidores de bolsonaro se han convertido en un lock out patronal con contenido golpista. Este martes ya llegaron a más de 270 los bloqueos, que contaron con el apoyo pasivo de la Policía de Caminos (PRF), y en algunos videos circularon incluso alentando, dando pruebas inequívocas de su bolsonarismo en las elecciones del domingo. El Tribunal Electoral pidió desbloquear las rutas y el Supremo Tribunal Federal (STF) amenazó con detener al director de la PRF. Sin embargo por ahora la colusión criminal continúa, aunque los bloqueos comenzaron a disminuir gradualmente. Todo está por verse
Te puede interesar: Bolsonaristas bloquean rutas en Brasil y el Tribunal Electoral ordena el despeje
Te puede interesar: Bolsonaristas bloquean rutas en Brasil y el Tribunal Electoral ordena el despeje
En algunas partes del país, en lugares donde Bolsonaro tuvo una amplia votación, como en Espírito Santo, la clase obrera ha demostrado que no se quedará callada ante las acciones bolsonaristas. En al menos dos puntos, los trabajadores se dieron a la tarea de despejar las vías. En Rio-Santos, fueron los trabajadores de los astilleros los que despejaron las rutas y sacaron a los bolsonaristas. Por ahora son los mismos pobladores y trabajadores los que han mosrado como acabar con los bloqueos golpistas. El STF, que el domingo coincidió con el director del PFR que frenó micros con votantes de Lula en el nordeste para evitar que lleguen a votar. los lugares de votación, no ha garantizado nada hasta el momento.
Pero con su silencio y estas acciones, ¿qué pretende Bolsonaro? Es imposible adivinar cuáles son sus cálculos, pero podemos hacer algunas suposiciones.
Quizá su esperanza era que junto con los bloqueos hubiera mayores movilizaciones que le permitieran reunir más caldo social para su discurso reaccionario, con mayor cuestionamiento al resultado de las elecciones. Pero más allá de las exhortaciones impotentes del STF, el escaso número de personas que se movilizaron a pesar del enorme movimiento de un sector de la patronal agroindustrial reaccionaria articulada con los camioneros, así como las pequeñas acciones que demuestran que la clase obrera está dispuesta a resistir, muestran que este camino sería una aventura. Más aún, el conjunto de declaraciones de felicitación de los principales países del mundo a la elección de Lula, incluidos EE.UU. e Israel, descarta cualquier posibilidad real de golpe.
Una segunda hipótesis, con dos posibles ramificaciones, cobra fuerza. Bolsonaro quiere dar una demostración de fuerza, estirar la cuerda, negociar su posición cuando deje la presidencia. Un chantaje para evitar las decenas de juicios en su contra, y también para seguir siendo la principal figura de la oposición. Estas acciones tienen ese sentido, de mostrar qué ubicación tendrá la extrema derecha en la oposición, buscando promover acciones de calle, y siempre que sea posible con la ayuda de sectores patronales y policiales. En ese sentido, puede ser que Bolsonaro solo hable cuando las acciones reaccionarias pierdan fuerza, para mantener cerca a su base más fuerte. O, si continúan desarrollándose, no podemos descartar que Bolsonaro aparezca al final posicionándose como un pacificador, pidiendo el fin de los bloqueos o, por el contrario, que el propio Ejército enrtre en escena separandose de Bolsonaro para postularse demagogicamente como defensor de la democracia, relegitimándose como fuerza del orden.
Sea cual sea el escenario, la entrada en escena de la clase obrera puede cambiarlo todo e inclinar la balanza a favor de los sectores populares contra la extrema derecha. Mientras continuen los bloqueos, es probable que las acciones de trabajadores y pobladores aumenten. Las centrales sindicales, comenzando por la CUT, deberían hacer un llamado a los trabajadores y trabajadoras para cortar de raíz la amenaza golpista, nacionalizando el ejemplo de Espírito Santo y los astilleros, articulando también un programa contra el conjunto de ataques económicos sentidos por la mayoría del pueblo brasileño. El bolsonarismo se combate así, en la calle, con medidas de lucha efectivas, sin ninguna confianza en las instituciones y en el STF.